¿Feliz 2014?

 
 
El título de esta entrada habla por sí solo, ya se que es de mala educación no decir igualmente cuando a uno le desean un feliz año nuevo, pero ya está bien de tocar los bemoles, ¿qué ostias feliz año ni niño muerto?. Todos a tomar las uvas como memos y esperar que el Grupo terrorista Mariano Rajoy tenga a bien apiadarse un poco de los de abajo, ¿es eso un feliz año nuevo o no querer ver?
 
Rajoy rebuzna cuan grande será la recuperación económica, pero el ciudadano de a pie no ve salida por ninguna parte; hipotecas que se llevan más de la mitad del sueldo, el agua, la electricidad y el gas son ya poco menos que un lujo, los salarios de esclavitud voluntaria, pero todos deseamos que 2014 sea un feliz año nuevo, por la cara, sin mover un dedo, sólo esperando la caridad de quienes gobiernan, los que deberían ser nuestros servidores y no al contrario.

2013 ha sido el año más nefasto en la historia de la mafiocracia española, pero la respuesta de la población trabajadora sólo se hace notar cuando les toca directamente a cada individuo, porque aquí no se defienden los derechos comunes innegociables, no nos engañemos, esto es el sálvese quien pueda. Esa palabra cargada de solidaridad, nosotros, ha dejado paso al yomismismo, como sabiamente nos cantaban Def Con Dos en su genial canción.

Estamos viviendo tiempos históricos, momentos en los que es crucial despertar, porque de no ser así, nuestra vida será una pesadilla constante, un vano sueño democrático manejado por la peor gentuza del país. Hasta hace unos años nos habían dejado más o menos vivir, la gran parte de la población creía vivir en un país democrático (a pesar de tener como jefe a un rey crápula que usurpó el trono a su propio padre) y próspero. A nadie importaba (ni importan) las personas excluidas del sistema; a los yonquis se les encierra por vender dos papelinas, a los vagabundos se les expulsa de las calles porque afean el paisaje urbano, los emigrantes vienen a quitarnos el pan (dicen los hijos de los antaño emigrantes).

De esta manera, los miserables que dirigen nuestras vidas (PPSOE y todos los demás), han convertido este país en una tierra miserable, analfabeta e insolidaria, un erial moral en el que sólo cuentan las apariencias, en el que la cultura popular está más basada en el Marca que en la Enciclopedia. Prueba sino a hablar en tu trabajo de política y verás, todos te miran como queriendo decirte "ya habló el enterado", y a continuación prosiguen con su erudita conversación futbolística. Por lo visto les preocupa más el nuevo fichaje del Madrid que el futuro de sus hijos, claro que suelen conformarse con que el día de mañana sean unos buenos esclavos temerosos de la ley e hinchas del Betis como sus papás, cuando no un capillita o romero del Rocío, de esta manera, la podredumbre moral y cultural se perpetúa por medio de la nefasta herencia familiar.

La culpa de todo lo que está ocurriendo recae sobre los hombros del 99% de la población, me explico; quien delega su vida y hacienda en manos de gentuza sin escrúpulos, es responsable de todo lo malo que le ocurra, aunque lo fácil es decir que todo lo malo ocurrido y por ocurrir es culpa de los políticos, pero, ¿quién los ha puesto en el sillón? ¿quién legitima su poder sobre nuestras vidas? muy fácil, todo aquél que les vota. En este país no se vota por convicciones democráticas, se hace por miedo a que venga otra vez el de la gorra si no aceptamos las actuales reglas de juego, y una democracia nunca puede ser tal si quienes participan de ella no lo hacen con plena libertad y contando cada voto por igual, si a ello añadimos que los dos grandes partidos se benefician de una ley electoral que es de todo menos democrática, además de que se financian ilegalmente, ¿dónde está aquí la democracia?

 
El miedo está bien fundado, el jefe del cotarro, el rey crápula, cuando viste sus mejores galas lo hace vestido de militar, jefe de todos los ejércitos (esos que nunca hicieron nada bueno por su pueblo), pero claro, hasta que él y toda su piara familiar no sea desterrada para siempre o todos ellos trabajen como cualquier hijo de vecino, además de dejar de estar tocados por la mano de Dios (su Dios), esta tierra seguirá siendo pasto de buitres y nunca avanzaremos.

Esto no es un país, es un cortijo propiedad de las mismas familias de siempre, las que ahora están ganando más dinero que en toda su larga historia de saqueo al pueblo. Si ya llevan algunas de ellas 500 años robando, podemos imaginar el poder económico que manejan, esta crisis será su encumbramiento total; si no espabilamos y volvemos a equivocarnos anteponiendo intereses egoistas en lugar de trabajar por el bien común, en poco tiempo habremos llegado a un punto de no retorno, en el que la esperanza de un mañana mejor sólo será un sueño inalcanzable. Les deseo un año de enfermedad y miseria a todos los asquerosos que quieren robarnos nuestra salud, educación y bienestar.
 
Brindo por un 2014 en el que las sabandijas que nos gobiernan reciban su justo merecido y sientan a sus espaldas el legítimo odio del pueblo, aunque viendo el panorama no espero gran cosa, salud.

