Accidente de tren en S. de Compostela. Inmensa tristeza y solidaridad

 
 
Hoy es un día de gran tristeza para todos, en los momentos que escribo esto ya son 77 los muertos y más de 100 heridos, entre ellos muchos en estado grave, debido al accidente de tren ocurrido en Santiago de Compostela. Inmensa tristeza, ese es el único sentimiento que ahora mismo albergo, ni odio hacia los responsables de esta catástrofe - porque tiene que haberlos- , ni nada más que una inmensa y profunda tristeza. Nuestra vida es mucho más frágil y efímera de lo que muchas veces pensamos, estas personas iban con toda la ilusión del mundo a pasar unos días de relax frente a tanta mierda como vemos a diario por Tv y se han encontrado con la muerte.
 
A pesar de que ahora sólo cabe el dolor, la solidaridad y la profunda tristeza, en los siguientes días se pedirán explicaciones, esta vez no podrán echarle la culpa al pobre maquinista, - una víctima más aunque haya salvado la vida- estos trenes funcionan prácticamente solos, automatizados por medio de sistemas digitales, el maquinista sólo está presente por si se enciende alguna luz roja, su presencia es meramente testimonial podríamos decir.

Aunque no sea momento para bromas, una manera muy gráfica de explicar la función de los maquinistas en estos trenes ultra modernos sería comparar su trabajo con el de Homer Simpson en la central nuclear, hasta un mono podría hacerlo, pero estos trabajadores deben superar numerosas pruebas antes de ponerse a los mandos de cualquier máquina, por lo tanto y en mi corto entender no creo posible el error humano, más bien el error técnico, que por supuesto también es humano, pero no responsabilidad del maquinista; bueno, eso ya lo veremos, en estos momentos sólo siento una inmensa tristeza por tanto sufrimiento que seguramente podría haberse evitado.

Si existe algo que pueda mitigar en estos momentos esa inmensa tristeza que todos sentimos, eso es la solidaridad incondicional demostrada por tantas personas, ya sea donando sangre, (se colapsaron los centros habilitados para ello) llevando mantas a pie de los vagones, auxiliando a los pocos heridos que salieron por su propio pie de los vagones, voluntarios desplazados desde toda Galicia, Portugal o Francia, etc...
 
Es en estos momentos cuando uno se siente orgulloso de pertenecer a la especie humana, cuando se ve realmente cual es nuestra verdadera naturaleza. Cuando ocurre una desgracia como esta o un terremoto o algo parecido, resurge nuestra verdadera esencia solidaria y el apoyo mutuo desinteresado, en contra de los que se empeñan en denigrarse a sí mismos calificando toda nuestra especie de dañina y poco de fiar, si existe algo que pueda mitigar tanto dolor creo que es esta muestra de nuestra auténtica naturaleza como especie animal, naturaleza eso sí, corrompida por los Estados para beneficio de ellos, pero en el fondo, ni siquiera tras siglos de esclavitud y servilismo, han podido borrar de lo más profundo de nuestra alma el sentimiento de solidaridad y la capacidad de empatía y apoyo muto.
 
Poco más puedo decir, sólo esperar que esta vez se haga justicia y no ocurra como con el Metro de Valencia, aunque como ya he dicho antes ahora no tengo ganas, ni tampoco tenemos suficientes datos como para poder decir nada con seguridad, sólo que ojalá que toda esa solidaridad mostrada por tantas personas sirva para mitigar un poco el dolor de los supervivientes y los familiares de todos los afectados, 77 muertos son muchas familias destrozadas, algunas de ellas posiblemente nunca se recuperen de una muerte tan inesperada y evitable.
 
Mi más sentido pésame a los familiares de los fallecidos y heridos, desde esta tristeza que hoy siento y que sólo me permite resaltar la parte buena, la de la solidaridad. En este blog no faltarán entradas en las que humildemente se apoyará la búsqueda de la verdad en esta terrible catástrofe, no debemos olvidar la memoria de tantas vidas segadas por el simple hecho de montarse en un tren de última generación que de ninguna manera debe fallar de esta forma.
 
Nota:
 
Justo antes de publicar esta entrada he podido leer que los familiares de los afectados se quejan de falta de información, aún no se han identificado los cadáveres, este gobierno vuelve ha demostrar su "competencia", como con el Yakolev o el 11-M, no se puede tener a estas personas en ascuas durante tantas horas, esto es intolerable... otra vez.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

“A los jóvenes” de Piotr Kropotkin

 

A éstos me dirijo, que los viejos -los viejos de corazón y de espíritu, entiéndase bien- no se molesten en leer lo que no ha de afectarles en nada. Supongo que tenéis dieciocho o veinte años, habéis terminado vuestro estudio o aprendizaje y entráis en el gran mundo; supongo también que vuestra inteligencia se ha purgado de las imbecilidades con que han pretendido atrofiarla y obscurecerla vuestros maestros, y que hacéis oídos de mercader a los continuos sofismas de los partidarios del obscurantismo; en una palabra, que no sois de esos desdichados engendros de una sociedad decadente que sólo procuran por la buena forma de sus pantalones, lucir su figura de monos sabios en los paseos, sin haber gustado en la vida más que la copa de la dicha, obtenida a cualquier precio… Todo al contrario de esto, os juzgo de entendimiento recto, y sobre todo, dotados de gran corazón.

La primera duda que surge en vuestra imaginación es ésta: “¿Qué voy a ser?”. Esta pregunta os la habéis hecho cuantas veces la razón os ha permitido discernir.
Verdaderamente que cuando se está en esa temprana edad en que todo son sueños de color de rosa no se piensa en hacer mal alguno. Después de haberse estudiado una ciencia o un arte -a expensas de la sociedad, nótese bien- nadie piensa en utilizar los conocimientos adquiridos como instrumento de explotación y en beneficio exclusivo, y muy depravado por el vicio debiera estar en verdad el que siquiera una vez no haya soñado en ayudar a los que gimen en la miseria del cuerpo y la miseria de la inteligencia. Habéis tenido uno de esos sueños, ¿no es verdad?
 
Pues estudiemos el modo de convertirlo en realidad.

No sé la posición social que ha presidido a vuestro nacimiento; quizá favorecidos por la suerte habéis podido adquirir conocimientos científicos, y sois médicos, abogados, literatos, etc…; si es así a vuestra vista ábrense vastísimos horizontes y se os ofrece un porvenir sonriente, quizá dichoso. O, por el contrario, malditos de la suerte sois hijos de un pobre trabajador, y no habéis tenido otros conocimientos que la escuela del dolor, de las privaciones y de los sufrimientos…

Establezcamos el primer caso; habéis cursado medicina; sois, pues, un facultativo. Un día un hombre de mano callosa, cubierta con una blusa, viene a buscaros para que asistáis a una enferma, conduciéndoos a casa de la paciente por una interminable serie de callejuelas, cuyas casas trascienden a pobreza. Llegáis, y os es forzoso casi encaramaros por una estrecha escalera, cuyo ambiente está cargado de hidrógeno, por las emanaciones que despide la torcida de un farol cuyo aceite se ha agotado.
 
Después de salvar dos, cuatro o treinta escalones, penetráis en la habitación de la pobre enferma. Como vuestra alma está aún pura, el corazón os late con más violencia de la acostumbrada al contemplar a aquella infeliz, tirada sobre un mal jergón, y… a aquellas cuatro o cinco criaturas, lívidas, tiritando de frío, acurrucadas al lado de su pobre madre, a fin de recoger el calor de la fiebre, ya que allí huelga todo abrigo. Los infelices niños, a quienes la desgracia ha hecho suspicaces, os contemplan asustados y se arriman más y más a su madre, sin apartar sus grandes ojos espantados de vuestra persona.

