Con elecciones o sin ellas. Germinal Esgleas

 
Artículo publicado el 21 del 2 de 1936 en La Revista Blanca.
 

Germinal Esgleas

Cualquiera que haya sido el resultado de las elecciones (escribimos estas líneas antes de que se celebren y aparecerán después de ellas), hayan ganado izquierdas o derechas, que todas habrán ganado a su manera, y no les faltará razón, los problemas fundamentales para los trabajadores que anhelan su emancipación, no habrán variado en lo más mínimo.
 
Si han triunfado las derechas, la amenaza del fascismo, independientemente del resultado de la contienda electoral, seguirá cerniéndose sobre el pueblo español; y si han triunfado las izquierdas, dicho peligro tampoco desaparecerá, aun en el supuesto de que la izquierda no se aficione ya de buenas a primeras, sin destruir aquella amenaza, cosa que no está en su mano, a aplicar su fascismo especial por propia cuenta.
 
Haya triunfado uno u otro de los frentes entregados a esa contienda que sólo sirve para entretener y desviar al pueblo de la verdadera acción manumisora, los trabajadores se habrán encontrado, después del día 16, con que siguen esclavos del capital y del Estado. No podrán gozar de libertad ni de igualdad efectivas. Los que tienen en su poder las fábricas, la industria, el comercio, seguirán expoliándoles como siempre, y les negarán el pan, el trabajo, el derecho a la vida, si así conviene a sus intereses, cuando se cansen de pagar irrisorios salarios o no les tenga cuenta pagarlos. Los que gobiernen, no importa la etiqueta que lleven, gobernarán con los mismos instrumentos de antes (policía. Guardia civil, de Asalto, etc.) y adoptarán idénticas procedimientos, extremando la nota, como antaño (¡y son tantos los casos de triste, trágico e indignante recuerdo!), cuando el pueblo, con impaciencia más que justificada, se «salga de la ley», que en lenguaje corriente quiere decir si desoye los consejos interesados de los que nada saben ni entienden del hambre y de sus dolores.
 
Quizá los obreros habrán reñido cumpliendo ese «deber cívico» del sufragio en defensa de un gobierno mejor o peor, que dentro del marco de una república, Estado al fin y al cabo como lo es una monarquía, ha de defender los intereses del capitalismo y los de la propia institución que representa, colocándolos por encima de todo. Si esto ha sido así ¿por qué se habrán peleado los trabajadores, que no tienen ni pueden tener intereses comunes con la burguesía ni con el Estado? Si la política les ha dividido, rompiendo vínculos solidarios de clase ¿no habrán de recapacitar y de reconocer el error de que han sido víctimas? Si, unidos en un frente opuesto politicamente al derechismo, pueden comprobar la ineficacia del voto desde el punto de vista de sus aspiraciones de transformación social ¿no dirigirán su mirada hacia aquellos organismos y hacia aquellas tendencias que en el movimiento revolucionario y emancipador rompen con el círculo vicioso de las luchas políticas dentro de la sociedad capitalista y en el terreno económico y en el de la línea insurreccional revolucionaria, solidarizando a todos los explotados y a todos los oprimidos en una común aspiración de libertad y de justicia, pugnan por destruir las causas de la infelicidad humana, al menos de aquellas que pueden tener y tienen raíz en lo defectuoso e injusto del sistema social presente?
 
Hoy, como ayer, el trabajo queda por hacer. Al volver al taller, a la obra; al pasear su hambre y sus miserias por las calles; al encontrarse con los hogares desmantelados, deshechos; al verse lanzados al arroyo, tratados como bestias, acorralados a veces como fieras, habrán de comprenderlo así. Por mucha que sea la paciencia, por mucha que sea la resignación de los que confían en soluciones políticas y que de los políticos esperan algo bueno, vendrá un momento en que se habrá apurado el límite extremo, en que la venda de los ojos caerá y se verá con claridad.
 
Como lo es el capitalismo, al que sirven incondicionalmente, fascismo y democracia son negaciones de la libertad en pos de la cual, a través de la historia y de épicas y cruentas luchas, cada vez con más enérgico y ferviente anhelo, marcha el pueblo. Al finn de la jomada, por grande que sea la influencia del ilusionismo político, cuantos en él hayan depositado su fe, habrán de pensarlo y de sentirlo así. Si ha triunfado la derecha, lo que dudamos, las masas obreras conscientes no han de dejar abatir su ánimo, y han de dar ejemplo a aquella parte del pueblo inconsciente que, confiando en los recursos políticos, al ver que falla el resorte electoral, se verá desorientada y perpleja cuando no desmoralizada.
 