 

La última voluntad de P . A. Kropotkín. Anatol Gorelik



En este artículo aparecido en "La Revista Blanca" (posiblemente la mejor revista anarquista habida en Iberia) el día 4 de noviembre de 1935, y escrito por un anarquista ruso prácticamente anónimo, pero que participó directamente en los hechos que comenta, podemos ver claramente la impostura leninista, creadora del Estado más criminal conocido sobre la Tierra, la dictadura bolchevique.
Lenin, ese traidor y asesino de los mejores de su pueblo, dejó constancia de su alma miserable a través de su conducta con respecto a la última voluntad de Kropotkin; porque era sabedor de que el pueblo reconocía en Kropotkin a una persona que dedicó su vida a hacer el bien, sin esperar nada a cambio; mientras que él era sólo un ser vanidoso y prepotente, dispuesto a todo con tal de imponer su voluntad a un pueblo con 130 mill de cerebros.

Por mucho que los bolcheviques intentaran borrar la historia a la manera de 1984, la memoria de Kropotkin permanece, su humanidad nos acompaña, sus escritos nos hacen ser mejores personas antes que ninguna otra cosa. Por otra parte, los crímenes del superestado bolchevique van conociéndose cada vez con mayor profundidad, ya no engañan a casi nadie, de esa nefasta experiencia sólo queda una mafia proveniente de los antaño comisarios políticos, los gerifaltes del partido ya no se llaman comunistas (nunca lo fueron), ahora son mafiosos al servicio de Putin (antiguo alto cargo del KGB y director del Servicio Federal de Seguridad, sucesor del anterior), ese es el legado de la URSS, un país gobernado por mafiosos y saqueado durante décadas de terror bolchevique.

Desde este enlace podéis descargaros el número completo de la revista donde aparece este artículo:


EL 8 de febrero de 1921, el día de la muerte de P. A. Kropotkín, la Comisión de  entierro en Moscú me pidió trasladarme a Dmitrov, pueblo a 60 kilómetros de  esta, donde vivió sus últimos años y murió P. A., para tomar parte en la Comisión  de entierro de Dmitrov y hacer los postumos honores al extinto.

Traído preso a Moscú, con mi compañera y otros cuarenta anarquistas de Kharkoff, fuí puesto en libertad reciente el 6 de enero del mismo año, así que me encontraba sin medios ni documento alguno, aparte del «certificado» de la Che-Ka. Por eso fué la Comisión que me procuró todo lo necesario para poder llegar a destino sin tropiezos.

Casa donde Kropotkin pasó sus últimos años de vida

Después de un viaje accidentado, llegué a Dmitrov recién a las diez de la noche, donde uno de los miembros de la Juventud Comunista, que llevaban guardia permanente en la estación para acompañar a los que llegaban a visitar a Kropotkín, me acompañó hasta la casa de éste. Allá encontré a la compañera y a la hija del extinto y algunos parientes de la familia, a Emma Goldman, Sandomirsky, Boris Lebedev y A. Aubekian (hijo).

De mis impresiones personales y de todo lo interesante que he visto y vivido estando allá, me ocuparé en alguna otra oportunidad. Aquí me ocuparé únicamente de la última voluntad de P. A. Kropotkín y de lo que sucedió alrededor de esta voluntad postuma del gran corazón humano y del gran anarquista (*).

(*) Para evitar posibles discusiones fútiles e inútiles, desde ya estableceré lo siguiente:

Algunos años ya, en 1924, en uno de mis artículos sobre el museo de P. A. Kropotkín en Moscú, que apareció en periódicos anarquistas en varios idiomas, entre éstos en La Arttorcha de Buenos Aires, mencioné la última voluntad de P. A. y la carta que escribieron los, familiares a Lenin. A esto contestó un exmiembro de la Comisión del entierro en Moscú, el anarcosindicalista Marimoff, con un artículo que apareció en castellano en "La Protesta" de Buenos Aires, lleno de insultos personales y en el cual se negaba rotundamente la existencia de tal voluntad y de tal carta.

Los insultos personales, que son en parte las consecuencias de los acontecimientos que resultaron de esta «última voluntad», no tenían para mí ninguna importancia, porque jamás me ocupaba ni me ocuparé de ellos

Para establecer la veracidad de la existencia de tal carta, me dirigí a la compañera de P. A. Kropotkín, que me contestó con una carta que obra en mi poder y que, entre otras cosas, dice textualmente:

«...Me acuerdo que Alejandra Petrovna (la hija de P. A.) escribió a Lenin para que se permitiera a los anarquistas y a los cooperadores presos estar presentes en el entierro, pero no me acuerdo quién llevó esta carta a Moscú...»
Pero como la Redacción de La Protesta de entonces, por razones que no es el lugar de discutir, no dio lugar a mi rectificación documentada, ésta apareció en La Antorcha. En lo restante, dejo juzgar a los lectores y compañeros.

Cortejo fúnebre en las afueras de Moscú

Entre otras muchas cosas, en las conversaciones se ha mencionado algunas veces que, antes de morir, Kropotkín expresó varias veces el deseo de que los anarquistas presos y los cooperadores (de Dmitrov), encarcelados por tomar una resolución sobre cooperativismo, inspirada en las ideas expuestas por Kropotkín en una conferencia cooperativista de Dmitrov, podrían tomar parte en su entierro.