El marido ha trabajado durante su vida doce y trece horas diarias, pero ahora está de más hace tres meses; esto no es raro, se repite periódicamente. Antes no se notaba tanto su falta de trabajo, pues cuando esto acontecía su mujer se iba a lavar -¡quién sabe si habrá lavado lo vuestro!- para ganar una peseta al día. Pero ahora, postrada en el lecho del dolor hace dos meses, le es imposible, y la miseria más espantosa cierne sus negras alas en aquel hogar.

¿Qué aconsejaréis a aquella enferma, doctor? Desde luego habréis comprendido que allí reina la agonía general por falta de alimentación; prescribiréis carne, aire puro, ejercicio en el campo, una alcoba seca y bien ventilada. ¡Esto sería irónico! Si hubiera podido la enferma proporcionarse todo esto, no hubiera esperado vuestro consejo.

Esto no es todo. Si vuestro exterior revela franqueza y bondad, os referirán historias tanto o más tristes; la mujer de la otra habitación, cuya tos desgarra el corazón, es una planchadora; en el tramo de abajo todos los niños tienen fiebre; la lavandera que ocupa el piso alto no llegará a la próxima primavera, ¡ah! ¡y en la casa de al lado, en la otra, la situación es peor!...

¿Qué pensáis de todos estos enfermos? Seguramente les recomendaríais cambio de aire, un trabajo menos prolongado, una alimentación sana y nutritiva; pero no podéis y abandonáis aquellas catacumbas del dolor con el corazón lacerado.

Al siguiente día, y cuando aún no habéis desechado la preocupación de la víspera, un compañero os dice que ha venido un lacayo en carruaje para que fuerais a visitar al propietario de una casa, donde había enferma una señora extenuada a fuerza del insomnio, cuya vida está consagrada a visitas, afeites, bailes y disputar con su estúpido marido.

Vuestro compañero le ha prescrito hábitos más moderados, comida poco estimulante, paseos al aire libre, tranquilidad de espíritu y ejercicios gimnásticos en su alcoba, a fin de substituir un trabajo útil: una muere porque ha carecido de alimento y descanso durante su vida, y la otra sufre porque nunca ha sabido lo que es trabajar.

Si sois uno de esos repugnantes seres ante un espectáculo triste y miserable se consuelan con dirigir una mirada de compasión y beberse una copa de coñac, os iréis acostumbrado gradualmente a esos contrastes y no pensaréis sino en elevaros a la altura de los satisfechos para evitar tener que rozaros en lo sucesivo con los desgraciados.

Pero si al contrario, sois hombre; si el sentimiento se traduce en voluntad y la parte animal no se ha superpuesto a la inteligencia, volveréis a vuestra casa diciéndoos: -Esto es infame-; esto no puede continuar así por más tiempo. Es menester evitar las enfermedades y no curarlas.

¡Abajo las drogas! Aire, buena alimentación y un trabajo más racional; por ahí debe comenzarse; de otro modo, la profesión de médico sólo es un engaño y una farsa.
 
 
En ese mismo instante comprenderéis el anarquismo y sentiréis estímulos por conocerlo todo; y si el altruismo no es una palabra vacía de sentido, si aplicáis al estudio de la cuestión social las rígidas inducciones del filósofo naturalista, vendréis a nuestras filas y seréis un nuevo soldado de la Revolución social.

Quizá se os ocurra: ¡Al diablo las cuestiones prácticas! Como el filósofo y el astrónomo, consagrémonos a las especulaciones científicas. Esto seguramente puede producir un goce individual, una abstracción de la sociedad y sus males. Pero siendo así, yo pregunto: ¿en qué se diferencia el filósofo dedicado a pasar la vida todo lo agradablemente posible, del borracho que solo busca en la bebida la inmediata satisfacción de un placer? Indudablemente el filósofo ha tenido mejor acierto cuando a la elección de goce, que es más duradero que el del borracho; pero esto es la sola diferencia; uno y otro tienen la misma mirada egoísta y personal.

Pero no desáis hacer vida semejante, y sí, por el contrario, trabajar en bien de la Humanidad; entonces saltará en vuestro cerebro una formidable objeción, y por poco aficionado a la crítica que seáis, comprenderéis perfectamente que en esta sociedad la ciencia no es otra cosa que un apéndice de lujo que no sirve sino para hacer más agradable la vida de los menos, permaneciendo inaccesible a los más.

Ahora bien; hace más de un siglo que la ciencia ha establecido sobre bases sólidas, razonadas nociones cosmogónicas cuanto al origen del Universo. ¿Cuántos las conocéis? Algunos millares solamente desperdigados entre centenares de millares sumidos aún en supersticiones dignas de los salvajes y, por consiguiente, dispuestos a servir de lastre a los impostores religiosos.

O bien lanzad una ojeada sobre lo que ha hecho la ciencia para elaborar las bases de la higiene física y moral; ella os dice cómo debemos vivir para conservar la salud del cuerpo y mantener en buen estado las numerosas masas de nuestras poblaciones. Pero todo esto es letra muerta, por que la ciencia sólo existe para un puñado de privilegiados, y porque las desigualdades que dividen a la sociedad en dos clases -explotados y detentadores del capital- hacen que las enseñanzas racionales de la existencia sean la más amarga de las ironías para la inmensa mayoría.

Aun podría citar más ejemplos, pero no lo juzgo imprescindible, puesto que la cuestión no es amontonar verdades y descubrimientos científicos, sino extender hasta lo infinito los ya adquiridos, hasta que hayan penetrado en la generalidad de los cerebros. Conviene ordenar de tal suerte las cosas, que la masa del género humano pueda comprenderlas y aplicarlas: que la ciencia deje de ser un lujo; todo al contrario, que sea la base de la vida de todos. Lo exige la justicia.

De este modo no ocurriría, por ejemplo, lo que pasa hoy con la teoría del origen mecánico del calor, que enunciada el siglo pasado por Hir y Clausius, ha permanecido durante más de ochenta años enterrada en los anales académicos, hasta que la desenterraron los conocimientos de la física, extendidos lo suficiente para formar una parte del público capaz de comprenderla, ha sido necesario tres generaciones para que las ideas de Erasmo y Darwin sobre la variabilidad de las especies fuesen acogidas y admitidas por los filósofos académicos, obligados por la opinión pública. El filósofo, así como el artista y el poeta, es siempre producto de la sociedad en que enseña y se mueve.

Si os persuadís de estas verdades, comprenderéis que es de todo punto imprescindible cambiar radicalmente un tal estado de cosas que condena al filósofo a repletarse de conocimientos científicos y al resto del género humano a permanecer en la misma ignorancia que hace diez siglos; esto es, en el estado de esclavitud y de máquina incapaz de asimilarse las verdades establecidas. Desde el momento que os hayáis persuadido de estas profundas verdades iréis poco a poco odiando la inclinación a la ciencia pura y trabajaréis por buscar el medio de efectuar esa transformación social; y si inauguráis vuestras investigaciones con la misma imparcialidad que os ha guiado en los estudios científicos, abrazaréis sin remedio la causa del socialismo.

Haréis, en una palabra, tabla rasa de todos los sofismas y engrosaréis nuestras filas, cansados de procurar placeres a esa minoría que de tantos disfruta, y pondréis todo vuestro valer al servicio de los oprimidos.

