Carta a Lenin de Piotr Kropotkin (4 de marzo de 1920)

 
 
Dmitrov, 4 de marzo de 1920

Estimado Vladimir Illich Lenin:

Bastantes empleados del Departamento Postal y Telegráfico han venido a mí con la petición de que ponga a su atención la información sobre su desesperada situación. Puesto que este problema no sólo concierne al Comisariado de Correos y Telégrafos únicamente, sino también a la condición general de la vida cotidiana en Rusia, me he apresurado a transmitir su demanda.

Usted sabe, por supuesto, que vivir en el Distrito de Dmitrov con el salario que estos empleados reciben es absolutamente imposible. Es imposible siquiera comprar un kilo de papas con él; sé de ésto por mi experiencia personal. A cambio, ellos piden jabón y sal de los que no hay nada. Desde que el precio de la harina subió, es imposible comprar ocho libras de grano y cinco libras de trigo.

Resumiendo, sin recibir provisiones, los empleados están condenados a una muy real hambruna. Entre tanto, paralelamente al alza de precios, las magras provisiones que los empleados de Correo y Telégrafo han recibido del Centro de Abastecimiento del Comisariado de Correo y Telégrafo, mismas que fueron acordadas en referencia al decreto del 15 de agosto de 1918: ocho libras de trigo por empleado y cinco libras más por cada miembro de la familia incapaz de trabajar, no han sido enviadas de dos meses a la fecha. Los centros locales de abasto no pueden distribuir sus provisiones, y la petición que los cientoveinticinco empleados del área de Dmitrov han hecho a Moscú, continúa sin respuesta. Hace un mes, uno de los empleados le escribió a usted personalmente, pero hasta ahora no ha recibido respuesta.

Considero un deber el dar testimonio de que la situación de estos empleados es verdaderamente desesperada. Eso es obvio al ver sus rostros. Muchos se están preparando para dejar su hogar sin saber a donde ir. Y entre tanto, es justicia señalar que realizan su trabajo conscientemente; se han familiarizado con su trabajo, y perder tales trabajadores no será útil para la vida de la comunidad local en ningún aspecto. Todas las categorías de empleados soviéticos en otras ramas del trabajo se encuentran en la misma desesperada situación.

En conclusión, no pude evitar mencionar algunos aspectos de la situación general al escribirle. Vivir en un gran centro como Moscú imposibilita conocer las verdaderas condiciones del país. El conocer verdaderamente las experiencias comunes implica que uno viva en las provincias, en contacto directo y cerca de la vida cotidiana con las necesidades y los infortunios de los famélicos adultos y niños que se acercan a las oficinas a demandar siquiera el permiso para poder adquirir una lámpara barata de queroseno. No tienen solución todas estas desventuras para nosotros ahora.

Es necesario acelerar la transición a condiciones más normales de vida. Nosotros no continuaremos de esta manera por mucho tiempo; vamos hacia una catástrofe sangrienta.

Una cosa es indiscutible. Aún si la dictadura del proletariado fuera un medio apropiado para enfrentar y poder derruir al sistema capitalista, lo que yo dudo profundamente, es definitivamente negativo, inadecuado para la creación de un nuevo sistema socialista. Lo que si es necesario son instituciones locales, fuerzas locales; pero no las hay, por ninguna parte. En vez de eso, dondequiera que uno voltea la cabeza hay gente que nunca ha sabido nada de la vida real, que está cometiendo los más graves errores por los que se ha pagado un precio de miles de vidas y la ruina de distritos enteros.

Sin la participación de fuerzas locales, sin una organización desde abajo de los campesinos y de los trabajadores por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida.

Pareció que los soviets Iban a servir precisamente para cumplir esta función de crear una organización desde abajo. Pero Rusia se ha convertido en una República Soviética sólo de nombre. La Influencia dirigente del partido sobre la gente, partido que está principalmente constituido por los recién llegados -pues los ideólogos comunistas están sobre todo en las grandes ciudades-, ha destruido ya la influencia y energía constructiva que tenían los soviets, esa promisoria institución. En el momento actual, son los comités del partido, y no los sovíets, quienes llevan la dirección en Rusia. Y su organización sufre los defectos de toda organización burocrática.

Para poder salir de este desorden mantenido, Rusia debe retomar todo el genio creativo de las fuerzas locales de cada comunidad, las que, según yo lo veo, pueden ser un factor en la construcción de la nueva vida. Y cuando más pronto la necesidad de retomar este camino sea comprendida, cuanto mejor ser. La gente estará entonces dispuesta y gustosa a aceptar nuevas formas sociales de vida. Si la situación presente continúa, aún la palabra "socialismo" será convertída en una maldición. Esto fue lo que pasó con la concepción de "igualdad" en Francia durante los cuarenta años después de la dirección de los jacobinos.

Con camaradería y afecto.

Piotr Kropotkin
 

La Mujer, el Matrimonio y la Familia. M. Bakunin

 
 
Derechos iguales para la mujer. Soy partidario, como el que más, de la completa emancipación de la mujer y de su igualdad social con el hombre.

La expresión "igualdad social con el hombre" implica que, junto con la libertad, pedimos iguales derechos y deberes para el hombre y la mujer; es decir, la nivelación de los derechos de la mujer, tanto políticos como sociales y económicos, con los del hombre ; en consecuencia, deseamos la abolición de la ley familiar y matrimonial, y de la ley eclesiástica tanto como civil, indisolublemente ligadas al derecho de herencia.

Abolición de la familia jurídica. Al aceptar el programa revolucionario anarquista - único que ofrece, a nuestro entender, condiciones para una emancipación real y completa del pueblo común - y convencidos de que la existencia del Estado en cualquiera de sus formas es incompatible con la libertad del proletariado e impide la unión internacional fraterna de las naciones, expresamos la exigencia de abolición de todos los Estados.

La abolición de los Estados y del derecho jurídico implicará necesariamente la abolición de la propiedad personal hereditaria y de la familia jurídica basada sobre esta propiedad, porque ninguna de estas instituciones es compatible con la justicia humana.

Libre unión matrimonial. [Contra el matrimonio por compulsión hemos levantado la bandera de la unión libre.] Estamos convencidos de que al abolir el matrimonio religioso, civil y jurídico, restauramos la vida, la realidad y la moralidad del matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de dos personas: un hombre y una mujer que se aman.
 
Estamos convencidos de que al reconocer la libertad de ambos cónyuges a separarse cuando lo deseen, sin necesidad de pedir el permiso de nadie para ello - y al negar de la misma forma la necesidad de cualquier permiso para unirse en matrimonio, y rechazar en general la interferencia de cualquier autoridad en esta unión - los unimos más el uno al otro.

Y estamos convencidos también, de que cuando ya no exista entre nosotros el poder coercitivo del Estado para forzar a los individuos, asociaciones, comunas, provincias y regiones a convivir en contra de su voluntad, habrá entre todos una unión mucho más estrecha, una unidad más viva, real y poderosa que la impuesta por el aplastante poder estatal.