A mí me interesó mucho esto, e insistí en nuestro deber de hacer cumplir este deseo de P. A. Especialmente si los comunistas en el poder le hacían funerales nacionales. Algunos de los presentes trataron de objetar, sosteniendo que el entierro era familiar y que no se debería crear dificultades. Pero al fin se llegó a la conclusión de que los familiares escribirían una carta a Lenin sobre esta su voluntad. Especialmente porque se pensaba que algunos dirigentes comunistas hablarían sobre la tumba de aquél.

La otra voluntad de Kropotkín fué que no se cantara ni se ejecutara durante su entierro el «Internacional» que, según él, le recordaba el aullido de perros hambrientos. Y me propuse también hacer cumplir esta su voluntad, lo que, a despecho de los anarcobolcheviques, fué cumplido por los anarquistas. Todo el tiempo que duraron las exequias, no fué tocado ni cantado, ni una vez, el «Internacional».

La carta a Lenin fué escrita por la hija del extinto, y después de largas conversaciones con la Comisión de Moscú, que se puso en relaciones con el Kremlin, fuimos avisados que Lenin esperara personalmente la llegada de la carta. El interés nuestro fué que la carta llegara en el día a manos de Lenin, porque al otro día, a las nueve de la mañana, debía salir el tren especial para traer al difunto para darle sepultura en Moscú. En el tren debían llegar de Moscú las delegaciones anarquistas, obreras, comunistas y soviéticas, y se quería que vinieran también los anarquistas presos en las cárceles soviéticas.

Yo, por mi parte, tenía poca fe en la magnanimidad y justicia de Lenin y sus secuaces, y lo que en realidad a mí me interesaba era poner en descubierto ante el mundo trabajador y revolucionario la verdad sobre la situación de los anarquistas en la Rusia comunista y mostrar que los que se denominan comunistas persiguen a los  anarquistas no menos bestialmente que todos los demás gobernantes, lo que hasta entonces fue negado no solamente por los bolcheviques en el Poder, sino aun por los anarcobolcheviques.

Por la tarde vino de Moscú el anarcobolchevique (ahora comunista) Ch. Geizman, y como yo y Sandomirsky, como miembros de la Comisión de Dmitrov, teníamos mucho que hacer, se le propuso a él llevar la carta. Pero luego, a instancias de Sandomirsky, resolvieron que era preferible que, como iniciador y como el más interesado, la llevase yo, para que la carta llegara sin falta la misma noche a manos de Lenin.

Se habló otra vez con la Comisión para que se tomaran las medidas necesarias para que la carta fuera entregada en el Kremlin la tnisma noche, y tomé el tren para Moscú. Pero los trenes en ese entonces marchaban como se podía, y el tren local en el cual yo viajaba, llegó a Moscú con un retraso de algunas horas. El automóvil que mandaron a recibirme en la estación, al ver que el tren tardaba tanto, se fué sin esperarme. Así que me vi forzado, por falta de fondos, hacer a pie el camino de la estación hasta el Club anarquista, donde la Comisión de entierro de Moscú tenía su sede.

El secretario de la Comisión, el compañero Piro, me esperaba con impaciencia, porque algunas veces preguntaron del Kremlin si había llegado ya la carta. Pero cuando nos comunicamos, ya a los de la noche, con el Kremlin, para que mandara a buscar la carta, resultó que, cansado, Lenin se retiró a dormir, y que se quedó a esperar la llegada de la carta su secretario. Pero como era ya tan tarde, el motociclista que debía ir a buscar la carta fué despachado, y no quedaba ya nadie que pudiera venir a retirarla, y se nos propuso esperar hasta la mañana siguiente.

Yo insistía en la necesidad de que la carta llegara a manos de Lenin la misma noche, y después de largas conversaciones, se consiguió que en el Kremlin se esperara la carta, que nosotros traeríamos allá con nuestros medios. Después de ponerse en comunicación con varios anarquistas adictos a los comunistas, yo y Piro nos dirigimos a la casa de A. Shapiro, de donde, junto con Kamenetsky, nos dirigimos al Comisario de Relaciones Exteriores, de donde la carta pasó al Kremlin.

Al llegar al otro día, a las ocho de la mañana, a la estación Savelev en Moscú, de donde salía el tren especial para traer al extinto, fui informado que Lenin había recibido la carta; pero, por tratarse de un asunto muy delicado, la había pasado a la resolución del Comité Central Ejecutivo Panruso de los Soviets. Como Pilatos, Lenin se lavó las manos.

Los anarquistas, los socialistas revolucionarios de la izquierda, los tolstoyanos y hasta algunos comunistas estaban indignadísimos por el jesuitismo de Lenin, quien, decretando honores nacionales y poniendo todo el aparato del Gobierno, del partido y de la Internacional comunista de pie ante la tumba del gran anarquista y revolucionario, se negaba al mismo tiempo a dar cumplimiento a la última voluntad de este gran humanista y rebelde ante cualquier injusticia y opresión. Solamente los anarcobolcheviques trataron de justificar la conducta injustificable de Lenin.

No se consiguió sacar a los presos de las garras de los comunistas, pero se asestó un golpe fuerte, definitivo e irreparable a los planes jesuítas de los comunistas y de los anarcobolcheviques de aparentar ante el mundo que en Rusia los anarquistas convivían en compañerismo y trabajaban mano a mano con los comunistas en la dictadura del proletariado. Les fué sacada la máscara, y el mundo revolucionario pudo ver la verdad.