Estad seguro que entonces el sentimiento del deber cumplido y la perfecta relación entre vuestras ideas y acciones os mostrarán una existencia nueva que os es desconocida; y cuando un día, día que indudablemente se aproxima -con permiso de vuestros profesores- se haya realizado el fin que os proponíais, las nuevas fuerzas del trabajo científico colectivo, con la poderosa ayuda de ejércitos de trabajadores que vendrán a prestarle sus concurso, harán que la ciencia dé un paso hacia delante, comparado con el cual el lento progreso del presente, parecerá un simple juego de niños. Entonces gozaréis de la ciencia y este goce será para todos.
 
Texto completo:
 
 
 

Lenin y la libertad de prensa. El proceso contra Russkie Vedomosti (Noticias rusas)

 

Savínkov

Este juicio, uno de los primeros y más antiguos, fue un proceso contra la palabra. El 24 de marzo de 1918 este conocido «periódico de los profesores» había publicado un artículo de Savínkov titulado «De viaje». Las autoridades de buena gana le habrían echado el guante al propio Savínkov, pero ¿dónde iban a buscarlo si el maldito estaba de viaje? Así que tuvieron que contentarse con clausurar el periódico, sentar en el banquillo de los acusados a su anciano director, P.V. Yegórov, y pedirle a él las explicaciones: ¿Cómo se había atrevido? Hacía ya cuatro meses que el país había entrado en una Nueva Era, ¡ya era hora de que se fuera acostumbrando!

Yegórov se justifica ingenuamente: dice que «el artículo lo ha escrito un político eminente cuya opinión, con independencia de que fuera o no compartida por la redacción, tiene un interés general». Más adelante añade que no ve difamación alguna en las afirmaciones de Savínkov: «no olvidemos que Lenin, Natanson y Cía. llegaron a Rusia vía Berlín, es decir, que las autoridades alemanas les ayudaron a regresar a la patria», puesto que así ocurrió realmente: la Alemania del Kaiser, a la sazón en guerra, había ayudado al camarada Lenin para que regresara.
 
Krylenko
Krylenko exclama que no pretende acusar al periódico de difamación (¿pues entonces de qué?), que están juzgando al periódico ¡por intento de influir en la opinión! (¡Habráse visto: un periódico con semejantes intenciones!) Tampoco se hace responsable al periódico por la frase de Savínkov: «hay que ser un criminal insensato para afirmar con toda seriedad que el proletariado mundial nos va a brindar apoyo», pues no hay duda de que acabarán apoyándonos...

La condena fue exclusivamente por el intento de influir en la opinión: un periódico que se publicaba desde 1864, que había sufrido todos los períodos de reacción imaginables: el de Uvárov, Pobedonóstsev, Stolypin, Kasso y un sinnúmero más, ¡ahora quedaba cerrado por siempre ! (¡Por un solo artículo, por siempre! ¡Así es como hay que gobernar!) En cuanto al redactor Yegórov... — ¿cómo no les da vergüeza tanta clemencia? ¡Ni que estuviéramos en Grecia! —, tres meses en una celda incomunicada. (Pero, en fin, sólo estábamos en 1918. Si el viejo sobrevivía, ya volverían a encerrarlo, ¡y después, aun tantas veces más como hiciera falta!)
 
En aquellos procelosos años, por extraño que parezca, los sobornos se daban y recibían con la mayor exquisitez, como siempre fue en la antigua Rusia, y como siempre será en la Unión Soviética. Las ofrendas llegaban incluso — y sobre todo — a los organismos judiciales. Y — ¿nos atrevemos a decirlo?— también a la Cheká.

Los tomos de historia encuadernados en rojo, estampados con letras de oro, guardan silencio, pero los viejos, que fueron testigos, recuerdan que en los primeros años tras la Revolución — a diferencia de lo que ocurriría en la época de Stalin — la suerte de los presos políticos dependía enormemente de los sobornos: los aceptaban sin sonrojo y después cumplían con honestidad y soltaban a los detenidos a cambio del dinero. Hasta Krylenko, que sólo recoge una docena de procesos en cinco años, habla de dos en los que hubo soborno. ¡Qué descorazonador!, los tribunales revolucionarios, tanto el Supremo como el de Moscú, avanzaban hacia la perfección por tortuosos vericuetos: ambos habrían de ver empañada su honradez.
 
Texto extraído de:
 
 
El Archipiélago Gulag. A.  Soljenitsin
 
 
 
 

Perros de pren$A

 

 
Estos perros de prensa que ladran en las tertulias de Tv o rádio, disfrazados de personas razonables y respetables, no son más que esbirros descarados de los amos. Muy bien pagados para sembrar la confusión y convertir una gran mentira en una realidad indiscutible, como en el caso de los recortes y las leyes cada vez más represivas. Son sobradamente conscientes de su impostura, pero las grandes cantidades de dinero que reciben por perpetrar sus atentados orales acallan unas conciencias ya de por sí bastante distraídas. Según puedo comprobar a diario, éstos se ganan su sueldo a pulso, incluso deberían pagarles más, porque cuando hablo con algún vecino casi siempre arguyen los mismos argumentos vistos o escuchados por Tv o rádio y ladrados por estos perros de prensa. Eso del pensamiento crítico o libre pensamiento es, por lo visto, algo tan alejado del ciudadano medio como podría serlo la astrofísica, ¿para qué pensar? ¡qué lo hagan quienes cobran por ello!
 

Los anarquistas nunca se han cansado de repetir que la cultura, el conocimiento del cómo y el por qué de las cosas, es el arma más potente que pueden esgrimir los de abajo, mucho más potente y efectiva que la violencia revolucionaria hacia los que no acatan la doctrina de los impostores marxistas. Sólo así podremos evitar que, por ejemplo, los perros de prensa siembren en terreno abonado, y estoy seguro que es mucho más civilizado impedir que puedan engañarnos al encontrar un solar estéril para hacerlo, que directamente eliminar al que dice cosas que no te gustan, como ladran los dirigentes marxistas que instan al pueblo a la violencia desde sus pulcros despachos. La violencia es muchas veces una necesaria herramienta de la revolución, pero debe usarse como un bisturí, nunca como un hacha, nuestro cerebro es mucho más peligroso, si somos capaces de no dejarnos engañar por nadie que quiera representarnos y vivir de nosotros, los cerdos políticos de partido morirán como peces fuera del agua, ellos se alimentan de la ignorancia colectiva. No debemos nunca olvidar que los asesinos son los que sustentan el Estado, no el pueblo honrado y trabajador.
 
Los que sólo buscan la verdad...

Estos perros de prensa son tan culpables de la situación que vivimos como puedan serlo los políticos de partido de toda ralea u condición, ellos "explican" más y mejor que los políticos la "razón" de todos estos atentados contra el pueblo llamados recortes o reformas, ellos tienen tantas cuentas por saldar con el pueblo como la chusma partidista. Incluso se les llega a llamar "creadores de opinión", cuando lo suyo es trabajar para que sólo su opinión sea la correcta e indiscutible. Enfrentando a unos trabajadores contra otros, defenestrando a los funcionarios para que otros trabajadores no los consideren sus iguales, fomentando el odio entre clases al defender las diferencias sociales cada vez mayores, achuchando a los perros del Estado animal, así se gana la vida esta escoria que no sirve ni para carne picada
 
 
El Cerdito Marhuenda es uno de los más claros exponentes de hasta donde puede llegar el servilismo patético de estos perros de prensa, si además pensamos que este tipejo de aspecto y personalidad despreciables es nada menos que profesor de universidad, nos podemos hacer una idea del país en el que nos ha tocado vivir. No sólo vomita consignas fascistas en la rádio o la Tv, también lo hace desde su puesto como profesor universitario, inyectando odio y desprecio hacia los de abajo en mentes predispuestas a ello por razones genéticas. Esta sabandija inmunda y muchos otros perros de prensa de su misma calaña, siempre nos hablan de excelencia, del gobierno de los "mejor preparados", porque su mente, sucia y rebosante de mierda católica cree profundamente que el pueblo es una turba que debe estar gobernada por los más "listos" y regida por principios morales ultracatólicos, como manda Dios y su puta madre (que al parecer es virgen), eso de la libertad y el derecho a decidir son milongas de la extrema izquierda, según los ladridos de estos despreciables perros de prensa.
 