La educación de los niños. Con la abolición del matrimonio se plantea la cuestión de la educación de los niños. Su crianza, desde el embarazo de la madre hasta su madurez, y su formación y educación, igual para todos -una formación industrial e intelectual donde se combinen la capacitación para el trabajo manual y mental- deben corresponder fundamentalmente a la sociedad libre.

La sociedad y los niños. Los niños no son propiedad de nadie: ni de sus padres ni de la sociedad. Sólo pertenecen a su propia libertad futura. Pero en los niños esta libertad no es todavía real; es sólo una libertad en potencia.
 
Porque una libertad real -es decir, la conciencia plena y su realización en cada individuo, basada fundamentalmente en el sentimiento de la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la dignidad de los otros, o sea basada en la justicia - sólo puede desarrollarse en los niños mediante un desarrollo racional de su inteligencia, carácter y voluntad.

De aquí se deduce que la sociedad, cuyo futuro depende por completo de la adecuada educación e instrucción de los niños y que, por tanto, no sólo tiene el derecho sino también la obligación de velar por ellos, es el único guardián de los niños de ambos sexos. Y como la futura abolición del derecho a la herencia convertirá a la sociedad en el único heredero, ésta tendrá que considerar como una de sus primeras obligaciones el suministro de todos los medios necesarios para el mantenimiento, la formación y la educación de los niños de ambos sexos, con independencia de su origen o de sus padres.

Los derechos de los padres se limitarán a amar a sus hijos y ejercer sobre ellos la única autoridad compatible con ese amor, en la medida en que esta autoridad no atente contra su moralidad, su desarrollo mental o su libertad futura.
 
El matrimonio como acto civil y político, al igual que cualquier otra intervención de la sociedad en cuestiones amorosas, está llamado a desaparecer. Los niños serán confiados - por naturaleza, y no por derecho - a sus madres, quedando la prerrogativa de éstas bajo la supervisión racional de la sociedad.

El Comunismo Anarquista. Piotr Kropotkin

 
 
Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en el caso de organizarse en comunismo anarquista. Hubo un tiempo en que una familia de aldeanos podía considerar el trigo que cultivaba y las vestiduras de lana tejidas en casa como productos de su propio trabajo. Aun entonces, esta creencia no era del todo correcta. Había caminos y puentes hechos en común, pantanos desecados por un trabajo colectivo y pastos comunes cercados por setos que todos costeaban, Una mejora en las artes de tejer o en el modo de tintar los tejidos, aprovechaba a todos; en aquella época, una familia campesina no podía vivir sino a condición de encontrar apoyo en la ciudad, en el municipio.

Pero hoy, con el actual estado de la industria, en que todo se entrelaza y se sostiene, en que cada rama de la producción se vale de todas las demás, es absolutamente insostenible la pretensión de dar un origen individualista a los productos. Si las industrias textiles o la metalurgia han alcanzado pasmosa perfección en los países civilizados, lo deben al simultáneo desarrollo de otras mil industrias: lo deben a la extensión de la red de ferrocarriles, a la navegación trasatlántica, a la destreza de millones de trabajadores, a cierto grado de cultura general de toda la clase obrera; en fin, a trabajos realizados de un extremo a otro del mundo.

Los italianos que morían de cólera cavando el canal de Suez, o de anemia en el túnel de San Gotardo, y los americanos segados por las granadas en la guerra abolicionista de la industria algodonera en Francia y en Inglaterra no menos que las jóvenes que se vuelven cloróticas en las manufacturas de Manchester o de Ruan o el ingeniero autor de alguna mejora en la maquinaria de tejer.

Situándonos en este punto de vista general y sintético de la producción, no podemos admitir con los colectivistas que una remuneración proporcional a las horas de trabajo aportadas por cada uno en la producción de las riquezas, pueda ser un ideal, ni siquiera un paso adelante hacia ese ideal. Sin discutir aquí si realmente el valor de cambio de las mercancías se mide en la sociedad actual por la cantidad de trabajo necesario para producirlas (según lo han afirmado Smith y Ricardo, cuya tradición ha seguido Marx), bástenos decir que el ideal colectivista nos parecería irrealizable en una sociedad que considerase los instrumentos de producción como un patrimonio común. Basada en este principio, veríase obligada a abandonar en el acto cualquier forma de salario.

Estamos convencidos de que el individualismo mitigado del sistema colectivista no podría existir junto con el comunismo parcial de la posesión por todos del suelo y de los instrumentos del trabajo. Una nueva forma de posesión requiere una nueva forma de retribución. Una forma nueva de producción no podría mantener la antigua forma de consumo, como no podría amoldarse a las formas antiguas de organización política.

El salario ha nacido de la apropiación personal del suelo y de los instrumentos para la producción por parte de algunos.

Era la condición necesaria para el desarrollo de la producción capitalista; morirá con ella, aunque se trate de disfrazarla bajo la forma de «bonos de trabajo». La posesión común de los instrumentos de trabajo traerá consigo necesariamente el goce en común de los frutos de la labor común.

Sostenemos, no sólo que es deseable el comunismo, sino que hasta las actuales sociedades, fundadas en el individualismo, se ven obligadas de continuo a caminar hacia el comunismo.

El desarrollo del individualismo, durante los tres últimos siglos, se explica, sobre todo, por los esfuerzos del hombre, que quiso prevenirse contra los poderes del capital y del Estado. Creyó por un momento -y así lo han predicado los que formulaban su pensamiento por él- que podía libertarse por completo del Estado y de la sociedad. «Mediante el dinero -decía- puedo comprar todo lo que necesite.» Pero el individuo ha tomado mal camino, y la historia moderna le conduce a confesar que sin el concurso de todos no puede nada, aunque tuviese atestadas de oro sus arcas.

Junto a esa corriente individualista vemos en toda la historia moderna, por una parte, la tendencia a conservar todo lo que queda del comunismo parcial de la antigüedad, y por otra a restablecer el principio comunista en las mil y mil manifestaciones de la vida. En cuanto los municipios de los siglos X, XI y XII consiguieron emanciparse del señor laico o religioso, dieron inmediatamente gran, extensión al trabajo en común, al consumo en común.

La ciudad era la que fletaba buques y despachaba caravanas para el comercio lejano, cuyos beneficios eran para todos y no para los individuos; también compraba las provisiones para sus habitantes. Las huellas de esas instituciones se han mantenido hasta el siglo XIX, y los pueblos conservan religiosamente el recuerdo de ellas en sus leyendas.

Todo eso ha desaparecido. Pero el municipio rural aún lucha por mantener los últimos vestigios de, ese comunismo, y lo consigue mientras el Estado no vierte su abrumadora espada en la balanza.

Al mismo tiempo surgen, bajo mil diversos aspectos, nuevas organizaciones basadas en el mismo principio de a cada uno según sus necesidades, porque sin cierta dosis de comunismo no podrían vivir las sociedades actuales.

El puente, por cuyo paso pagaban en otro tiempo los transeúntes, se ha hecho de uso común. El camino que antiguamente se pagaba a tanto la legua, ya no existe más que en Oriente. Los museos, las bibliotecas libres, las escuelas gratuitas, las comidas comunes para los niños, los parques y los jardines abiertos para todos, las calles empedradas y alumbradas, libres para todo el mundo; el agua enviada a domicilio y con tendencia general a no tener en cuenta la cantidad consumida, he aquí otras tantas instituciones fundadas en el principio de «Tomad lo que necesitéis».