El tren especial, compuesto de coches Pullman y de primera, tenía dos coches especiales: uno para los delegados del Comité Central Panruso de los Soviets, y el otro del Comité Central del Partido Comunista Ruso. En estos coches debían ir algunos comunistas destacados, como representantes del Gobierno, del partido y de la Internacional comunista, para acompañar al féretro y hacer honores al gran revolucionario y anarquista.

Pero la carta de los familiares de P. A. Kropotkín a Lenin complicó el asunto. Como no querían y no podían cumplir la última voluntad del extinto, se les hizo también imposible tomar parte activa en los funerales. Y hasta les impedía que dos destacados dirigentes comunistas, que debían hablar en el cementerio, no lo pudieron hacer, reemplazándoles por un comunista de segunda fila, que habló en nombre del Gobierno y del partido, y Rosmer en nombre de la Internacional comunista.

Porque poner en libertad a los anarquistas presos significaría reconocer abiertamente que éstos eran perseguidos en la Rusia comunista por sus ideas, lo cual significaría enajenarse las simpatías de las masas anarquistas y revolucionarias en el extranjero, donde, gracias a los elementos anarcobolcheviques, se creía en el mito de que el Gobierno soviético representa a las masas obreras y revolucionarias. Y los comunistas optaron por no reconocer oficialmente que tienen presos a anarquistas, socialistas y sindicalistas revolucionarios.

Pero también en ese su cálculo fallaron. Ya en el tren, conseguí ponerme de acuerdo con muchos compañeros, especialmente con los estudiantes y obreros, que prometieron secundarme, suceda lo que suceda. Primero, acordamos no permitir que ese acto de Lenin y de los comunistas quedase sin protesta, no obstante toda su máquina inquisitora y policial. Segundo, levantar la bandera de rebeldía de Kropotkín y echarla en la cara a todos los que con su cobardía o su complicidad ayudaban a los comunistas a engañar a los anarquistas y revolucionarios de los demás países.

En el tren mismo parafrasee algunas canciones revolucionarias de la época zarista de una manera tal que en vez de estar dirigidas contra los zares, se dirigían contra los dictadores comunistas.

Nuestro Lenin se asustó y publicó un decreto:

«Los honores a los muertos, a la tumba los vivos, etc.»

«Nos oprime, compañeros, el Poder comunista. El chequista es el enemigo que reina en todas las partes, etc.»

«La milicia (Policía, en la Rusia comunista) el orden impone con sus bayonetas.»

«Los comunistas macanean de sus tribunas.»

«Lenin y Trotzky las cabezas de choclo menean.»

«E1 comunista es el dueño del trono zarista..., etcétera.»

También resolvimos cumplir fielmente la última voluntad de Kropotkín y no permitir que se cante o se toque el «Internacional» durante los funerales, y hacer todo lo posible para que los comunistas se viesen obligados a poner en libertad a los anarquistas presos.

Al mismo tiempo conseguimos que los dibujantes y pintores de la Academia de Arte engalonasen los coches, a la llegada del tren a Dmitrov, con pensamientos de los escritos de Kropotkín, como:

«Donde existe poder, existe violencia y coerción», «Los derechos no se dan, hay que conquistarlos», etcétera.



El cortejo, con el ataúd vacío, hasta la casa de los Kropotkín se efectuó sin incidentes. Pero, camino de la estación, empezamos a corear nuestras canciones, y algunos miembros bolchevizantes de la Comisión de entierro de Moscú empezaron a mirarnos mal. El primer choque de importancia con éstos lo tuvimos al llegar a la estación, y cuando ellos vieron todos los coches con las inscripciones alusivas y pensamientos de las obras de Kropotkín. Se produjo un alboroto. Los miembros de la Comisión de Moscú corrían de un lado a otro sin saber qué hacer. «¿Quién hizo eso? ¿Quién hizo eso?», vociferaban algunos de ellos. Les contesté que esto lo hicimos nosotros, los anarquistas, y que así iba a quedar, porque son conceptos por los cuales Kropotkín ha luchado toda su larga vida. Kropotkín vivió como anarquista y murió como tal, y nosotros, sus discípulos y amigos, queremos enterrarle como anarquista. No pocas palabras agrias fueron dichas  por ambas partes. Pero las cosas quedaron tal como estaban.

En el primer momento los anarcobolcheviques querían hacer borrar las inscripciones. Pero viendo que la juventud y los obreros estaban de nuestra parte, optaron por no hacerlo. Y así, con los lemas anarquistas en letras blancas y grandes, el tren llegó a Moscú. Los anarquistas soviéticos rabiaban. Especialmente porque vieron que su deseo de hacer un entierro patrocinado por
un frente único comunista anarcobolchevique, fracasó rotundamente.

Todos sus planes se fueron desbaratando. Unas semanas antes, tildándose representantes del movimiento anarquista ruso, algunos de ellos entablaron conversaciones con Lenin sobre una inteligencia entre los anarquistas y los comunistas.