Todos sabemos por instinto y vivencias diarias que el tener carreras universitarias sólo significa eso, que tienes un papelito en el que dice licenciado en tal o cual carrera, nada más. La cultura no se pesa en función de los títulos patentados por el Estado neonazi, sino por utilizar esos conocimientos adquiridos para el bien común. Para resumir, se pueden tener tres carreras universitarias o estar doctorado, pero si quien ostenta todos esos títulos es un cabrón, de nada sirve tanto conocimiento, es incluso dañido, porque pondrá toda esa técnica al servicio de los que siempre nos pisotearon y siguen pisándonos, en lugar de hacerlo para beneficio de todos.
 

Los periódicos no son más que panfletos al servicio de tal o cual partido, no informan, nos cuentan con cuentagotas lo que puede perjudicar al contrario, nos dicen que ellos sólo buscan la verdad, como el infame Pedro. J, que va de señor respetable pero le gusta vestirse de lencería fina roja y que una prostituta le incruste un consolador talla XXL por donde la espalda pierde su nombre, normal, con la mujercita que tiene no es para menos.
 

Después de haber perpetrado todos los crímenes que se le han pasado por la cabeza, ahora se pide la dimisión de Rajoy, no por haber dejado en la calle a 400.000 familias, no por haberle regalado nuestro dinero a los banqueros, tampoco por haber permitido la estafa de las preferentes a 1.000.000 de personas, se pide su dimisión porque han pillado a uno de los capos del PP y éste nos cuenta todo lo que ya sabíamos, que Rajoy es un ladrón, un mafioso y un mentiroso, ¿hay algo nuevo?. Así que vivimos en un triste país en el cual vale más la palabra de un mangante probado -por más que los perros de prensa se empeñen en llamarle "señor" y "presunto"- que la de todo un presidente del gobierno.
 
Debemos tener claro que estos perros de prensa son tan enemigos nuestros como lo puedan ser los perros del estado y sus colegas militares, igualmente peligrosos. No tienen credibilidad alguna, puesto que se les ve el plumero nada más abrir sus hocicos porcinos, un periodista sin credibilidad es como un un eunuco estrella del porno, no es nada, nada más que un puerco capaz de mentir sin pestañear y a sabiendas de que hace daño, pero nada les importa con tal de mantener su chalet en la playa y pasearse en sus Audis. Ellos también tendrán que rendir cuentas cuando llegue el momento, por cómplices necesarios para poder seguir manteniendo el engaño democrático a base de abusar de la ignorancia patrocinada por el estado. Sois basura, escoria prescindible, no aportáis nada bueno a esta sociedad, alimentáis el odio en los dos bandos mientras vosotros os reís de todos desde vuestra opulencia, sois menos que estiércol, sois perros de prensa.
 

El Marx desconocido o la limpieza de un personaje oscuro. Gastón Leval


Marx, como ya hemos visto, se dedicó gran parte de su vida a atacar a sus contemporáneos, a tratar de demostrar que sólo él era un revolucionario auténtico. La procedencia familiar, su vida intima, todo servía a Marx para atacar a la gente que no estaba de acuerdo con sus ideas.

El libro polémico de Marx contra Proudhon “Miseria de la Filosofía” contiene en gran parte ataques personales. En todo el tiempo que duró el enfrentamiento de Marx con Proudhon, éste último rechazó los ataques y se centro más en desarrollar sus teorías, pero Marx aprovechaba cualquier escusa para llamarle pequeño burgués y demás calificativos. Hemos visto ya también como se refería a Bakunin por su condición rusa.

Entonces, viendo la manera en la que Marx actuó, creo que es preciso regresarle la pedrada: poner la lupa sobre la vida íntima de Marx y ver si en verdad practicaba lo que decía o si sólo se dedicaba a lanzar proclamaciones que después él no hacía; ver además la manera en que se relacionaba con las personas más cercanas a él, y la concepción en que tenía a sus contemporáneos y los prejuicios que sobre él pesaban.
En los círculos intelectuales y en las aulas universitarias, cunde y se propaga una concepción positiva de Marx: un hombre ejemplar, luchador incansable por los intereses de los trabajadores, internacionalista, revolucionario, etc.; es necesario entonces cortar con estos mitos contrarios a los verdaderos hechos. 

Carlos Marx nació un 5 de mayo de 1818 en la ciudad de Trier, territorio del Rhin. Marx no era un apellido de origen judío: el abuelo de Carlos, Rabby Marc Levy llegó a Trier hacia finales del siglo XVIII y comenzó el mismo a llamarse Marx-Levy, y después elimino el Levy, quedando tan sólo en Marx . La familia Marx tuvo nueve críos, de los cuales Carlos fue el primer varón que sobrevivió.

En agosto de 1836 Carlos Marx se comprometió secretamente con quien sería su esposa, la varonesa Jenny Von Westphalen. Jenny era una joven hermosa a quien no faltaban pretendientes, pero que terminó por hacer caso al menos agraciado. Fue el padre de Jenny quien indujo a Carlos Marx a la lectura de Saint-Simón, Goethe, etc. El secreto del compromiso se mantuvo por nueve años.

Carlos Marx descendía de una larga progenie de judíos, lo cual no debía ser motivo de vergüenza para nadie. Pero contrariamente a lo que pudiera pensarse, Carlos Marx renegó toda su vida de su origen judío. De hecho, Marx se molestó mucho cuando uno de sus yernos, Charles Longuet, hizo lo posible por insertar en un periódico de París que él editaba una nota de alabanza a Marx relatando que el matrimonio Marx-Westphalen había pasado por distintos tropiezos debido a “Muchos prejuicios… el más fuerte de los cuales era el prejuicio racial. Como se sabe el ilustrado socialista es de origen judío”. Esta nota que buscaba narrar la lucha que habían tenido que mantener para estar juntos fue suficiente para que Carlos Marx se molestara y pidiera que jamás Longuet volviera a mencionar siquiera su nombre.

El padre de Carlos, Heinrich Marx, murió el 10 de mayo de 1838. Para 1841 la situación de los Marx no era tan grave económicamente. La madre de Carlos Marx, Henrietta Marx, adelantó a Carlos 1111 Talers de su herencia. Pero el joven Marx, que debía contar con 23 años de edad no era nada modesto: era ambicioso y se desentendió hasta de la obligación de ayudar económicamente a su familia, en especial si tomamos en cuenta que Carlos Marx era el mayor de la familia, y que contaba con hermanas menores. Marx no sólo no se hizo responsable de sus obligaciones para con su familia, sino que se indignó de que se le reprochara tal actitud y escribió a su amigo Arnold Ruge:

<<Mi familia… (…) a pesar de su riqueza [me] ponen obstáculos en el camino, que me causan en este momento duras circunstancias. (…) Gente no identificada (…) se ha infiltrado en el seno de la familia y ha organizado una vil conspiración contra mí. (…) Mientras viva mi madre, no tendré derecho a mi fortuna>>

En verdad esta avaricia de Marx no era nueva, en sus años de estudiante gasto casi 700 talers, obteniendo el reproche de su padre por tal actitud. A la muerte de Hinrich, la totalidad de los bienes que poseían los Marx equivalía a los 22.000 talers, de los cuales 11.130 correspondían a la dote de la madre.