Frente a todas las provocaciones reaccionarias ha de afirmarse la posición en el terreno de franca rebeldía y de insurrección social,, sin dejar al enemigo que lleve la iniciativa de la lucha, sino desarticulando sus golpes en la medida de lo posible, procurando crear poderosas corrientes favorables a los intereses de la revolución. Si triunfan las izquierdas, tampoco la revolución social ha de ser traicionada. Una misma línea de conducta consecuente y rectilínea en contra del capitalismo y del Estado ha de mover a los trabajadores. No se puede hacer parada en la democracia, confiados en que ya no es de temer la acometida del fascismo. Los trabajadores no han de dejarse engañar por las apariencias. El edificio de la democracia está resquebrajado por todas partes. No ofrece garantía alguna para la libertad. Es una parte de la misma burguesía la que la defiende, y con ella no pueden solidarizarse los trabajadores sin traicionarse a sí mismos.
 
Del fascismo no se puede esperar nada. Es la barbarie que revive. Lo ancestral que se se impone circunstancialmente cuando el desequilibrio social entra en una fase tan aguda que ya toda solución intermedia queda arrinconada por la fuerza misma de las realidades de la hora, que exigen un alumbramiento o el aborto violento, aplastador del mundo nuevo naciente. Pero de la democracia ¿qué puede esperarse si en esa fase aguda del proceso de transformación que se opera en la sociedad humana fracasa ruidosa y estrepitosamente en su papel de mediadora y sólo sirve de inútil estorbo que al fin la misma fuerza antagonista de las dos poderosas corrientes en pugna, reaccionaria y renovadora, ha de eliminar? ¿Qué crédito moral puede merecer una constitución más o menos liberal, si una simple disposición gubernativa anula toda garantía por tiempo indefinido y cuando en general hemos podido ver cómo situaciones democráticas tenidas por seguras y presentadas como ejemplo se han hundido dejando paso al fascismo más desenfrenado y brutal?
 
Es una necesidad para los trabajadores superar el concepto de democracia sin volver los ojos atrás pensando hallar en las habilidades demagógicas y confusionistas del sector fascista más inteligente y audaz un alivio, siquiera sea momentáneo, a los males que les agobian y que se multiplican por momentos. Los trabajadores han de aplicarse a resolver sus problemas por propia cuenta, contando con la oposición y no con el favor del Estado, y dirigiendo sus esfuerzos, por medio de la acción revolucionaria consciente, a abolir dicha institución opresora y a socializar los medios de producción y de cambio. Si creen que situación alguna política ha de ampararles persiguiendo dichos objetivos, viven en un error. En la democracia burguesa, no mandan los hombres de gobierno. La banca, la industria, el comercio, entre otros mil intereses vinculados a la propiedad y al Estado, incompatibles con los de los trabajadores, irreductibles en sus antagonismos, son los que disponen, constituyen los verdaderos poderes.
 
Después de las elecciones del día 16, en el orden político, en el económico y en el social los trabajadores podrán comprobar cómo si ellos no lo impulsan desde abajo con su acción decidida pasando por encima de las consignas gubernamentales de los partidos de derecha o de izquierda, cambio alguno radical se produce. Y si su espíritu revolucionario desciende, si entre ellos cunde el desaliento, si la presión que ejercen en el cuerpo social disminuye al confiar en la eficacia de la acción parlamentaria, de la «revolución» desde arriba y en el papel, veremos cómo esa fuerza fascista que se habrá pretendido abatir con un arma mellada de dos filos, se presentará más provocadora, demostrará mejor los propósitos que la animan.
 