Los tranvías y ferrocarriles introducen ya el billete de abono mensual o anual, sin tener en cuenta el número de viajes, y recientemente toda una nación, Hungría, ha introducido en su red de ferrocarriles el billete por zonas, que permite recorrer quinientos o mil kilómetros por el mismo precio. Tras de esto no falta mucho para el precio uniforme, como ocurre en el servicio postal. En todas estas innovaciones, y otras mil, hay la tendencia a no medir el consumo. Hay quien quiere recorrer mil leguas, y otro solamente quinientas. Esas son necesidades personales, y no hay razón alguna para hacer pagar a uno doble que a otro sólo porque sea dos veces más intensa su necesidad.

Hay también la tendencia a poner las necesidades del individuo por encima de la evaluación de los servicios que haya prestado o que preste algún día a la sociedad. L1égase a considerar la sociedad como un todo cada una de cuyas partes está tan íntimamente ligada con las demás, que el servicio prestado a tal o cual individuo es un servicio prestado a todos.

Cuando acudís a una biblioteca pública -por ejemplo, las de Londres o Berlin-, el bibliotecario no os pregunta qué servicio habéis dado a la sociedad para daros el libro o los cien libros que le pidáis, y si es necesario, os ayuda a buscarlos en el catálogo. Mediante un derecho de entrada único, la sociedad científica abre sus museos, jardines, bibliotecas, laboratorios, y da fiestas anuales a cada uno de sus miembros, ya sea un Darwin o un simple aficionado.

En San Petersburgo, si perseguís un invento, vais a un taller especial, donde os ofrecen sitio, un banco de carpintero, un torno de mecánico, todas las herramientas necesarias, todos los instrumentos de precisión, con tal de que sepáis manejarlos, y se os deja trabajar todo lo que gustéis. Ahí están las herramientas; interesad a amigos por vuestra idea, asociaos a otros amigos de diversos oficios si no preferís trabajar solos; inventad la máquina o no inventéis nada, eso es cosa vuestra. Una idea os conduce, y eso basta.

Los marinos de una falúa de salvamento no preguntan sus títulos a los marineros de un buque náufrago; lanzan su embarcación, arriesgan su vida entre las olas furibundas, y algunas veces mueren por salvar a unos hombres a quienes no conocen siquiera. ¿Y para qué necesitan conocerlos? «Les hacen falta nuestros servicios, son seres humanos: eso basta, su derecho queda asentado. ¡Salvémoslos!» Que mañana una de nuestras grandes ciudades, tan egoístas en tiempos corrientes, sea visitada por una calamidad cualquiera -por ejemplo, un sitio- y esa misma ciudad decidirá que las primeras necesidades que se han de satisfacer son las de los niños y los viejos, sin informarse de los servicios que hayan prestado o presten a la sociedad; es preciso ante todo mantenerlos, cuidar a los combatientes independientemente de la valentía o de la inteligencia demostradas por cada uno de ellos, y hombres y mujeres a millares rivalizarán en abnegación por cuidar a los heridos.

Existe la tendencia. Se acentúa en cuanto quedan satisfechas las más imperiosas necesidades de cada uno, a medida que aumenta la fuerza productora de la humanidad; acentúase aún más cada vez que una gran idea ocupa el puesto de las mezquinas preocupaciones de nuestra vida cotidiana.

El día en que devolviesen los instrumentos de producción a todos, en que las tareas fuesen comunes y el trabajo -ocupando el sitio de honor en la sociedad- produjese mucho más de lo necesario para todos, ¿cómo dudar de que esta tendencia ensanchará su esfera de acción hasta llegar a ser el principio mismo de la vida social?

Por esos indicios somos del parecer de que, cuando la revolución haya quebrantado la fuerza que mantiene el sistema actual, nuestra primera obligación será realizar inmediatamente el comunismo. Pero nuestro comunismo no es el de los falansterianos ni el de los teóricos autoritarios alemanes, sino el comunismo anarquista, el comunismo sin gobierno, el de los hombres libres. Esta es la síntesis de los dos fines perseguidos por la humanidad a través de las edades: la libertad económica y la libertad política.
 

Esa irracional especie llamada electores. Octavio Mirbeau.

 

Una cosa me asombra prodigiosamente -me atrevería a decir que me deja estupefacto- y es que en el momento científico en que escribo, después de las innumerables experiencias, después del escándalo diario, pueda existir todavía en nuestra querida Francia (como dicen en la Comisión de Presupuesto) un elector, un solo elector, ese animal irracional, inorgánico, alucinado, que consienta en desarreglar sus asuntos, sus sueños o sus placeres, para votar en favor de alguno o de alguna.

Cuando se reflexione un solo instante, este sorprendente fenómeno ¿no es propio para derrotar las filosofías más sutiles y confundir la razón? ¿Dónde estará el Balzac que nos dé la fisiología de elector moderno? ¿Y el Charcot que nos explique la anatomía y la mentalidad de ese incurable demente? Los esperamos.
 
Comprendo que un estafador encuentre siempre accionistas, la censura de los defensores, la Opera-cómica de los dilettantis; comprendo a Mr. Chantavoine obstinándose en encontrar rimas; lo comprendo todo. Pero que un diputado, un senador encuentre un elector, es decir, el mártir improbable, que los alimente con su pan, que los vista con su lana, que los engorde con su carne, que los enriquezca con su dinero, y no tenga más perspectiva que la de recibir, a cambio de esas prodigalidades, garrotazos en la nuca, puntapiés en salva sea la parte, cuando no balazos en el pecho, verdaderamente, eso sobrepasa las nociones ya tan pesimistas que me había formado hasta ahora de la tontería humana.

Se entiende que hablo aquí del elector convencido, del elector teórico, del que se imagina, ¡pobre diablo! cumplir una obligación de ciudadano libre, desplegar en soberanía, expresar sus opiniones, imponer -¡oh, locura admirable y desconcertante!- programas políticos y reivindicaciones sociales, y no del que “conoce el paño” y que se burla de su soberanía.

Hablo de los serios, de los austeros, de los del pueblo soberano, de los que dicen: “¡Yo soy elector! Nada se hace sin mí. Soy la base de la sociedad moderna”. ¿Cómo existe todavía esa ralea? ¿Cómo, por testarudos, por orgullosos, por paradojales que sean, no se desalentaron y avergonzaron de su obra en tanto tiempo? ¿Cómo es posible que se encuentre en alguna parte, aún en el fondo de las landas perdidas de la Bretaña, o en las inaccesibles cavernas de Cevennes y de los Pirineos, un filisteo tan estúpido, tan irrazonable, tan ciego a lo que se ve, tan sordo a lo que se dice, para votar por los azules, los blancos o los rojos, sin que nada le obligue, sin que se le pague o sin que se le emborrache? ¿A qué sentimiento extravagante, a que misteriosa sugestión puede obedecer ese bípedo pensante, dotado de una voluntad, según se pretende, que marcha altivo y recto, seguro de que cumple un deber, a depositar en una caja electoral cualquiera una boleta cualquiera, poco importa el nombre en ella escrito?...
 