Después de las deudas y de los pagos correspondientes, a Marx le tocaron 800 talers de la herencia. Las hermanas de Marx le reprocharon a éste el que se haya desentendido de sus deberes como jefe de familia y que se negara a ayudarles económicamente y dejándoles a un paso de la miseria. El interés que se obtenía por la dote de Henrieta era lo único que tenían de ingresos, el 8%, lo que significaban 900 talers para una viuda y cinco hijas, en contraste con los 700 que Marx había despilfarrado anteriormente.

El sentimiento natural del amor de un hijo hacia su madre en Marx se esfumó, o por lo menos tenía un modo muy peculiar de amar a su madre cuando en ella sólo veía el obstáculo que le impedía apoderarse de unas cuantas monedas, tal como le dice a Engels:

<<No puedo hacer nada con mi anciana (madre), que aún subsiste en Trier, a menos que me siente en su cuello.>>

El 8 de enero de 1863 Marx escribe a Engels estas vergonzosas palabras en relación a la muerte de Mary Burns, quien había sido su amante por espacio de 20 años:

<<Siento que haya sido Mary quien muriera en vez de mi madre.>>

Casi un año después de haber escrito esto se daba por fin el acontecimiento esperado por Marx: la muerte de su madre. Inmediatamente, el 2 de diciembre de 1863 Marx escribe entusiasta a Engels:

<<Hace dos horas recibí un telegrama con la noticia de que mi madre ha muerto. El destino reclamó a uno de nuestra familia. Yo mismo estoy con un pie en la tumba, empero, en las condiciones actuales, soy más necesario que la vieja. (…) Debería ir a Trier al momento, para asegurar la herencia.>>

Marx se encolerizó mucho al ver que requerimientos legales le imposibilitaban apoderarse del dinero que ya suponía en sus manos. Pero este percance le fue compensado, su madre había hecho una fortuna invirtiendo dinero de su dote y había amasado una fortuna de 41.300 florines, aproximadamente 7000 libras esterlinas. Marx obtuvo de este monto, después de pagar deudas con su tío, aproximadamente unas 850 libras, el equivalente 15 veces el salario anual de un trabajador ingles especializado. Pero este dinero pronto se escurrió entre los dedos de Marx.

No sólo la codicia era un defecto de Marx. Comúnmente se nos describe a Marx y Engels como internacionalistas y enemigos declarados de la esclavitud. Veamos si esto es correcto.

El 7 de agosto de 1866 Marx escribe a Engels una emocionada carta por un descubrimiento genial a los ojos de Marx. Se trataba de la lectura del conocido etnólogo francés racista Pierre Trémaux. Cualquier científico hubiera desechado tal literatura, por tratarse de basura, pero Marx se entusiasmo mucho y juzgó, incluso, que el trabajo de Trémaux era más significativo que el trabajo de Darwin. Según Trémaux, la raza negra no era producto de la evolución humana, sino más bien una degradación de la misma. Estas fueron sus palabras:

<<El negro atrasado no es un simio evolucionado sino un hombre degenerado.>>

Estas eran las opiniones de quien según Marx, estaba por encima del mismo Darwin. En verdad Marx no sólo consideraba a la raza negra inferiores, sino que estaba, incluso, a favor de su esclavitud. Veamos:

<<La esclavitud es una categoría económica como otra cualquiera. Por consiguiente, también tiene sus dos lados. Dejemos el lado malo de la esclavitud y hablemos de su lado bueno: de suyo se comprende que sólo se trata de la esclavitud directa, de la esclavitud de los negros en el Surinam, en el Brasil, en los Estados meridionales de América del Norte. Lo mismo que las máquinas, el crédito, etc., la esclavitud directa es la base de la industria burguesa. Sin esclavitud no habría algodón; sin algodón no habría industria moderna. La esclavitud ha dado su valor a las colonias, las colonias han creado un comercio universal, el comercio universal es la condición necesaria de la gran industria. Por tanto, la esclavitud es una categoría económica de elevada importancia. Sin esclavitud, América del Norte, el país de más rápido progreso, se transformaría en un país patriarcal. Borrad Norteamérica del mapa del mundo y tendréis la anarquía, la decadencia completa del comercio y de la civilización moderna. Suprimid la esclavitud y habréis borrado a Norteamérica del mapa de los pueblos.>>

Naturalmente Marx se entretiene hablando de anarquía como sinónimo de caos, pero véase como, pese a las argucias con que intenta convencernos, defiende claramente la esclavitud; esclavitud que, como el mismo dice,  es la base de la industria burguesa. Además ¿Qué significa esa frase lanzada al vacio sobre que sin la esclavitud América del Norte se transformaría en un país patriarcal? ¿Dominaba en América el matriarcado? Es evidente que estas palabras no buscaban sino asombrar a timoratos.

En la época de la Neue Rheinische Zeitung Marx escogió un corresponsal para Viena durante el explosivo año de 1848, se trataba de Eduard Von Müller, quien era conocido por sus prejuicios raciales contra los eslavos y judíos. Marx le eligió porque creía que sus opiniones raciales iban de acuerdo con las de él. Poco más tarde de haber ingresado Müller a Neue Rheinische Zeitung, se puso éste en contra de Marx, y escribió un texto donde llamaba a Marx “cobarde… hediondo a ajo… arrogante jesuítico… jefe rabino, etc.” ¿Cómo respondió Marx? Éste se quedo calladito, no supo ni pudo refutar nada, en verdad Marx era judío, pero no era este el motivo para que se le recriminara algo, sino el renegar de sus orígenes y haber emprendido muchos ataques en contra de los judíos.

Es verdad que después de la muerte de Marx, Engels se alejó un poco de estas prácticas y dejo de insultar a los judíos, pero su época racista la tuvieron, y Marx hasta su muerte. También es verdad que la hija de Marx, Eleanor, trabajó con judíos, y ella misma se decía judía también, aunque de acuerdo a la ley de los judíos no lo era, porque la posición de la madre es determinante, pero su animosidad de carácter hacia el pueblo judío es de resaltar. Sin embargo, aquí estamos tratando de Marx y Engels, y no de la familia del primero, quien al parecer también fue víctima del mismo Marx.

Pero si Marx era no sólo racista y codicioso, sino también dilapidaba el dinero que caía en sus manos ¿Cómo fue que pudo sobrevivir? En realidad no se trata en Marx de una persona que hiciera lo posible por salir adelante por sus propios medios: Engels le mantuvo generosamente por gran parte de su vida a él y a sus hijos.

Federico Engels nació en 1820, dos años más tarde que Marx. Era descendiente de una familia de industriales que habían adquirido fábricas de algodón en Manchester, Barmen y Engelskirchen. Se encadenó a los negocios de la familia y mantuvo a Marx durante la mayor parte de su vida de adulto. Este encadenamiento duró dos décadas, hasta que Engels se decidió a ser “un hombre libre”. A partir de aquí Engels asignó a los Marx una suma de cincuenta libras esterlinas anuales, con lo que les permitía vivir al nivel de la cómoda clase media.

Esta generosidad que permitió a los Marx vivir cómodamente le permitió al padre del comunismo, al enemigo resuelto contra la esclavitud, al revolucionario que defendía la causa de los trabajadores, le permitía a Marx, repito, tener una sirvienta.