Con tiranía democrática o con tiranía fascista, los trabajadores individual y colectivamente se verán en la necesidad de defender sus derechos, de hacer respetar la libertad de una manera violenta y enérgica. Al hacerlo, habrán de chocar con los «sagrados» intereses de la propiedad burguesa, del capitalismo y del Estado. Y comprenderán una vez más que, sin atacarlos en su misma raíz y sin tomar a fondo la acción ofensiva en tal sentido, deber de todas las horas si realmente desean emanciparse, la cuestión social no puede ser solucionada. Con elecciones y sin ellas, como ayer y como antes, la lucha es la misma, tan vieja como el mundo, desde que hubo el primer opresor, desde que hubo el primer explotador, y si los trabajadores en vez de servir de puntal a los gobiernos y en vez de soñar en armonías imposibles de encontrados intereses, no saben unirse, forjarse una conciencia revolucionaria y crear una poderosa corriente revolucionaria divorciada en absoluto de todos los partidos políticos gubernamentales o aspirantes a gobernar, se verán abocados a una situación cada vez más desfavorable y trágica, con grave peligro para los más altos valores de la Humanidad y de la civilización. Que no se desvíen, pues, del verdadero fin emancipador: abolición del capitalismo y del Estado. Todo lo que se quede más atrás de este objetivo concreto, es no solucionar nada.
 
GERMINAL ESGLEAS
 
 

El gran engaño. Burnett Bolloten [Pdf & Epub]

 
 
Secretario general de la Federación de Campesinos de Castilla de la C.N.T. (1937):

<<Hemos sostenido batallas terribles contra los comunistas, especialmente contra las brigadas y divisiones que ellos controlan, que nos destrozaban salvajemente las colectividades y las cosechas, logradas a costa de infinitos sacrificios, y nos asesinaban a nuestros mejores militantes campesinos.>>
 
Aparecido en Londres, en 1961, "El Gran Engaño" se convirtió en poco tiempo en uno de los libros fundamentales para comprender la confusa trama de conflictos e intereses que provocó el hundimiento de la II República española.
 
Burnett Bolloten estudia en estas páginas el proceso que llevó al Partido Cumunista Español -que contaba sólo con 40.000 afiliados en los días iniciales de la guerra civil- a asumir gradualmente el control de las fuerzas republicanas mediante su infiltración progresiva en la maquinaria militar y en los resortes básicos de la Administración. Objetivo, documentado, "El Gran Engaño" es una obra insustituible para comprender la evolución política de la zona republicana.
 
Aunque el estallido de la guerra civil española en julio de 1936, fue seguido por una amplia revolución social en la zona antifranquista -más profunda en algunos aspectos que la revolución bolchevique en sus primeras etapas-, millones de personas de criterio que vivían fuera de España fueron mantenidas en la más completa ignorancia, no sólo de su profundidad y alcance, sino incluso de su existencia, gracias a una política de duplicidad y disimulo, de la que no existe paralelo en la historia.
 
Los más. destacados en la práctica de este engaño al mundo entero y en desfigurar dentro de la propia España el verdadero carácter de la revolución fueron los comunistas, que aunque en exigua minoría al iniciarse la guerra civil, utilizaron de modo tan eficaz las múltiples oportunidades que este conflicto presentaba, que antes de la terminación del mismo en 1939, se habían convertido, tras una fachada democrática, en la fuerza gobernante dentro del campo izquierdista.
 
El derrocamiento, en mayo de 1937, del gobierno de Francisco Largo Caballero, que era el más influyente y popular de los jefes de izquierda al estallar la guerra civil, significó el mayor triunfo de los comunistas en su ascenso al poder. ¿Cuál fue el secreto de su éxito? ¿Y por qué procuraron ocultar al mundo exterior y desfigurar dentro de la propia España el carácter de la revolución que asolaba al país? La respuesta se encuentra en las páginas que siguen.
 
 

No votes #22M

 
Cuando el edificio amenaza ruina, es mejor derribar que reformar
 
Una vez más asistimos al circo electoral andaluz, de entrada libre e ineludible, puesto que esa es la única "libertad" que permite el Fascio y además, votes o no, sufrirás igualmente la inoperancia cerebral del electorado. Otra vez eres valioso, se te tiene en cuenta; los políticos se muestran más amables y cercanos que durante los anteriores cuatro años, incluso hacen como que les importa tu opinión. Arreglan ese parque del pueblo que lleva cuatro años lleno de matojos y con los columpios a punto de mandar a algún niño a la estratosfera. Los ayuntamientos abren bolsas de trabajo por doquier; dos o tres meses de trabajo inservible para la comunidad, pero muy útil para captar votos de estómagos agradecidos con mentes vacías.
 