Un choque especialmente fuerte tuvimos al llegar el tren a la estación Savelev en Moscú. Los anarcobolcheviques querían evitar manifestaciones contra los comunistas, y se propusieron llevar el ataúd hasta la Casa de los Sindicatos, a paso rápido, sin cortejo ni ceremonia. Especialmente porque muchos compañeros más y los que simpatizaban con nosotros se nos unieron. Nosotros nos opusimos categóricamente a esta maniobra y, formando una cadena, nos pusimos a la cabeza del cortejo, entonando canciones anarquistas y anticomunistas.

Primero nos recriminaban nuestra conducta, pero al ver que la masa revolucionaria y anarquista nos apoyaba y que los cooperadores y la juventud comunista de Dmitrov nos secundaban, optaron por retirarse. Al llegar frente a la cárcel de Butirki, donde había cientos de anarquistas presos, nos detuvimos, inclinamos las banderas y, a plena voz para que nos oyeran los presos dentro de la cárcel, coreamos la marcha anarquista y otras canciones revolucionarias.


La juventud comunista y los cooperadores de Dmitrov, los tolstoyanos y los socialistas revolucionarios iban con nosotros en el cortejo todo el tiempo, y también inclinaron sus banderas rojas. Pero los anarcobolcheviques y los anarquistas soviéticos o se retiraron con sus banderas de la estación misma, o iban en las filas protestando. Algunos de éstos hasta llegaron a decirnos cosas duras, manifestando que nosotros insultábamos al difunto; a lo que se les contestó que los que están detrás de las rejas en las mazmorras comunistas son discípulos y amigos de P. A. Kropotkín, y si los comunistas no les permiten participar en su entierro, aquí está el difunto para despedirse de ellos.

Si Lenin y los comunistas pretenden ante el mundo rendirle honores y homenajes y se niegan a cumplir su última voluntad, somos nosotros, los anarquistas, los moralmente obligados a  defender esa su voluntad y hacer conocer su último saludo a los para quienes fueron sus últimos pensamientos, y desenmascarar ante el mundo revolucionario y obrero la conducta innoble y jesuíta del Torquemada rojo, quien ha colocado sobre todas las entradas de las cárceles el famoso lema socialista: «Proletarios de todos los países, uníos».

Así, a paso lento, el cortejo seguía todo el camino hasta la Casa de los Sindicatos, todo el camino de la estación Savelev hasta el centro de Moscú, encabezado por nosotros que coreábamos nuestras canciones y gritábamos nuestras protestas.

Al otro día por la mañana, el 2 de febrero, se supo que el Comité Ejecutivo Central de los Soviets había pasado la última voluntad de Kropotkín a la resolución de la Comisión Extraordinaria Panrusa de lucha contra la contrarrevolución (la Ve-Che-Ka) y que la Ve-Che-Ka declaró que pondría en libertad únicamente a los que ella crea anarquistas, y esto solamente para participar en el entierro.

Esto ya pasaba todos los límites de bajeza, y entonces resolví hacer una bandera de protesta del nombre de los anarquistas perseguidos y presos en las cárceles comunistas.

El Gobierno soviético daba toda la tela que se necesitaba para banderas; los dibujantes trabajaban a nuestro primer pedido, y en una hora hicimos una bandera negra con la inscripción que improvisé apuradamente:

«Exigimos la libertad de los anarquistas que luchan por las ideas de Kropotkín — la Anarquía —, de las mazmorras carcelarias.»


En el centro de la sala, donde se encontraba el féretro, y alrededor de las columnas, se colocaron las banderas y las coronas de las entidades e instituciones oficiales y soviéticas, en su mayoría rojas. Las banderas negras, con
algunas excepciones, fueron colocadas tras de las columnas o en los rincones de la vasta sala. Así que no pudimos encontrar ningún lugar donde la bandera estuviera bien a la vista.

La Comisión artística del entierro se negó rotundamente a dar lugar a esa bandera en la sala. Nosotros estábamos dispuestos a todo, y resolvimos que la bandera figurara en el entierro y estuviera en la sala mismo si fuera necesario tenerla todo el tiempo a viva fuerza. Entonces una entidad legalizada de los anarquistas universalistas consintió retirar su bandera del centro de la sala y colocarla tras de las columnas, dando así lugar a la bandera de protesta en el centro de la sala entre las columnas y en un lugar bien visible.

ANATOL GORELIK

El aborto es un derecho, no un delito

 
 
Gallardón muestra su auténtico rostro, un ser tan amoral como él, se quiere arrogar la autoridad moral de decirles a las mujeres cuando deben parir, cosa que no podemos permitir, de ninguna de las maneras.
 
Volvemos a los tiempos en los que las mujeres que se quedan embarazadas de un hijo no deseado, son poco menos que furcias. Las beatas votantes del PP volverán a llamar descarriadas, libidinosas o descocadas a todas las mujeres libres del patriarcado castrador de los derechos femeninos, la ley les dará la razón... y con el beneplácito del Tribunal Constitucional, ese nido de cuervos franquistas; por no hablar de los grajos de la curia, ya sólo queda un paso más para que vuelvan a meterse entre nuestras sábanas y decirnos como folla un español de bien.
 

Estos hipócritas meapilas, los mismos que llevan a sus hijas a abortar a Londres pero que nunca permitirán esa libertad a las de abajo, incluso se atreven a decir que el aborto no es un derecho, sino todo lo contrario, un delito. Todos estos años de inopia política por parte de la población nos están pasando factura ahora, ¿cómo hemos podido permitir llegar hasta donde estamos? si no les paramos los pies a estos neofranquistas del demonio, estamos peor que muertos.
 