¿Qué es lo que pensará, en su interior, que justifique, o que explique simplemente su extravagancia? ¿Qué es lo que espera? Porque, en fin, para consentir en darse amos ávidos que le pegan y le acogotan es preciso que se diga o que se espere algo extraordinario que nosotros no suponemos. Es preciso que, por poderosas desviaciones cerebrales, la idea de diputado corresponda en él a las ideas de ciencia, de justicia, de desinterés, de trabajo y de probidad. Y es esto de lo que verdaderamente espanta. Nada le sirve de lección, ni las cometidas más burlescas ni las más siniestras tragedias.

“¿Qué le importa que sea Pedro o Juan el que le pida el dinero y el que le exija la vida, puesto que está obligado a despojarse del uno y a dar la otra? ¡Y bien, no! Entre estos ladrones y estos verdugos, él tiene preferencia, vota por los más rapaces y los más feroces Votó ayer, votará mañana y votará siempre Los carneros van al matadero No se dicen nada y no esperan nada. Pero, al menos, no votan por el carnicero que habrá de matarlos, ni por el burgués que habrá de comerlos. Más carnero que las bestias, más carneros que los carneros, el elector nombra su carnicero y escoge su burgués. Hicieron falta muchas revoluciones para conquistar este derecho.
 

Sebastián Faure. La podredumbre parlamentaria

 

Camaradas:

Quiero, ante todo, relacionar esta tercer conferencia a las dos precedentes, a fin de que podáis, de un modo más fácil, apercibir su unión. En mi primera conferencia he dicho: Este continente sobre el cual vivimos ha sido en dos ocasiones teatro de una falsa redención; la primera vez, hace un poco más de diez y nueve siglos, por el cristianismo; la segunda hace ciento treinta años, por la revolución francesa.
 
Consagré la primera conferencia a la bancarrota de la redención cristiana y la segunda a la de la redención burguesa. Estas dos bancarrotas has llegado: la primera a la dictadura del cristianismo, desde el comienzo del siglo V hasta el fin del siglo XVIII; la segunda a la dictadura de la clase burguesa, desde 1789 hasta nuestros días.

He concretado lo que habría que entender por estas palabras: dictadura de la burguesía. Y las resumí en una fórmula tan concisa como comprensible: dominación absoluta de la clase burguesa sobre la clase obrera, dominación económica por el capital, dominación política por el Estado.

Se comprende fácilmente que la clase que posee a la vez el poder y el dinero pueda hacer pesar el yugo de su dictadura sobre la clase que no posee el dinero ni el poder.
El capital, es decir, el dinero, no será nunca nada sin el apoyo del poder, es decir del Estado.

Sin el Estado, el capital sería como una ciudad abierta, expuesta a todos los asaltos, a merced de todas las sorpresas, de un simple golpe de fuerza. El Estado burgués tiene por misión vigilar las maniobras de la clase obrera, impedir que ésta agrupe sus fuerzas, que fortifique su acción, y si acontece que esta clase obrera, saliendo de su torpeza, de su apatía habitual, libra batalla, la misión -no, no diré la misión, la expresión es demasiado noble-, el rol del Estado es intervenir por la fuerza y derrotar a los insurrectos.

El Estado no es sólo, como se cree comúnmente, un agente de administración; es, sobre todo, un agente de represión. Es como el perro de guardia que, atado a su casilla, previene a los propietarios del lugar, al principio por sus gruñidos, luego por sus ladridos furiosos, de la aproximación del enemigo; y sí, no dejándose intimidar por los ladridos del perro de guardia, el enemigo penetra en el lugar, el Estado se convierte en la fuerza encargada de la defensa de la caja de caudales y de salvarla a toda costa, aún a costa de la sangre.

Bajo los aspectos falaces de administrador de la cosa pública, de defensor de la ley, de protector del orden, el Estado no es, en el fondo, más que el gendarme presupuesto a la salvaguardia, por la violencia, sistemáticamente organizada, de las instituciones establecidas. Sin duda, el Estado tiene por función administrar la cosa pública. Sólo que no hay cosa pública, y no puede haberla en un régimen donde, políticamente, todos obedecen a algunos y donde, económicamente, todo pertenece a unos pocos. Los intereses son diversos, opuestos, contradictorios. No hay interés común, no hay interés general, no hay cosa pública.

El Estado es igualmente el defensor de la ley. Pero la ley -contrariamente a lo que un vano pueblo piensa- no es hecha para proteger a los pequeños, a los humildes y a los pobres contra los grandes, los poderosos y los ricos. Es hecha para defender los privilegios de los grandes, de los poderosos, de los ricos contra las reivindicaciones constantes y las tentativas periódicas de los despojados y los esclavizados.

En fin, el Estado es protector del orden. Es él quien tiene el encargo de asegurar el orden y no falta a esta obligación. Pero lo que se llama orden en la jerga oficial, orden burgués, es el desorden más ignominioso y más criminal. Escuchad lo que dijo Kropotkin:

“El orden, hoy -lo que ellos entienden por orden- en las nueve décimas partes de la humanidad trabajando para procurar el lujo, los placeres, la satisfacción de las pasiones más execrables a un puñado de haraganes. El orden es la privación de estas nueve décimas partes de todo lo que es condición necesaria a una vida higiénica, a un desenvolvimiento racional de las cualidades intelectuales. Reducir nueve décimas partes de la humanidad al estado de bestias de carga, viviendo al día el día, sin atreverse jamás a pensar en los placeres procurados al hombre por el estudio de las ciencias, por la creación artística, ¡he aquí el orden!

El orden es la miseria, el hambre, convertida en el estado normal de la sociedad.

El orden, es la mujer que se vende para alimentar a sus hijos; es el niño reducido a ser encerrado en una fábrica o a morir de inanición; es el obrero reducido al estado de máquina.

Es el fantasma del obrero insurreccionado a las puertas del rico, el fantasma del pueblo insurreccionado a las puertas de los gobernantes.

El orden es una íntima minoría elevada en las cátedras gubernamentales, que se impone, por esta razón, a la mayoría y que prepara a sus hijos para ocupar más tarde las mismas funciones a fin de mantener los mismos privilegios por el engaño, la corrupción la fuerza, la masacre.

El orden es la guerra continua de hombre a hombre, de oficio a oficio, de clase a clase, de nación a nación. Es el cañón que no cesa de tronar, es la devastación de las campiñas, el sacrificio de generaciones enteras en los campos de batalla, la destrucción en un año de las riquezas acumuladas por siglos de ruda labor.

El orden es la servidumbre, el encadenamiento del pensamiento, el envilecimiento de la raza humana mantenida por el hierro y por el látigo. Es la muerte repentina por el grisú o la muerte lenta por el encierro de centenares de mineros, desgarrados o enterrados cada año por la avaricia de los patronos y ametrallados o perseguidos a la bayoneta cuando se atreven a quejarse.

El orden, en fin, es el ahogamiento en sangre de la Comuna de París. Es la muerte de treinta mil hombres, mujeres y niños, desmenuzados por los obuses, ametrallados, enterrados en la cal viva, bajo el adoquín de París.