Rajoy viene a Andalucía a insultar, dice que no votar al PP es tirar el voto, vamos, poco menos que quien no vota al PP es un indigente intelectual, por no decir un peligroso antiespaña. No debemos olvidar que en las anteriores elecciones fue el PP quien consiguió más votos, gracias a las políticas nazional socialistas del PSOE, Andalucía sigue en manos de los mismos canallas de siempre... y esta vez nos dicen que con la venia del pueblo. El Bonilla este es asqueroso oigan, si yo necesitase de alguien como él para que dirigiese mi vida, preferiría pegarme un tiro y descansar en paz una vez incinerado, para así no ser pasto de los gusanos y  buitres que gobiernan y sacan povecho hasta de los cadáveres obreros.

¿Y el niñato este llamado Albert?, ¿qué hacemos con el falangito este? Aquí en Andalucía solamente captará votos entre las filas de capillitas indignados con el PP por lo del aborto, viejxs que siempre quisieron para sus hijas un chaval tan apuesto y bien hablado y algún que otro indeciso de esos que tardan una hora en escoger la chaqueta más adecuada antes de salir a la calle. Vamos, que este se va a comer menos que un caracol en un espejo.
 
Tras el engaño sociata sólo apto para memos de profusa baba y que dura ya más de 30 tacos, el PSOE se reinventa a sí mismo, cual producto comercial que solamente necesita de un buen marketing para triunfar, puesto que la calidad del mismo es lo que menos importa. Susana Díaz nos vende continuamente su origen humilde, yo soy fontanera dice, aunque con ese careto parece más una galleta fontaneda, claro que la galleta se deshace facilmente y el rostro de esta es de cemento armado. "Me repugna la corrupción", grazna sin complejos la encumbrada por corruptos podridos, sólo le falta decir que lloraba cuando veía Corrupción en Miami, que cosas. Lo peor de todo es que el engaño les sigue funcionando, muy probablemente volverán a ganar, aunque claro, tendrán que compartir el cortijo otra vez, pero da igual, ello sólo significa que en lugar de robar 10 se llevarán 8 y los andaluces seguiremos perdiendo 10.
 
Los de IU han cavado su propia tumba al prostituir los votos adquiridos en nombre de la "verdadera izquierda" y que solamente sirvieron para perpetuar a los mangantes sociatas en el Poder. Poco más puedo añadir a la sobradamente conocida impostura eurocomunista y sus socios de CCOO, sólo una cosa, el Maillo este es capaz de dormir a un bakaleta en pleno subidón con su verborrea, además de tener menos carisma que Ilyn Paine, verdugo de los 7 reinos.
 
Como históricamente viene siendo habitual, en los malos tiempos medran los nazis, y en Andalucía también, aunque bastante menos que en otras regiones de Iberia. El problema es que aun siendo pocos suelen dar mucho la nota, ya que el rancio fascio andaluz les permite campar a sus anchas y si la lían los amparan diciendo que solamente son críos un poco exaltados. Vox parece que trabaja para Pablo Iglesias, decir que Podemos ahorcará homosexuales en la Giralda es mostrar públicamente la poca sesera que tiene el autor de este graznido. Todavía si lo hubiera perpetrado en una taberna taurina mal oliente de esas que ellos tanto gustan frecuentar, le habrían reído las gracias sus camaradas en la memez, pero decirlo en un vídeo e incluso colgarlo en You Tube, es más que suficiente garantía de que estos de Vox son gentuza absolutamente amoral y sin complejos por ello. Y mira que me caen mal los dirigentes de Podemos, pero lo que no es de recibo, no lo es me convenga a mi o no.

Por si fuera poco, estos de Vox no están solos ni mucho menos, no debemos olvidar que Andalucía, y especialmente Sevilla, es cubil de toreros, pocilga de capillitas y estercolero de rocieros. Aquí en mi pueblo, San Juan de Aznalfarache, han aparecido unos falangistas que se hacen llamar Partido por la Libertad, así, como suena, será por la libertad de fusilar a quien se atreva a contestar, digo yo, viendo quienes son y conociendo su pedrigrí de perros facciosos y rabiosos, seguramente esa es la libertad por la que luchan.
 