Son tan imbéciles estos fachas que no ven más allá de sus narices porcinas, están cavando su propia tumba política, esto es justamente lo que necesitaba el PSOE, algo con que diferenciarse del PP y así parecer de "izquierdas", si es que estos fachas siguen siendo tan memos e iletrados como sus progenitores franquistas, y todo por un puñado de votos de trasnochados ultracatólicos, además de por podredumbre moral, por supuesto.
 

Esto es un ataque directo contra los derechos fundamentales e innegociables de algo más de la mitad de la población de este país, por lo que no se puede permitir tal atentado masivo contra la mitad de las personas de nuestra tierra sólo por razón de su sexo. Esto es algo que nos incumbe a todos, hombres y mujeres, si la mitad de nuestros vecinos no son libres de hacer lo que les plazca con su propio cuerpo, entonces ninguno de nosotros somos libres.
 

Los ultracatólicos vuelven a hacer gala de su hipocresía ya sobradamente conocida. Estos que nos meten en guerras injustas en las que mueren cientos de miles de civiles inocentes e indefensos, que negocian vendiendo muerte y destrucción con el tráfico de armas, que aplican por decreto leyes que condenan a la desesperación a cientos de miles de familias; son los mismos que van por ahí diciendo que ellos son los provida, los defensores de la vida, cuando sólo son la parte más despreciable y mísera del ser humano, los enemigos del bien común y la paz social.
 
 

Procedencia de la inhumanidad propia de un pepero

 
Achí loch tengo cogidoch por loch huevoch a todoch echtoch rojoch, Chorayita.
Yo apretaría más presi, ¡qué se jodan!
 
Las personas honradas y trabajadoras se preguntan ¿cómo pueden éstos del PP hacer lo que están haciendo y encima decirnos que todo es por nuestro bien? ¿cómo es posible que puedan dormir plácidamente sabiendo que atentan contra el pueblo? puede que me equivoque, pero sólo se puede ser tan desalmado si se ha recibido previamente un amaestramiento deshumanizado desde pequeño.
 
Los ricos de este país son una casta que se cree tocada por Dios, de ahí que ellos sean ricos y el 99% de la población mal viva, por eso ese 99% no agraciados con el favor de Dios deben trabajar para el 1%, los elegidos (aunque no se sabe porqué) de Dios. No contentos con hacernos vivir en un infierno, si además se te ocurre contestar, ni siquiera en muerte descansarás, arderás en el fuego eterno ese que dicen existe al sur del cielo.

Esto puede parecer exagerado, pero así lo creen, (por muy demencial que pueda parecer a cualquier persona que no sea imbécil) los cuervos de la curia y sus lacayos ultraderechistas se creen pastores que saben lo que más conviene al rebaño, piensan que su dogma es algo divino y por tanto no admite debate posible, ¿qué somos nosotros, meros mortales? ¿acaso podemos contestar la palabra de un ser superior a la par que intangible? Un Dios que sólo habita en cerebros contaminados por la basura católica, ese Dios sólo es el producto de algunos enfermos mentales que encontraron así el chollo para mandar sobre los demás y fomentar la incultura, para así poder abusar del pueblo sin demasiadas complicaciones.
 
"Todo ocurre porque así lo quiere Dios, él quiere que tú seas pobre y yo rico, así que debes conformarte o serás castigado, por la policía y por Satán cuando mueras, hereje del demonio", graznará el ultracatólico que no falta ningún sábado al burdel, ni tampoco a misa de 12:00 el domingo, por supuesto que acompañado  de su "señora". Lo que viene llamándose el "orden divino" nos deja como la bandera de Japón el mojino.
 
Como Rajoy, es tan barato, que ni siquiera tiene palabra

A continuación comparto con vosotros una parte de un artículo escrito por Rajoy allá por el año 1983, cuando era diputado de AP en el Parlamento gallego. En él deja bien clarito cual es su opinión acerca de la igualdad humana; segun él, no todos somos iguales, los hay malos, regulares, buenos y excelentes, por supuesto que él mismo se cuenta entre los últimos, que las personas de "buenas familias" (ultracatólicas y fachas) poseen mejores genes que el vulgo, por lo tanto, sus hijos, al heredar genes Pata Negra, son desde el momento de su concepción mucho más inteligentes y superdotados (en todos los aspectos) que quienes nacemos en familias humildes pero honradas, pasen y lean.

<<Recientemente, Luis Moure Mariño ha publicado un excelente libro sobre la igualdad humana que paradójicamente lleva por título “La desigualdad humana”. Y tal vez por ser un libro “desigual” y no sumarse al coro general, no ha tenido en lo que ahora llaman “medios intelectuales” el eco que merece. Creo que estamos ante uno de los libros más importantes que se han escrito en España en los últimos años. Constituye una prueba irrefutable de la falsedad de la afirmación de que todos los hombres son iguales, de las doctrinas basadas en la misma y por ende de las normas que son consecuencia de ellas.

Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación. Cuando en la fecundación se funde el espermatozoide masculino y el óvulo femenino, cada uno de ellos aporta al huevo fecundado –punto de arranque de un nuevo ser humano- sus veinticuatro cromosomas que posteriormente, cuando se producen las biparticiones celulares, se dividen en forma matemática de suerte que las células hijas reciben exactamente los mismos cromosomas que tenía la madre: por cada par de cromosomas contenido en las células del cuerpo, uno solo pasará a la célula generatriz, el paterno o el materno, de ahí el mayor o menor parecido del hijo al padre o a la madre.>>
 
Los nietos de esta dulce abuelita sí que tienen buenos genes, los de quienes no se dejan pisar

Sí majetes, existen personas así, por más que estos rebuznos perpetrados por Rajoy cuando era joven parezcan imposibles, desgraciadamente existe gentuza así, con principios morales que más bien parecen el fin de toda moral. Este desagradable ser de mente deforme y obtusa se crió entre curas, entre chusma franquista que siempre odió y odiará al de abajo, esa fue su pútrida educación, por eso no pestañea a la hora de atentar contra el pueblo, por eso dice que no cumplió con lo prometido pero sí con su deber. Ahora, henchido de la vanidad y prepotencia propias de un infrahumano al que le dan una gorra y se cree el enviado de Dios en la Tierra, disfruta dejando en la indigencia y llevando hasta la desesperación a cientos de miles de familias, se regocija revolcándose en su propia mierda cual cerdo.
 
Ahora nos hará pagar a todos la doble humillación recibida en las elecciones en las que se enfrentó a Zapatero. Valiente monigote, no fue capaz de ganarle al inútil de ZP, ni siquiera mintiendo miserablemente. Pero claro, él pensará que no ganó porque el pueblo es tonto y no sabe apreciar la "excelencia", fruto de unos "güenos genes", los de un cabrón y una beata franquistas, sí señor; buenos genes para ser un miserable al que no le importa el dolor ajeno, excepto el de los suyos.

Se ve que en ese año de 1983 Rajoy tenía la pluma calentita, volvió a trasladar sus rebuznos al papel, esta vez lo hizo en el periódico Faro de Vigo, el 4 de marzo de 1983. En esta ocasión dice que quienes denuncian las desigualdades sociales, sólo son unos envidiosos, que en realidad lo que les gustaría es quitar del pedestal a los ricos para después ponerse ellos. Por mi parte, si en algún momento tuviera la mínima sospecha de que siento envidia por alguien tan rastrero y amoral como Rajoy, me cortaría el cuello; me dan náuseas sólo con ver su despreciable rostro. Bueno, veamos esos rebuznos transcritos al idioma castellano.
 
Esta es la cantera de los buenos genes esos que rebuzna Rajoy. Según él, la peor chusma habida sobre la Tierra son los portadores de la herencia que proporciona la excelencia.

<<La primera parte de “La envidia igualitaria” tiene como objetivo básico, ampliamente logrado por cierto, el recopilar los escritos históricos sobre la envidia. En ella se sintetizan los diversos estudios y opiniones que a lo largo de los tiempos ha provocado el pecado de la envidia. Desde los griegos hasta los contemporáneos pasando por los latinos, Sagrada Escritura, la patriótica, los medievales, los renacentistas, barrocos y modernos, todos los grandes pensadores han denunciado la malignidad de ese sentimiento.

En el segundo apartado del libro, Gonzalo Fernández de la Mora analiza de manera exhaustiva y profunda el problema de la envida –a la que define como “malestar que se siente ante una felicidad ajena, deseada, inalcanzable e inasimilable”-, de su utilización política (vaguedades como “la eliminación de las desigualdades excesivas”, “supresión de privilegios”, “redistribución”, “que paguen los que tienen más…” son utilizadas frecuentemente por los demagogos para así conseguir sus objetivos políticos), las defensas ante la misma (la huida, la simulación y la cortesía son medios de que tiene que valerse el “envidiado” para evitar el provocar el sentimiento), y la manera de superarla que es la autoperfección y la emulación.>>
 
Resulta que quien no puede dar a sus hijos todo lo que merecen, sólo son unos envidiosos, ya les gustaría mandar a sus hijos a estudiar a Londres, por eso se manifiestan, no porque reivindiquen sus derechos innegociables, no; lo hacen sólo por envidia, aunque si siguen escupiendo a los de abajo, lo harán por odio profundamente justificado.

Desde esta otra entrada del blog podéis leer los "artículos" al completo, si es posible leedlo no demasiado alejados del baño, por aquello del vómito compulsivo y eso, salud.
 
Un tipo excelente...
 

La anarquía y la Iglesia. Elisée Reclus (1903)



Entre la ingente producción bibliográfica anarquista hay autores y obras que parecen soportar magníficamente el paso del tiempo. Un buen ejemplo de ello es Jean Jacques Élisée Reclus, el geógrafo y revolucionario francés fallecido en 1905 en Torhout (Bélgica). La monumental obra de Élisée ha sido profusamente editada por los más diversos países del mundo y continúa siendo leída y estudiada cien años después de su fallecimiento. Y entre los personajes que se han confesado admiradores de su obra están figuras de la talla de Jules Verne, Manuel González Prada o Vicente Blasco Ibáñez. (Ver más) 


La conducta que el anarquista ha de observar con respecto al hombre de Iglesia, está de antemano trazada; mientras que curas, frailes y demás detentadores de un pretendido poder divino se hallen constituidos en liga de dominación, tiene que combatirlos sin tregua, con toda la fuerza de su voluntad, con todos los recursos de su inteligencia y su energía.