¡He ahí el orden!

¿Y el desorden, lo que ellos llaman desorden?

Es la sublevación del pueblo contra este orden innoble, que quebranta sus cadenas, que destruye los obstáculos y marcha hacia un porvenir mejor. Es lo que tiene la humanidad de más glorioso en su historia.

Es la revuelta del pensamiento en la víspera de las revoluciones; es el derrumbamiento de la hipótesis sancionada por la inmovilidad de los siglos precedentes; es la aparición de toda una ola de ideas nuevas, de invenciones audaces; es la solución de los problemas de la ciencia.

El desorden es la abolición de la esclavitud antigua; es la insurrección de las comunas, la abolición de la servidumbre feudal, las tentativas de abolición de la servidumbre económica.

El desorden de la insurrección de los campesinos contra los sacerdotes y los señores, que queman los castillos para hacer lugar a las chozas, que salen de sus guaridas para buscar un puesto al sol. En la Francia aboliendo la realeza y asestando un golpe mortal a la servidumbre en toda la Europa occidental.

El desorden en 1848, que hace temblar a los reyes y proclama el derecho al trabajo.
 
Es el pueblo de París que combate por una idea nueva y que, aún sucumbiendo en las masacres, lega a la humanidad la idea de la comuna libre, le abre el camino hacia esa revolución de que sentimos la aproximación, y cuyo nombre será el de Revolución Social.

El desorden -lo que ellos llaman desorden-, son las épocas durante las cuales generaciones enteras soportan una lucha incesante y se sacrifican para preparar a la humanidad una existencia mejor, libertándola de las servidumbres del pasado. Son las épocas durante las que el genio popular adquiere su libre expansión y da, en algunos años, pasos gigantescos, sin los cuales el hombre habría quedado en el estado de esclavo antiguo, de ser rastrero, envilecido en la miseria.

El desorden es el florecimiento de las más bellas pasiones y de las más grandes abnegaciones; es la epopeya del supremo amor a la humanidad”.
 
 
 
Breve biografía de Sebastián Faure:

Sébastien Faure fue un destacado miembro del movimiento anarquista francés durante medio siglo, y uno de los más eficaces de todos los propagandistas anarquistas, a pesar de que es poco conocido fuera de Francia.

Auguste Louis Sébastien Faure nació en 1858 en una familia católica de clase media en Saint-Etienne (cerca de Lyon en el centro de Francia). Fue educado en escuelas jesuitas y destinadas para el sacerdocio, pero después de la muerte de su padre entró en el negocio de los seguros. Después del servicio militar, pasó un año en Inglaterra. Se casó y se trasladó a Burdeos (en el suroeste de Francia). Pronto perdió la fe y se convirtió en un socialista. Se propuso, sin éxito, como candidato del Partido Obrero (el marxista Partido de los Trabajadores) en la Gironda en las elecciones de 1885, pero bajo la influencia de Piotr Kropotkin, Élisée Reclus y Joseph Tortelier se trasladó hacia el anarquismo.

En 1888 rompió con los socialistas, se instaló en París, y dedicó el resto de su vida a una carrera como propagandista de tiempo completo para el anarquismo. Él y su esposa se separaron, aunque se reconciliaron después de muchos años. Se convirtió en un escritor y orador muy activo, para ganarse la vida dando conferencias en todo el país.

Él nunca pretendió ser un pensador original, pero fue un divulgador eficaz de las ideas de otros. Tomó una línea moderada en el movimiento, y abogó por un enfoque ecléctico, que trató de unir a todas las tendencias. No estaba convencido del nuevo movimiento sindical a finales de 1890, pero fue un sindicalista activo. No era un individualista, pero tomó en serio el individualismo. No estaba a favor de métodos violentos, pero simpatizaba con aquellos que los utilizaban. Él no era un simple teórico de sillón, ya que fue de los más buscados, detenido y procesado y, ocasionalmente, encarcelado por sus actividades.

En un primer momento se asoció estrechamente con Louise Michel, pero pronto se convirtió en una figura importante por derecho propio, y uno de los más conocidos anarquistas en el país. En 1894 fue uno de los acusados en el “Juicio de los treinta”, cuando las autoridades francesas intentaron, sin éxito, suprimir el movimiento anarquista con la excusa de la relación de sus líderes en conspiraciones criminales, y fue absuelto. Estuvo involucrado con varios periódicos en diversas ocasiones en varias partes de Francia, el más importante de los cuales fue "Le Libertaire" (El Libertario), que comenzó con Louise Michel, en noviembre de 1895 y que se publicaba una vez por semana, hasta junio de 1914. Estuvo activo en el movimiento de Dreyfusard, en sustitución de "Le Libertaire" con el periódico "Diario del Pueblo" en 1899. También produjo "Le Quotidien" (El Diario) en Lyon durante 1901-1902. Desde 1903 fue activista en el movimiento del control de la natalidad. De 1904 a 1917 trabajó una escuela liberal llamada La Ruche (La Colmena) en Rambouillet (cerca de París).

Era un opositor moderado de la Primera Guerra Mundial, y emitió un manifiesto Vers la Paix (Hacia la paz) a finales de 1914. Produjo un semanario de izquierda "Ce qu'il faut dire" de abril 1916 a diciembre 1917. En 1918 y 1921 estuvo brevemente en prisión por delitos sexuales envuelto con jóvenes chicas, esto lo perjudicó pero no destruyó su carrera.

Después de la guerra revivió "Le Libertaire", que se prolongó desde 1919 hasta 1939. En 1921 lideró un movimiento anarquista reaccionario francés contra la dictadura comunista de crecimiento en la Unión Soviética. En enero de 1922 comenzó "La Revue Anarquista", revista mensual líder en el movimiento anarquista francés entre las dos guerras mundiales.

En la década de 1920 se opuso al sectarismo, tanto de los Plataformistas autoritarios y de sus críticos, y defendió lo que llamó un “anarquismo de síntesis” en la que el individualismo, el comunismo libertario y anarco-sindicalismo podrían coexistir. En 1927 encabezó una secesión de la Unión Anarquista nacional, y en 1928 ayudó a fundar la Asociación de Anarquistas Federales e iniciar su trabajo, "La Voix Libertaire" que duró desde 1928 hasta 1939.. Se reconcilió con la organización nacional y "Le Libertaire" en 1934. Durante la década de 1930 tomó parte en el movimiento por la paz como un miembro destacado de la Liga Internacional de los Combatientes por la Paz. En 1940 se refugió de la guerra en Royan (cerca de Burdeos), donde murió en 1942.

Además de innumerables artículos y conferencias (muchas de las cuales fueron impresos como folletos y algunos de los cuales fueron recopilados como libros), y varios folletos anarquistas y ateos. Su principal obra fue una trilogía ambiciosa de libros La Douleur universelle: Filosofía Libertaire (Dolor universal dolor: Filosofía liberal), una obra sobre los problemas causados por la autoridad, que fue publicado en 1895; Medicastres: Libertaire Philosophie (Charlatanes: Filosofía Liberal), un relato de las falsas soluciones a los problemas causados por la autoridad, que no fue publicado; y communisme Lun: Le bonheur universel (Mi comunismo universal de la felicidad), un relato ficticio de la revolución libertaria, que fue publicado en 1921. En 1923 publicó L'religieuse impostura (impostura religiosa), un largo ataque a la religión (una edición revisada apareció en 1948).