Los nuevos convidados al banquete estatal a cargo del obrero, Podemos, llegan con una nueva forma de engañar, más académica y joven, menos visceral e iletrada, pero de una impostura supina que puede comprobarse a diario en las maneras que gastan sus altos cargos; entonces vemos bajo el barniz y nos encontramos prepotencia intelectual, vanidades insaciables y egos estratosféricos, proyectos personales, en ningún caso comunales. Muy probablemente les sean útiles a los sibilinos sociatas que no en vano llevan más de 30 años manejando el cortijo en el que han convertido a Andalucía. Seguro que entre sociatas y lilas encontrarán la manera de explicar lo inexpicable (como ya sucedió con IU y el llamado gobierno "rebelde" y de "izquierdas"), unos gracias a su larga experiencia engañando a obreros y los otros con su pedante verborrea académica.
 
Bueno, pues así está el patio, votes a quien votes, tú serás siempre el que pierda. Por eso votar es como comprar un boleto de lotería a sabiendas de que no va a tocarte, absurdo pero real, tan absurdo y tan real como que los herederos del franquismo son quienes gobiernan y los que consiguieron más votos en las pasadas elecciones andaluzas. Los que ya se sabe que ganarán, el PSOE, llevan más de 30 años engañando y saqueando al pueblo andaluz y todos los que voten legitimarán al ganador, cuando no permitirán que su voto sea prostituido y deformado según la conveniencia de los partidos, nunca del pueblo. No votes, que no vuelvan a engañarte, tu voto es su fuerza y esa fuerza siempre irá en contra tuya. Tu voto alimenta a la bestia capitalista, es su sostén vital, necesario para no tener que descubrir totalmente su rostro demoníaco, gracias a él pueden decir que nos representan y así se ahorran la violencia. Dentro de unos años los ahora tildados como cenizos serán llamados profetas, pero para entonces solamente podrán predicar en el cementerio que serán nuestras ciudades. Salud y Libertad.
 

Anarquismo y educación. Francisco José Cuevas Noa

 
Francisco José Cuevas Noa
 
En este libro, Paco Cuevas presenta una síntesis muy lúcida sobre los fundamentos teóricos y la evolución histórica del anarquismo. Posteriormente, comenta brevemente las teorías educativas anarquistas y las principales experiencias llevadas a cabo en este campo. Esta obra es un producto del interés y de la constancia de su autor, que ha sabido aunar el rigor en el tratamiento de los temas, el uso de un lenguaje preciso pero asequible y la capacidad de discutir de manera sistemática y organizada el amplio campo de la teoría y de la práctica anarquistas.

Este texto ha tenido su origen en un trabajo de investigación doctoral -es decir, en lo que acostumbramos a llamar la tesina- llevado a cabo por su autor en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social de la Universidad de Sevilla. Hoy se publica con algunas adaptaciones y, sobre todo, con una cuidada actualización del contenido, teniendo en cuenta las últimas publicaciones aparecidas y algunos documentos electrónicos consultables en Internet. Sin embargo, es de justicia hacer constar que este trabajo constituye, ante todo, el resultado de los afanes de su autor, que sabe combinar una autodidaxia tolerante y nada envanecida de sí misma con un activismo social y educativo muy exigente y radical, presidido por un compromiso ético labrado en la coherencia, en el rigor y en la lucha cotidiana.

A pesar de la juventud de su autor, éste ha llevado a cabo un trabajo muy maduro en cuanto a su contenido y muy bien escrito. La madurez conceptual y la escritura cuidada constituyen, precisamente, dos de los grandes valores del libro. Una y otra parecen fáciles, pero no lo son. Las capacidades de síntesis, de problematicidad y de relación, características mayores de un pensamiento complejo y dialéctico, se nos muestran de una manera elocuente en esta páginas.

Es de destacar que Paco Cuevas reivindica sin grandes complejos la necesidad de la teoría y de la reflexión teórica. También defiende los enfoques globales como manera idónea de acercarnos a los fenómenos sociales y educativos. En este sentido, y siguiendo la estela de la conocida frase de Habermas, que caracterizaba al positivismo como la renuncia al pensamiento, Cuevas es decididamente antipositivista. Y también, si se entiende el vocablo en su acepción vulgar, es antipragmatista, pues critica la dimensión mítica de la investigación social y educativa repleta de datos estadísticos y de empirismo barato, pero carente de reflexiones y de conceptos.