La sirvienta se llamaba Helen (Lenchen) Demuth, y había sido empleada de los Westphalen desde que era pequeña. Cuando iba a cumplir los 21 años la madre de Jenny la envió a ponerse a las órdenes del reciente matrimonio Marx como ama de llaves y doncella.

La varonesa con quien Marx se había casado era completamente inepta para las labores del hogar, y Lenchen se las ingeniaba para hacer de cocinera, lavandera, costurera, enfermera, etc. En 1850 murió Guido, hijo de los Marx, quien sólo contaba con un año de nacido. Para ese entonces Jenny estaba embarazada de nuevo, y Marx aprovechó para sostener relaciones sexuales con Lenchen, pese a lo difícil de tener privacidad en una casa de sólo dos habitaciones.

El 28 de marzo de 1851 Jenny dio a luz a Franziska, quien sólo sobreviviría un año. Cuando esto pasaba Lenchen tenía ya seis meses de embarazo, y Marx se reúne con Engels para hablarle cara a cara sobre el asunto; en resumidas cuentas le propuso a Engels que se hiciera cargo de la paternidad del niño. Por fin el hijo ilegitimo de Marx nació el 23 de junio de 1851, y fue nombrado Frederich, para hacer más creíble la mentira sobre la paternidad de Engels. Marx había añorado siempre tener hijos varones, pero los únicos dos que habían nacido habían muerto. Una vez nacido Frederich, era natural que Marx se contentara de ello, pero no sólo no le reconoció como hijo, sino que siempre le despreció y le dejó que se hundiera en la pobreza. La pobre Lenchen hizo lo que estuvo en sus manos para sacarle adelante, pero fue bien poco.

Frederich, el hijo ilegítimo de Marx creció en la pobreza, y en contraste con su padre (tanto del falso como del verdadero) fue trabajador manual. Después de la muerte de Carlos Marx se le permitió a Frederich visitar a Engels con la condición de que siempre entrara por la entrada de servicio. La esposa divorciada de Karl Kautsky, quien después vendría a ser el ama de llaves de Engels nos confirma esto:

<<… Me parecía muy curioso que nunca entrara por la puerta principal, siempre llegaba a la cocina por la entrada de servicio. Las visitas de Freddy continuaron después de que tome el cargo general de ama de casa de Engels y, me encargue de que tuviera todos los derechos y atenciones de un invitado.>>

Cuando Engels estaba en los umbrales de la muerte le confesó a su amigo Samuel Moore que Freddy era hijo de Marx y no suyo. Éste lo comunicó a Eleanor, quien no creyó nada. Poco después, cuando Moore estaba también al borde de la muerte, confeso lo mismo a Eleanor, quien esta vez “sufrió una crisis nerviosa cuando salió de la habitación. Todo el odio que me había demostrado siempre, quedó en el olvido y lloró en mis hombros”.

Cuando Lenchen murió, después de haber trabajado durante medio siglo para los dos luchadores por la liberación obrera, la pobre Lenchen había logrado acumular solo 95 libras, que le fueron dejadas a Freddy.

Hemos visto hasta aquí la manera en que Marx se conducía en su vida intima y los prejuicios que sobre el pesaban por medio de sus mismas cartas. Ahora bien, ¿Cómo se expresaba de sus contemporáneos?

Respecto a Lasalle, Marx escribió a Engels que:

 <<...afortunadamente el negro judío, Lasalle saldría de Londres el fin de semana con destino a Alemania. Ahora me resulta absolutamente claro que como la textura de su pelo y la forma de su cabeza lo demuestran, Lasalle desciende de los negros que se unieron a Moisés en Egipto (a menos que su madre o abuela por el lado paterno se hayan mezclado con un negro). Ahora, esta combinación de alemán y judío con una substancia primaria negra, necesariamente da por resultado un extraño producto. El empuje de este individuo también es propio de un negro”.

En su correspondencia con Engels, Marx hablaba de Lasalle de la misma manera descortés y racista; le llamaba “el pequeño judío”, “bestia desvergonzada”, “mono pomposo”, “judío mala sangre”.

Engels por su parte manifestaba que “siempre me ha sido repugnante”,era, para Engels “un vulgar bribón… un traidor”.

El odio que Marx manifestó siempre por Lasalle no se debía al cien por ciento por cuestiones políticas: Lasalle había triunfado en todo lo que Marx había fracasado: Lasalle, como Marx, era judío, pero no se avergonzaba de ello, Marx sí; Lasalle logró crear en Alemania un enorme movimiento obrero que el mismo encabezaba, Marx no tenía apenas influencia efectiva; Lasalle tenia prosperidad económica, Marx dilapidó todo el dinero que había pasado por sus manos y vivía de la caridad de Engels; incluso en la muerte Lasalle  superó a Marx: a la muerte de Lasalle (1864) se reunió una gran multitud (4000 personas) para dar la despedida a éste, a la muerte de Marx (14 de marzo de 1883) no asistieron a su entierro más de 20 personas.

Sobre Simón Bolívar, Marx se expresaba así: <<Considero a Bolívar un cerdo cobarde, vil y miserable…>>

Cuando Engels se enteró de que Lafargue emprendía su carrera como socialista en el Condado Municipal del Quinto Arrodissement, distrito donde se encontraba el Zoológico de París, éste expreso: “Pues ya que su origen negro lo sitúa un grado más cerca del reino animal que a la especie humana, indudablemente que Lafargue es el candidato ideal para ese distrito”.

Sobre la relación de Laura con Lafargue, de cuya actividad en España hablaremos más adelante, Marx no guardaba buenas expectativas. De hecho, pese a los esfuerzos de Lafargue por ganarse a Marx, éste siempre le miró como un bicho raro. Aceptó el compromiso de su hija con Lafargue más que nada porque éste era hijo único del dueño de una plantación en las Indias Orientales, y vio en ello la oportunidad no sólo de mejorar la situación económica de su hija, sino de él mismo. Una vez advertido el beneficio que se abría a sus ojos Marx cambió su modo de ver a Lafargue, quien para Marx tenía un talento excepcional para la medicina, aun cuando Lafargue creyera tontamente que las principales curas eran la electricidad y el alcohol.

Pero pese a aceptar el compromiso de su hija con Lafargue, Marx siempre tuvo cierto desprecio por él, y en sus cartas solía llamarle “el pequeño negro” o “el gorila”. Jenny Marx no se quedaba atrás, y describía a Lafargue como “un verdadero negro [para quien] el cielo siempre está lleno de violines”. Los insultos de Marx y Engels hacia Lafargue fueron siempre a espaldas de este y de Laura Marx. En justicia, hemos de consignar que pese a sus opiniones, Engels siempre ayudó a los Lafargue, cuando estos perdieron su dinero les apoyo con constantes “préstamos”; Engels no sólo mantuvo durante toda su vida a Marx, sino también a sus hijos.

Engels se expreso así de los griegos “esos piojosos balcánicos (…) esos miserables y ruinosos fragmentos de naciones antiguas, los siervos, los búlgaros, y otras bandas de ladrones, en bien de los cuales Palestina desborda entusiasmo, se niegan a concederse el aire mutuamente y se sienten en la obligación de cortarse las gargantas los unos a los otros”.