En 1926 comenzó su proyecto más ambicioso: La preparación de la Enciclopedia Anarquista, una de las publicaciones liberales y más valiosa e impresionante jamás producida. Esta apareció en 1927 como una serie de piezas separadas y luego en 1932 en un conjunto de volúmenes masivos. Toda la obra, que contiene cerca de 3.000 páginas, consistió en una referencia general alfabética con la colaboración de los principales escritores anarquistas de todo el mundo. Faure fue el editor en jefe, y también el autor de muchos de los artículos más importantes.

El folleto Douze preuves de l'inexistencia de Dieu, ("Doce pruebas de la no existencia de Dios"), que está basado en conferencias que dio en muchas ocasiones, se publicó por primera vez en París en 1914. Fue reimpreso con frecuencia, y también traducido en varias ocasiones. Justo antes de su muerte, una traducción de Aurora Alleva y DS Menico fue publicada en los Estados Unidos como ¿Existe Dios?
 
 

Cultura y abstención

 

 
Las colectividades de Aragón, Cataluña y Andalucía, significaron el alcanzar la utopía durante siglos negada al pueblo español, entonces se demostró la falacia que graznan fascistas y marxistas, los cuales tildaban y tildan de utópica a la Idea. Sólo lo hacen porque carecen de sólidos argumentos para rebatirla y esto quedó sobradamente probado en el gran sueño hecho realidad y llamado colectividades libertarias.
 
Sólo nosotros podemos defender lo nuestro, ningún ejército, ningún político, ningún estado defenderá los intereses de la clase obrera.
 
Se acabaron los jefes y el dinero, todos iban a trabajar con una sonrisa en los labios a pesar del duro esfuerzo que suponía construir una nueva sociedad desde sus cimientos. Todo se decidía con la palabra y el consenso de todos, sólo se excluía al que quisiera imponerse a los demás por medio del engaño o la violencia, y éstos rápidamente huyeron como ratas puesto que eran los amos y sus fieles siervos. Al que se quedó, en lugar de darle una bala en la nuca -como gustan los marxistas y fascistas- se le dio un pico y una pala para que trabajara como todo hijo de vecino y recuperara así su condición humana para dejar de ser un parásito caníbal.

Se acabaron los partidos políticos y sus intereses espúreos, puesto que una vez el pueblo es dueño de su vida, difícilmente querrá delegar en embaucadores profesionales, sólo confiará en sus iguales, en los que van a currar todos los días y pueden presumir orgullosamente de no haber hecho nunca daño a nadie.

Respeto sólo para quien respeta
La libertad no entiende de peros, si ésta no es absoluta, terminará inevitablemente dejando de ser libertad. El que quiera organizarse con otros para defender tal o cual idea está en su pleno derecho de hacerlo, siempre y cuando, claro está, que esa organización no conspire para imponer sus ideas a otros. Si esos que piensan diferente que tú consiguen convencer a más personas de las que comparten tus propias ideas tendrás que respetarlo, si quieres ser libre debes dejar ser libre a los demás, pero como he dicho antes, tolerantes para con quien respete e implacables con los que se quieren imponer por la fuerza, el abuso intelectual o la coerción.

Un pueblo realmente libre y culto nunca más permitirá el abuso de los poderosos, porque entonces el poder estará en manos del pueblo llano, del que se levanta todos los días bien tempranito a currar las horas que bien estime el amo, del que es constantemente machacado a base de impuestos por la insaciable mafiocracia, de las personas que a pesar de currar en régimen de semiesclavitud no pueden darles a sus hijos todo lo que merecen.
 
Cuando ese poder sea nuestro y no de ellos, sólo cuando se logre derrocar al Estado en todas sus deformes formas, cuando nadie tenga el poder de imponer nada a nadie, sólo entonces habrá paz verdadera y duradera, mientras tanto seguiremos cazando moscas con cañones y fallando una de cada diez, seguiremos "disfrutando" de esta paz de cementerio y esta sociedad de bienestar sólo para los de siempre y un poco para los obreros comprados, la llamada clase media u "obreros de 1ª", los mismos que votan a quienes aseguran su "bienestar" en perjuicio de otros.

Ya sabemos que con los fascistas y los que se creen obreros de 1ª no hay mucho que debatir, esta gentuza una vez no cuenten con el respaldo del Estado huirán como ratas asustadas, se les acabará el chollo y tendrán que autoexiliarse o trabajar como cualquier persona decente, para el bien común y no para su bolsillo.

El otro peligro al que siempre nos enfrentaremos cuando llegue el momento de derrocar definitivamente al Estado, cosa que lógicamente todavía está todavía muy lejos de llegar -y eso contando con que llegue algún día- será el del fanatismo ciego marxista, obreros que aspiran a ser los nuevos señores del cotarro.


Cuando Rusia pudo quitarse el yugo milenario de la esclavitud y consiguió que el pueblo tuviese su destino en las manos, todo se truncó a manos de los bolcheviques, cuando no pudieron convencer con su dialéctica para engañar a incautos, se impusieron a manos del terrorismo contra el pueblo que ellos decían representar, cuando el pueblo no tiene más representante que todas y cada una de las personas que lo forman. El pueblo llano  nunca puede ser representado por una "élite intelectual" y militares sanguinarios.

En España ocurrió exáctamente lo mismo, no querían una auténtica revolución que lo cambiara todo desde la base, lo que defendían era a la república burguesa, seguían órdenes de su padre Stalin al que por entonces le convenía más defender una república burguesa que esa dictadura del proletariado que tanto graznan, porque le interesaba estar a buenas con Francia e Inglaterra en vistas de lo que pudiera pasar con Hitler. Al final Stalin demostró su ya sabida impostura y se asoció con Hitler, debe ser eso que llaman los marxistas oportunismo, porque Marx era eso, un taimado oportunista siempre dispuesto a engañar a todo aquél que él considerara poco culto -casi todos los mortales menos él- según la manera impositiva alemana y su disciplina de cuartel.

A estos sólo les importa la unidad de pensamiento

Estos descerebrados marxistas, porque carecen de cerebro una vez que pierden la guía de su líder, siempre tienen dialéctica para todo, aunque esta sólo les convence a ellos, pero eso les da igual, mientras que tengan respuesta para todo y eso sea considerado "revolucionario" según el manual del marxista ortodoxo, todo vale, mientras que el líder diga que está bien, no hay más que discutir. Mirad si no que estupideces, sólo aptas para iniciados en los ladridos de Marx, son capaces de esgrimir como algo indiscutible para así justificar la violación de Aragón, el asesinato de anarquistas y la destrucción de las colectividades hechas por el pueblo libre, la prensa estalinista publicó cuentos fantásticos.