Es cierto que en el ámbito social y educativo se ha trabajado en los últimos tiempos, y se sigue trabajando, desde la perspectiva de la elaboración teórica. Pero también es verdad que cuando esta teoría posee un tono crítico y heterodoxo, suele adoptar un enfoque marxista o neomarxista, en sus diferentes versiones y matices. Es más raro que se acuda al rico patrimonio teórico y experiencial del anarquismo, que, curiosamente, tiene en España una presencia fortísima. Y que, por cierto, para hablar sólo de educación, no se reduce a la figura emblemática de Ferrer y Guardia.

Por todo ello, creo que constituye un acontecimiento la publicación de esta obra, deudora de esa rica tradición compuesta de saberes, luchas, experiencias y activismo social que conforma el anarquismo. Siguiendo a Freire, Cuevas destaca la naturaleza eminentemente política de la educación. Desde esta perspectiva, el autor opta por la línea sociopolítica de la pedagogía libertaria, y se opone a los planteamientos románticos, idealistas, roussonianos e individualistas de la tradición libertaria. Éste es el punto de partida que permite a Paco Cuevas conectar el anarquismo con la problemática actual de los movimientos sociales, y, en concreto, sin por ello caer en el pedagogismo, con el papel educativo de esos movimientos. La defensa de la solidaridad, de la sociedad civil y de lo colectivo supone una alternativa razonable frente a la soberbia y a la arrogancia neoliberales. En estas luchas actuales, concretas, prácticas, es en donde Cuevas quiere situar la problemática libertaria.

El anarquismo es una doctrina que provoca una atracción inmediata. Y no es para menos. En sus versiones iniciales, antes de oponerse al socialismo marxista, el anarquismo defiende, además de un ateísmo militante hoy cuestionable, la abolición de las clases sociales, la igualdad económica y social de los individuos, la igualdad en los medios de desarrollo de los niños, la reducción del Estado a las meras funciones administrativas y la solidaridad internacional. Las masas obreras abrazan -éste es un verbo con mucha fuerza, usado históricamente para hablar del militantismo de los trabajadores-la causa anarquista con una fe casi religiosa. El anarquismo es una doctrina de redención y de humanismo. Sobre un mundo violento y desigual se construirá la unión universal de las libres asociaciones agrícolas e industriales. Sobre la divisa hobbesiana de que el hombre es un lobo para el hombre, se concebirá una hermandad generosa y pacífica, ese reino de la libertad tan ansiado por los utópicos de todos los tiempos.

Hoy nuestro mundo muestra caras paradójicas. Por un lado, la ambición del universalismo; por el otro, el recurso salvaje a las guerras, al dominio ideológico, al control de las mentes y de los cuerpos por medio de mecanismos unas veces explícitos, otras veces sutiles. En este mundo contradictorio, la lucha por la libertad sigue siendo una ambición honesta que anima el corazón de millones de mujeres y de hombres. Sin el idealismo ingenuo de los comienzos, sin la ambición desmedida de los paraísos artificiales, pero también sin conformismo y sin apatía; con honestidad, con firmeza, con el argumento de las buenas razones, así es como veo yo las luchas sociales actuales por conseguir un mundo más humano, un objetivo que, al parecer, no es tan fácil de conseguir como soñaron algunas mentes preclaras del socialismo y del anarquismo.

En este contexto, este libro nos ofrece un buen recorrido por los hitos fundamentales del anarquismo. Su publicación supone una línea de continuidad en relación con las obras editadas en los años 70 y 80 del siglo xx, que reactivaron el interés hacia la pedagogía libertaria, tras los años sombríos de la dictadura de Franco. La lectura de esta obra puede servimos como una útil guía para profundizar en las corrientes pedagógicas libertarias. Si hemos de educar para la libertad; si sigue siendo verdad que es posible educar para la libertad, entonces puede ser conveniente dirigir la mirada al pensamiento y a las experiencias antiautoritarios. Con este libro esta tarea se nos facilita grandemente. Por eso, tengo que felicitar a su autor, así como a la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, que tanto está haciendo por la difusión del pensamiento libertario.
 
Monteagudo
 
José González Monteagudo

UNIVERSIDAD DE SEVILLA
 
 
 

Albert Camus. El periodismo libre (1939)

 
Es difícil evocar hoy la libertad de prensa sin ser tachado de extravagante, acusado de ser Mata Hari, de verse tratado como el sobrino de Stalin. Sin embargo,esta libertad es sólo una cara entre otras de la libertad en sentido estricto y secomprenderá nuestra obstinación en defenderla si se admite que no hay otraforma de ganar realmente la guerra.
 