Una vez que hemos visto otra cara de Marx y Engels, es necesario entonces preguntarse ¿fueron Marx y Engels internacionalistas después de lo que acabamos de ver? ¿Eran realmente proletarios? ¿Su gente lo era? ¿Hacían lo que decían en sus escritos? Y finalmente ¿Fueron Marx y Engels unos revolucionarios sinceros? Dejemos que Engels nos responda:

<<¿Qué queremos con un Partido, una pandilla de bobos que ponen toda su confianza en nosotros porque imaginan que somos gente de la misma clase que ellos?>>

Texto completo:

La traicion de la hoz y el martillo. Erick Benitez Martínez

 
 
A todos los trabajadores revolucionarios que fueron asesinados ruinmente bajo los regímenes marxistas en Rusia, España y otras partes del mundo; a la memoria de ellos.

 
El marxismo, al igual que el Estado capitalista que nos gobierna ahora, piensa que el pueblo es un niño de diez años que no sabe cómo dirigir su vida, ni tomar decisiones acertadas y por ello propone que la revolución al igual que la vida en sociedad sea dirigida por los “hombres más aptos” “más inteligentes”. Siempre el prejuicio burgués de la “necesaria” dirección de la revolución por una categoría más elevada de intelectuales; un tinte claramente blanquista se asoma en ello.

Es claro que si el ser humano es incapaz para gobernarse a sí mismo, quienes pretenden gobernarlo al constituir parte de la humanidad se encuentran en la misma situación de incapacidad, no sólo para gobernarse a sí mismos, sino a la vez al pueblo. Nos veríamos entonces en la necesidad de buscar esta dirección en una esfera ajena a la humanidad, lo que es un absurdo. Por el contrario, el ser humano es capaz de gobernarse a sí mismo, y las direcciones y los líderes sobran. Es verdad que hace falta coordinar y poner en orden las cosas, pero para eso el pueblo se basta a sí mismo: ingenieros, arquitectos, técnicos y demás elementos deben constituir un apoyo a la revolución, y no la dirección.

Pues bien, una revolución realmente socialista debería plantear la igualdad de derecho y deberes para todos - Con excepción de los discapacitados, ancianos, niños, etc.-: la equidad. Plantear que el pueblo es el que sufre los estragos que inflige el Estado, y que por lo mismo, es el pueblo el que mejor sabe lo que le afecta o beneficia. Que es el pueblo el que ha de hacer la revolución y el que ha de dirigir la vida en sociedad, sin intermediarios, ni dirigentes que actúen, o pretendan actuar en su nombre. Pues, ¿Qué puede hacernos pensar que estos personajes son tan maravillosamente correctos, investidos de una divinidad suprema y estar, por ello mismo, exentos de todo error, de corromperse estando en el poder?

Nunca ha habido ni habrá una sola persona que al estar en el poder no traicione tanto a su gente como a sus propias convicciones. Sabemos perfectamente que el pueblo puede (y debe) dirigirse con completa independencia de los dirigentes de cualquier tipo, encaminar la revolución por caminos y con medios de libertad; porque, como dijera Bakunin: <<a la libertad sólo se puede llegar por caminos de libertad>>.

Aquí es donde comienzan los contrasentidos del marxismo, siendo Marx el creador de ese aforismo que la clase obrera ha hecho suyo: “La Emancipación de los Trabajadores ha de ser obra de los Trabajadores mismos o no será” falta gravemente a éste (ya desde la Internacional) pretendiendo ser ellos los que lo organicen todo, por ser, según ellos, los más conscientes. Relegando a las clases más pobres que según ellos tenían que liberarse a sí mismos a la condición de “ponerse a la retaguardia del proletariado” como decía Bujarin, y como Lenin también lo decía:

<<Sólo el proletariado –en virtud de su papel económico en la gran producción—es capaz de ser el jefe de todas las masas trabajadoras explotadas>>

Más delante Lenin con una buena retórica nos dice que para ellos el pueblo es tan sólo un rebaño:

<<Educando al partido obrero, el marxismo educa a la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de tomar el poder y de conducir a todo el pueblo al socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen, de ser el maestro, el dirigente y el jefe de todos los trabajadores y explotados en la obra de organizar su propia vida social, sin la burguesía y contra la burguesía>>

Y nos lo confirma de nuevo conforme la teoría del mismo Marx:

<<La teoría de la lucha de clases, aplicada por Marx a la cuestión del Estado, y la revolución socialista, conduce necesariamente al reconocimiento de la dominación política del proletariado>>

Y de esta manera, ya no es el pueblo liberándose a sí mismo, sino un grupúsculo de hombres que los liberarán de un yugo… ¡pero para ponerles otro! Un movimiento que es guiado por una vanguardia, y que sólo se deja guiar por ellos, sin intervención. Asistiríamos, pues, al encumbramiento de un nuevo poder autoritario al que el pueblo se ha de ver sometido sin rechistar.

Afortunadamente la revolución social, como bien decía Kropotkin “no es un simple cambio de gobernantes”.

Si bien podría alguien intentar argumentar que en la revolución española se hizo algo similar, siendo las organizaciones anarquistas (principalmente C.N.T. F.A.I. F.I.J.L.) las que organizaban las colectividades libertarias. Pero tal argumento cae, al notar que dichas colectividades eran creadas por el pueblo mismo, organizado en los sindicatos, sin presión alguna:

Los campesinos anarquistas no esperaron «órdenes» ni de Durruti, ni de nadie, para realizar las colectivizaciones: el levantamiento franquista y la respuesta revolucionaria, la entrada de la columna de milicianos en Aragón, fueron para ellos la señal de que había sonado la hora de la revolución social. Al igual que en las colectivizaciones industriales, lo que caracterizó al movimiento campesino fue la espontaneidad. La presencia de los milicianos anarquistas favoreció sin duda la creación de las comunas libertarias, pero no fueron ellos quienes las crearon.

Las colectividades agrarias se formaron espontáneamente en toda la España republicana, en Cataluña como en Aragón, en Levante como en Andalucía o en Castilla. Nadie, ningún partido, ninguna organización dio la consigna de proceder en ese sentido; pero el campesinado avanzó resueltamente por esa vía con una seguridad y una decisión que ha llenado de asombro y de admiración incluso a los que esperábamos mucho del espíritu popular español. Y hay que advertir que en esa práctica del trabajo colectivo, de la asociación de esfuerzos, de animales, de tierras, de máquinas, no hubo socialistas y anarquistas; todos han procedido de igual manera y han competido en emulación y en comprensión.

Esta ayuda de los sindicatos no era en modo alguno al margen del pueblo, sino con la participación directa de éste mismo. Sindicatos horizontales, que se guiaban no por una autoridad, sino por las decisiones que el mismo pueblo tomaba en ellas.

Una pretendida vanguardia, en su loca carrera de organizarlo todo terminaría irremediablemente entregando las riendas de la revolución a los antiguos explotadores; si es que no prefieren antes fundirse con ellos. 

¿Es que acaso éstos que pretenden erigirse en directores de la revolución, están investidos de algún poder divino que les haga infalibles a error? ¿Es que acaso son una especie de mini dioses a los que podemos confiarles nuestra libertad? ¡En modo alguno! La libertad no se confía más que a uno mismo. Y haciéndola engrandecer junto a la libertad de los demás.

¿Qué ha sucedido cuando unos supuestos líderes o dirigentes han intentado organizar los movimientos revolucionarios, o siquiera pequeños levantamientos populares por medio de un órgano centralizador? siempre, siempre han terminado por traicionar aquello que decían defender (piénsese en Rusia, o en Cuba) no, la revolución social, y con ella la organización de todo lo que ello conlleva, la ha de hacer el pueblo mismo, sin nadie por medio quien lo organice, quien esté imbuido en todo lo que le compete, ha de ser el pueblo quien sea el protagonista de sus errores y de sus aciertos, pero sólo el pueblo, ¡no más dirigentes traidores! ¡No más lideres ni vanguardias! ¡El pueblo es quién es explotado, y es ridículo pensar que esto lo comprendan siquiera los que pretenden gobernar al pueblo!