Esta lucha no ha de ser un obstáculo para que se guarde el respeto personal y la buena simpatía a cada individuo cristiano, budista, fetichista, etc., etc. Principiemos por libertarnos, trabajemos en seguida por la libertad de nuestro antagonista.
 
Lo que se debe temer de la Iglesia y de todas las Iglesias, nos lo dice clarísimamente la historia, y no hay excusa acerca de este punto; todo error o mala interpretación, es inaceptable; más aún, es imposible. Somos aborrecidos, execrados, malditos, démonos condenados a los tormentos del infierno, lo que para nosotros no tiene sentido, y, lo que es indudablemente peor, somos señalados a la vindicta de las leyes temporales, a la venganza particular de los carceleros y de los verdugos y aún a la originalidad de los atormentadores que el Santo Oficio, viviente todavía, mantiene en los calabozos.

El lenguaje oficial de los papas, formulado en sus recientes bulas, dirige expresamente la campaña contra los «insensatos y diabólicos innovadores, los orgullosos discípulos de una pretendida ciencia, las personas delirantes que piden la libertad de conciencia, los que desprecian todas las cosas sagradas, los aborrecibles corruptores de la juventud, los obreros del crimen y de la iniquidad». Anatemas y maldiciones dirigidos de preferencia a los hombres revolucionarios que se denominan libertarios o anarquistas.

Muy bien; lógico es que los que se llaman y se tienen por consagrados al absoluto dominio del género humano, creyéndose poseedores de las llaves del cielo y del infierno, concentren toda la fuerza de su aborrecimiento contra los réprobos, que niegan sus derechos al poder y condenan las manifestaciones todas del poder ese. «¡Exterminio! ¡Exterminio!» Tal es, como en los tiempos de Santo Domingo y de Inocencio III, la divisa de la Iglesia.

Oponemos, a la intransigencia de los católicos, idéntica intransigencia, más como hombres, y como hombres inspirados en la ciencia, no como taumaturgos y verdugos.

Rechazamos terminantemente la doctrina católica, de igual modo que la de todas las religiones afines; luchamos contra sus instituciones y sus obras; nos proponemos desvanecer los efectos de todos sus actos. Pero sin odio de sus personas, porque sabemos que todos los hombres se determinan por el medio en que sus madres y la sociedad los colocaran; no ignoramos que otra educación y otras circunstancias menos favorables habrían podido embrutecernos también, y lo que principalmente nos proponemos, es desarrollar para ellos, si es tiempo todavía, y para las futuras generaciones, otras condiciones nuevas que curen por fin a los hombres de la locura de la cruz y demás alucinaciones religiosas.

Muy lejos de nosotros está la idea de vengarnos, cuando haya llegado el día en que seamos los más fuertes: no habría cadalsos ni hogueras bastantes para vengar el infinito número de víctimas que las Iglesias, la, cristiana especialmente, sacrificarán en nombre de sus dioses respectivos, en el transcurso de la serie de siglos de su ominosa dominación.

Por otra parte, la venganza no se cuenta entre nuestros principios, porque el odio llama al odio, y nosotros nos sentimos animados del más vivo deseo de entrar en una nueva era de paz social. El decidido propósito que nos impulsa, no consiste en hacer uso de «las tripas del último sacerdote para ahorcar al último rey», sino en buscar la manera de impedir que nazcan reyes y curas en la purificada atmósfera de nuestra ciudad nueva.


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Montaje Caso Bombas [Documental]

 

 
Santiago, diez de octubre de dos mil doce.

Vistos:

El Tercer Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, por sentencia de 13 de julio de 2012 absolvió a los imputados:

Francisco Solar Domínguez, de ser autor del delito de colocación de artefactos explosivos en la Agencia Nacional de Inteligencia cometido el 18 de enero de 2006, del mismo delito que afectó al Consejo de Defensa del Estado el 21 de diciembre de 2006 y a la sucursal La Cisterna de Chilectra, ocurrido el 16 de octubre de 2007.

Gustavo Fuentes Aliaga, de ser autor del delito de colocación de artefactos explosivos el 21 de diciembre de 2006 en el Consejo de Defensa del Estado y el 27 de diciembre de 2007 en Automotora Atal.

Felipe Guerra Guajardo, de ser autor del delito de colocación de artefacto explosivo el 22 de mayo de 2009 en calle Ventura Lavalle, frente al N° 435, Santiago.

Mónica Caballero Sepúlveda, de ser autora del delito de colocación de artefacto incendiario el 21 de noviembre de 2009 en la Iglesia Los Sacramentinos.

Omar Hermosilla Marín y Carlos Riveros Luttgue, del cargo de ser autores del delito de financiamiento de asociación ilícita terrorista que habría ocurrido en septiembre de 2009.

Se condenó al pago de las costas de la causa al Ministerio Público, al Ministerio del Interior, al Consejo de Defensa del Estado, a Hoteles de Chile y a la Parroquia Inmaculada Concepción de Vitacura.
 

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AGRUPACIÓN DE APOYO A LXS DETENIDXS EN EL "CASO BOMBAS":