Frente Rojo escribía:

<<Bajo el régimen del extinguido Consejo de Aragón, ni los ciudadanos, ni la propiedad, podían contar con la mínima garantía... El gobierno encontró en Aragón arsenales gigantescos de armas y miles de bombas, cientos de ametralladoras de último modelo, cañones y tanques reservados allí, no para luchar contra el fascismo en el frente de batalla, sino propiedad privada de los que quieran hacer de Aragón un bastión desde el que luchar contra el gobierno de la república... No hay un campesino que no haya sido obligado a entrar en las colectividades. Los que se resistían sufrieron en su cuerpo y su pequeña propiedad las sanciones del terror. Miles de campesinos han emigrado de la región, prefiriendo dejar el campo a sufrir los viles métodos de tortura del Consejo... El campo fue confiscado, y anillos, medallones, e incluso los cacharros de barro de cocina fueron confiscados. Los animales fueron confiscados, el grano e incluso los alimentos cocinados y el vino para el consumo doméstico... En el Consejo Municipal se instalaron conocidos fascistas y jefes falangistas. Blandiendo carnets sindicales, oficiaban de alcaldes y concejales, de agentes del orden público de Aragón, bandidos de origen ejercían una profesión y un gobierno de bandidaje.>>


Así que quienes no quieren gobernar ni ser gobernados no sólo deben combatir a los poderosos, también se encontrarán con la oposición de los otros defensores del Estado, los marxistas, el comodín del Estado por si la revolución pretende acabar para siempre con el Estado asesino y ladrón milenario. Aunque todo sea dicho, también hay muchísimos marxistas que son excelentes personas, a los que ni se les ocurre defender el genocidio ruso o al sanguinario Stalin, todo mi respeto hacia esos que no niegan la realidad histórica sobradamente documentada y todo mi desprecio hacia aquellos que defienden a Stalin, Mao o Lister y niegan todo aquello que no conviene a su propaganda de malas personas con ocultas intenciones de imposición. Los que niegan el genocidio stalinista, maoísta o norcoreano son tan miserables como los que niegan el Holocausto nazi.


Por eso es fundamental el fomento de la cultura, un pueblo inculto nunca será dueño de su vida, pero un pueblo culto difícilmente se dejará engañar por los que quieren vivir como reyes a costa del trabajo ajeno, hará oídos sordos a cualquier cantamañanas iluminado con pretensiones de líder. Mientras que nuestro pueblo siga en la inopia cultural seguirá siendo vilmente engañado; seguirá viendo a los inmigrantes como enemigos en lugar de iguales, continuará recelando de su compañero de trabajo en lugar de unir fuerzas en contra de nuestros verdaderos enemigos, no cesará de confiar en quienes sólo quieren explotarlo como a un animal de tiro, volverá a votar a sus verdugos con la falsa esperanza de que al menos les dejen algunas migajas.

A día de hoy y a pesar de la que está cayendo los trabajadores esperan misericordia de quienes nunca la tuvieron, claman al cielo para que aparezca un iluminado y les diga lo que quieren escuchar, confiando más en un cerdo encorbatado que en sus propios iguales, culpando a los emigrantes de todos los males del país, sin querer darse cuenta de que el enemigo está dentro, son compatriotas nuestros aunque para ellos no somos más que basura desechable.


Sin cultura y abstención nunca encontraremos la solución, seguiremos siendo un país de paletos que saben de todo sin nunca haberse molestado en aprender, un país miserable en el que la convivencia pacífica dejará de existir. Si los trabajadores de este país logran despertar del "sueño democrático" y toman las riendas de su vida en lugar de delegar a manos de mangantes probados, quizás y sólo quizás, conseguiremos ser una tierra de abundancia y felicidad... dentro de 50 años; aunque puede que para entonces sea demasiado tarde y ya estemos todos muertos en vida o bajo tierra. 
 

Huertos sociales en San Juan de Aznalfarache (Sevilla)


Los huertos ya están a pleno rendimiento, ¡qué ricos gazpachos!

Hace un par de meses que comenzaron los trabajos de acondicionamiento para llevar a cabo la segunda fase de los huertos sociales en San Juan de Aznalfarache, situados junto a la margen derecha del Río Guadalquivir a su paso por dicha localidad. Los primeros huertos ya han cumplido su primer año y abastecen de hortalizas frescas y ecológicas a muchas familias con sus dos cabezas de familia en paro y madres solteras también paradas, así como a ancianos que llenan así su tiempo libre, de una manera sana y productiva o jóvenes parados. Es esta una manera de reivindicar el derecho de todos los habitantes de San Juan a poder disfrutar de su tierra, de su pueblo, para que nuestro término municipal no sea sólo un bien con el que especulen los políticos locales, sea cual sea su condición u ralea. Somos el municipio de Europa con mayor porcentaje de su término ocupado por grandes superficies, sin embargo tenemos 7.000 parados en nuestro pueblo, ¿para qué tanto supermercado si éste no da trabajo a la localidad en la que están situados? Antes de que nuestros políticos comiencen a especular con estos terrenos siempre será mejor que estos sean usados para el bien común y no de unos pocos advenedizos, que en algunos casos ni siquiera son de este pueblo, como el anterior alcalde "socialista", el Troncoso ese.
 
Estas tierras no son del ayuntamiento, son de todos los sanjuaneros, el que nuestro alcalde tenga a bien permitir que se lleven a cabo los huertos sociales es algo que se le tendrá en cuenta y por supuesto hablará a su favor, pero eso no quiere decir que él nos regale nada, estas tierras son de todos nosotros y no del político de turno que se siente en el sillón de alcalde, los políticos gestionan, pero no son dueños de nada, a ellos se les paga para que sirvan al pueblo, no para que se sirvan  de su cargo en beneficio propio y los de su camarilla.
 


Como se están poniendo las cosas, tendremos que volver a la agricultura de supervivencia, así que ya va siendo hora de que los andaluces reclamen lo que es suyo, nuestra tierra, que ésta deje ser moneda de cambio para políticos corruptos o ricachones sin conciencia ni humanidad. Ya está bien de que Andalucía sea una tierra de camareros que sirven a los guiris fascistas que disfrutan más de nuestra tierra que nosotros mismos. El 80% del territorio andaluz es coto de caza privado, el 20% restante es el terreno ocupado por las ciudades y pueblos o terrenos baldíos, estas tierras están cercadas y sólo pueden disfrutarlas los adinerados de toda España y buena parte de Europa que vienen a nuestra tierra para asesinar nuestra fauna, mientras nosotros no podemos pasear tranquilamente por nuestras sierras y campos por miedo a que te peguen un tiro si no te ven los cazadores o te ponga una multa la Guardia Civil.

 
Bueno, no me enrollo más, a continuación os dejo unas fotos en las que pueden verse los trabajos de acondicionamiento llevados a cabo hasta la fecha en la 2ª fase de los huertos sociales en San Juan. Ya se han podado todos los naranjos, allanado el terreno y retirado todas las ramas y matojos. Lo próximo será que el topógrafo haga las mediciones del terreno para dividirlo en parcelas de 7m de ancho por 10m de largo, después le tocará el turno a las vallas, pero eso todavía está por llegar, veamos lo que ya se ha hecho hasta ahora.