“Cuando quieras saber algo que interesa a los pobres, jamás preguntes a los amos” nos decía Malatesta. Así mismo, cuando de los intereses del pueblo se trate, jamás recurramos a quien aspire a gobernarlos, pues ellos tampoco harán más que traicionar.

Para prueba de ello ¿Qué ha sucedido en México con los movimientos izquierdistas de tinte marxista? ¿Cuál fue su postura en el periodo de la candidatura a la presidencia de México en el 2006? ¿Qué es lo que han dicho al pueblo, que han aconsejado a éste? ¡Apoyar al candidato del P.R.D! apoyar a que uno más de entre todos los aspirantes a la presidencia de México, uno de tantos aspirantes a vivir a costillas del pueblo, uno de tantos gobernantes que someterán al pueblo a un gobierno nuevo, pero igualmente opresor y explotador, apoyarle a subir al poder, ¡que desvergüenza de estos “señores”, que en nombre de la “emancipación del pueblo” apoyaban a quien de emancipación del pueblo ¡no quiere saber nada! y esto es lógico, pues ningún gobernante quiere ni va a querer saber nunca nada de “emancipación del pueblo” pues ello equivale a decir que si hay emancipación del pueblo, se terminan sus privilegios.

Aún recuerdo la gracia que me causó ver una pancarta con una consigna que después sería reproducida en el Boletín de El Militante, y que ahora mismo tengo en las manos:

<<¡Estamos listos, señor, usted ordene!>>

¡Qué desvergüenza de estos señores que dicen combatir a la burguesía…! ¡Apoyando a un burgués! ¡Fundiéndose con la burguesía!

Si estos señores en verdad deseaban la revolución y el socialismo integral, su deber era (como hicieron –y hacen- los anarquistas) aconsejar al pueblo a no seguir el juego al Estado participando en sus actos políticos, y en lugar de ello, combatirlos a todos, luchar por la revolución social contra todos los gobernantes. Pero no, los que se denominan a sí mismos la “Vanguardia” de la revolución aconsejaban el apoyo al candidato de izquierdas. La fusión con la burguesía. Estas actitudes se deben en parte a que Marx aconsejaba lo mismo en el Manifiesto del Partido Comunista, leámosle un poco hablando a cerca de Alemania y el actuar de los “comunistas”:

<<En Alemania, el partido comunista lucha al lado de la Burguesía. En tanto que esta actúa revolucionariamente [!!!] contra la monarquía absoluta>>

Y veamos lo que aconseja a los miembros del partido comunista en el mismo manifiesto:

<<Finalmente, en Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la Burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la burguesía antes de que esta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la Dominación, a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible. Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos, los comunistas deben estar siempre del lado de la primera>>

Hacer estas menciones, son sólo para dar una pequeña prueba de lo que lleva una “Vanguardia”.  Pero, ¿Qué es en realidad lo que los marxistas quieren decir con vanguardia de la revolución? ¿Se referirán al pueblo entero en armas contra sus explotadores? Evidentemente no, porque afirman que el pueblo debe tener una dirección centralizada –vanguardia-, es decir, líderes; entonces no es el pueblo quien dirige, sino los dirigentes y, en su caso más extremo, el dirigente; el mismo Lenin nos lo dice bien claro en sus Obras Completas:

<<La democracia socialista soviética no se contradice con el dominio y dictadura de una sola persona: los deseos de una clase a veces se expresan mejor a través de un dictador>>

¿No hay en ello rasgos de un marxismo tipo monárquico?

Si alguna vez el pueblo se dejase engañar por estas fraudulentas promesas, entonces ya se sabe: quien tiene las riendas, tiene la dirección; quien tiene la dirección, tiene el poder; quien tiene el poder, se corrompe; y quien se corrompe traiciona.

Quien pretende erigirse en directriz de la lucha revolucionaria, no es porque en sus deseos esté el ayudar al pueblo. Esto, como máximo, puede estar en sus palabras de los labios para afuera, porque para dentro de sí mismo, sabe que ello no es sino el pretexto para ver qué beneficios puede sacar, a costa siempre del pueblo.

La negación de los representantes del pueblo, la negación de las vanguardias, la negación así mismo de los líderes, es el comienzo de la autonomía, de la horizontalidad, y al mismo tiempo, de la negación del poder y de la afirmación de la libertad de los pueblos.


Negar pues, pueblo, cualquier intento de vanguardia, cualquier pretensión de representación.

Porque la revolución se hace para ser libres, sin dios ni amo, por esto mismo, si lo que se busca es la igualdad entre las personas, es del todo contradictorio tratar de entablar relaciones de desigualdad entre éstas, es decir, relegar al pueblo a vil rebaño que sigue a sus líderes a ojos cerrados, confiando su libertad a seres que NO están exentos de errores.

Se nos dirá que esta vanguardia revolucionaria que guíe al pueblo hacia su emancipación es necesaria, para saber llegar a esta misma emancipación; nos dirán los doctos del marxismo que sin esta vanguardia, sin esta dirección, el pueblo no llegará a su emancipación.

Pero es mil veces preferible la ignorancia de un pueblo que la erudición de quienes le esclavizan.

El pueblo lleva en sí mismo los instintos de libertad que le guían hacia donde ésta se encuentra. No hace falta un erudito que venga a decirle al pueblo lo que éste quiere. Los técnicos e ingenieros han de actuar, no como líderes o jefes, sino como complemento de la construcción económica. Los cabecillas que pretendan erigirse en los nuevos amos bajo pretexto táctico han de ser inmediatamente relegados de la lucha social, hasta que abandonen sus pretensiones dictatoriales.

Los libres acuerdos, la horizontalidad y la más amplia libertad han de ser los únicos postulados que han de estar al frente de la lucha, las directrices piramidales y la disciplina de cuartel han de ser suprimidas.

La autodisciplina como un sentido de responsabilidad de sí mismo para con la lucha y la comunidad, ha de hacer inútil y superficial toda la palabrería sobre la dirección de hierro a manos de los jefes y los dictadores.

¡Cuántos ejemplos no hay en la historia en donde los campesinos, los analfabetos y en general esa masa popular e ignorante que con tanto desprecio miran los marxistas, le dan el ejemplo a los más eruditos de cómo organizar una sociedad sin coacción!

¡Mírese si no las colectividades aragonesas de la España del 36! ¡Mírese si no las comunas de los Makhnovistas Ucranianos! ¡Mírese si no las comunas de la época medieval!

No hace falta la dirección desde arriba para organizar lo que se encuentra abajo, al contrario: la ignorancia de los de abajo sostiene a los de arriba.

Un pueblo que no se deje gobernar, que no permita a nadie situarse por encima de nadie estamos seguros, y no tenemos miedo en afirmarlo: sabrá organizarse por sí mismo, conforme las circunstancias lo exijan, y excluyendo a los líderes o gobernantes de cualquier talla.

Esta desconfianza a la capacidad popular para organizarse por sí misma es lo que lleva a los marxistas a proponer todo el tinglado de postulados autoritarios para gobernar al pueblo salvaje e inculto, como ellos le creen.

En realidad no piensan de manera diferente al poder actual.

Vanguardia y revolución, son dos términos incompatibles, el pueblo trabajador debe de luchar por conseguir la igualdad entre las personas, lejos de cualquier intento de “vanguardia” bajo cualquier nombre que se quiera adjudicar. El rechazo de este principio blanquista es un pilar esencial en la lucha revolucionaria.
 
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