En esta tres primeras fotos podemos ver como se encontraba el terreno antes de comenzar los trabajos de acondicionamiento, hacía ya muchos años que no se podaban estos naranjos, las copas llegaban prácticamente hasta el suelo y estaba todo lleno de matojos, selvático total como podéis ver.
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 En las fotos anteriores se puede ver como ha quedado el terreno después de haber podado los naranjos y quitado la maleza. Lo siguiente será acotar el terreno y dividirlo en parcelas, además de vallar todo el perímetro. Espero que este proyecto salga adelante con la colaboración de todos los que hemos puesto nuestra ilusión y esfuerzo para conseguir que nuestro pueblo sea nuestro de verdad. Cuando vayan avanzando los trabajos seguiré publicando entradas sobre ello. Salud y libertad.
 
 
Más información:
 
 
 
 

Thin Lizzy - Johnny The Fox




Ahí va este temazo de los Thin Lizzzy, "Johnny The Fox", el alias que utilizo para   firmar los artículos publicados en este blog, que lo disfrutéis con mucha salud.

Accidente de tren en Galicia: queremos saber la verdad, aunque nunca nos la contarán

 
 
Repugnante el espectáculo visto oigan. ¿Cuándo ostias seremos un país civilizado? La piara de cerdos fascistas que manejan nuestras vidas ya pueden estar contentos, ya tienen la tan ansiada cabeza de turco, y además servida en bandeja de plata. Desde el minuto uno el maquinista es el único culpable, esta vez los perros de pren$A se han empleado bien a fondo desde el primer momento. En esta ocasión el maquinista no ha muerto como sucedió en Valencia, así que es fundamental desacreditar de todas las maneras posibles a este trabajador antes de que hable, al final ha hablado y ha reconocido parte de culpa, por lo que esas sabandijas radiofónicas y televisivas bien pagadas por los amos, dicen que el asunto está zanjado, que todo lo demás es remover la mierda en función de intereses espúreos gruñen los muy cerdos, una vez más muestran su falta de principios morales y poca capacidad de empatía para con los muertos o los que sufren indebidamente, una vez más nos muestran su indecencia impúdica, ni a los muertos respetan.
 
Esta gentuza vuelve a tomarnos por imbéciles, un maquinista es sentenciado publicamente a pocos minutos de haber cometido un presunto delito de imprudencia, pero sin embargo Rato y Blesa que han robado y arruinado al país no han cometido ningún delito, ni siquiera equivocación alguna, se pasean tranquilamente por donde les parezca, les llaman señores y ya no son ni presuntos. No son pocos los trabajadores que se tragarán el cuento, es más fácil así; vuelve el miedo al estado y el amor por la versión oficial, así no hay ni que pensar ni nadie se tiene que cuestionar su parecido con los monos.
 

El pez gordo de Adif, que por cierto tiene una cara que parece un engendro salido de la mezcla entre un cerdo y un sapo, este tipejo de prepotencia probada -como se puede comprobar en la entrevista que dió a 13 TV- nos dice tranquilamente que la seguridad es siempre mejorable y que errores como éste nunca se habían cometido. Seguro que este indecente es tan amoral que no tendría ningún reparo en decirles a la cara esto a los supervivientes y familiares de las víctimas fallecidas por el mal hacer de la empresa a la que representa, aunque también barre para casa y dice que ese tramo no tiene la tecnología más moderna y segura por decisión política, cosa de la que él no tiene responsabilidad alguna, y no le falta razón en esto. Este puerco dice que 80 muertos y más de 100 heridos son un error y se queda tan pancho.

Gonzalo Ferre, presidente de Adif
 
 Todos podemos comprender un error humano o incluso técnico, pero no uno como éste, si el maquinista falla por múltiples motivos que podrían darse, la tecnología debería suplirlo inmediatamente. ¿Qué pasa si se hubiese desmayado o el tren se viera secuestrado por un comando terrorista suicida? ¿a quién le habrían echado entonces las culpas? Que un tren circule por una vía de 80 km/h a 190 y sin medidas efectivas de seguridad para impedir alcanzar tal velocidad no es un error, es una imprudencia temeraria en la que mucha gentuza está implicada, pero en este país de mierda siempre paga el de abajo y con la venia de sus iguales.

Uno de los grandes argumentos que esgrimen los periodistas más asquerosos de europa y que padecemos a diarío aquí en nuestra tierra, es el de que se habla sin conocimientos técnicos, vale, puede ser, pero hay cosas básicas y que aunque sean técnicas, son fácilmente comprensibles si lo explica debidamente un experto en la materia. Por mucho que se empeñen estos sabihondos dementes, no somos idiotas, muy al contrario, sabemos muy bien quienes son ellos y que buscan, cada vez engañan a menos ciudadanos y por eso van aumentando su tono de voz, piensan que la razón se suple con el volumen.

Ya se empieza a conocer el contenido de las cajas negras, una de las noticias aparecidas dice que el maquinista iba hablando por su teléfono de RENFE sobre el trazado que debería seguir para llegar hasta El Ferrol y al parecer consultaba a su misma vez los mapas de ruta, cuando quiso darse cuenta ya tenía la curva encima e intentó frenar, redujo un poco la velocidad hasta los 153 km/h, pero eso no fue suficiente como desgraciadamente todos conocemos. ¿Cómo es que el tren no frenó automáticamente sabiéndose la peligrosidad de esta curva? una curva a la que se llega tras una gran recta en la que se alcanzan grandes velocidades y que aparece poco después de la salida de un tunel, con lo que la visibilidad es nula, es una curva que no se ve venir. El maquinista conoce este recorrido al dedillo, él mismo lo ha dicho, pero siempre se pueden dar una serie de condiciones que lleven a un error, eso es tan humano como las ganas de follar, pero para eso está la tecnología actual de sobrada efectividad y muy difícil fallo si se hace como debe hacerse, si se valoran más las vidas humanas que el vil metal.


Este accidente se podría haber evitado si las medidas de seguridad hubiesen sido las debidas. No se puede circular en un tren que va a 200 Km/h sin que éste vaya equipado con la máxima tecnología de seguridad, si no puede ser así pues que vaya menos rápido. A 200 Km/h unos segundos de despiste son muchos metros recorridos y la fuerza del impacto hace posible el número de muertos y heridos habidos. El maquinista al parecer se despistó consultando los mapas del trazado ferroviario mientras hablaba con un compañero por el teléfono de empresa, algo que este hombre siempre llevará en su conciencia, pero si el tren hubiese tenido las debidas medidas de seguridad que por lógica aplastante debería tener un tren que circula a 200Km/h, el accidente no hubiese llegado nunca a ser esta catástrofe o incluso no habría ocurrido nada más que un susto.

 
80 muertos y 100 heridos no es un error, es una negligencia criminal por la que deberían pagar muchos más que el maquinista, él tiene su responsabilidad, pero aun más la tienen los responsables políticos, de seguridad o de RENFE, gentuza que cobra unos sueldazos que te cagas no por su competencia, sino por su adscripción política o pertenecer a una de esas centenarias familias que siempre han sido dueñas de todo en España. A mayor sueldo mayor responsabilidad, vamos digo yo, pero como siempre sólo pagará el maquinista, que tiene su parte de responsabilidad, pero que también es una víctima de la falta de seguridad en ese tramo de vía.