Es verdad, toda libertad tiene sus límites. Aunque tendrán que ser libremente reconocidas. Acerca de los obstáculos que son aportados hoy a la libertad de pensamiento, hemos dicho por otra parte todo lo que pudimos decir y diremos todavía, y hasta la saciedad, todo lo que será posible decir. En particular, no nos sorprenderá jamás lo suficiente, una vez impuesto el principio de la censura, que la reproducción de los textos publicados en Francia y apuntados por los censores metropolitanos sea prohibida al Soir Républicain, por ejemplo. El hecho de que a propósito un periódico dependa del humor o de la capacidad de un hombre demuestra mejor que cualquier otra cosa el grado de inconsciencia al que hemos llegado.
 
Uno de los buenos preceptos de una filosofía digna de ese nombre es el de jamás caer en lamentaciones inútiles ante un estado de cosas que no puede ser evitado. La cuestión en Francia ya no es hoy saber cómo preservar la libertad de prensa. Es la de buscar cómo, ante la supresión de esas libertades, un periodista puede seguir siendo libre. El problema no concierne a la colectividad. Concierne al individuo.
 
Y justamente lo que nos agradaría definir aquí son las condiciones y los medios a través de los cuales, en el seno mismo de la guerra y de sus servidumbres, la libertad puede ser, no sólo preservada, sino también manifestada. Estos medios son cuatro: la lucidez, el rechazo, la ironía, la obstinación. La lucidez supone la resistencia a las invitaciones al odio y al culto de la fatalidad. En el mundo de nuestra experiencia, todo puede ser evitado. La guerra misma, que es un fenómeno humano, puede ser en todo momento evitado o detenido por medios humanos. Es suficiente con conocer la historia de los últimos años de la política europea para estar seguros de que la guerra, cualquiera sea, tiene causas evidentes.
 
Esta visión clara de las cosas excluye el odio ciego y la desesperanza que deja hacer. Un periodista libre, en 1939, no se desespera y lucha por lo que cree verdadero como si su acción pudiera influir en el curso de los acontecimientos. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar la desesperanza. Todo eso está en su poder. Frente a la marea creciente de imbecilidad, es necesario igualmente oponer algunos rechazos. Todos los condicionamientos del mundo no harán que un espíritu limpio acepte ser deshonesto. Ahora bien, y aun conociendo poco del mecanismo de las informaciones, es fácil asegurarse la autenticidad de una noticia.
 
Es a ello que el periodista libre debe dedicar toda su atención. Si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree falso. Es así que un diario libre se mide tanto por lo que dice como por lo que no dice. Esta libertad completamente negativa es, de lejos, la más importante de todas, si se la sabe mantener. Dado que prepara el advenimiento de la verdadera libertad.
 
En consecuencia, un diario independiente ofrece el origen de sus informaciones, ayuda al público a evaluarlas, repudia el abarrotamiento de los cerebros, suprime las invectivas, mitiga mediante comentarios la uniformización de las informaciones, en breve, sirve a la verdad en la medida humana de sus fuerzas. Esta medida, tan relativa como puede serlo, le permite al menos rechazar lo que ninguna fuerza en el mundo podría hacerle aceptar: servir a la mentira.
 
Llegamos así a la ironía. Podemos decir en principio que un espírtitu que tiene el gusto y los medios de imponer la coacción es impermeable a la ironía. No vemos a Hitler, por tomar un ejemplo entre otros, utilizar la ironía socrática. Lo que implica entonces que la ironía se vuelve un arma sin precedentes contra los demasiado poderosos. Completa la negativa en el sentido que permite no sólo rechazar lo que es falso, sino decir frecuentemente lo que es la verdad. Un verdadero periodista libre, en 1939, no hace demasiada ilusión sobre la inteligencia de aquellos que lo oprimen. Es pesimista respecto del hombre. Una verdad enunciada con un tono dogmático es censurada nueve veces sobre diez. La misma verdad dicha agradablemente no lo es más que cinco veces sobre diez.
 
Esta disposición describe de manera bastante exacta las posibilidades de la inteligencia humana. Esta explica además que los diarios franceses como Le Merle o Le Canard Enchaîné puedan publicar regularmente los artículos de tanto coraje que conocemos.
 
Un periodista, en 1939, es por lo tanto forzosamente irónico, aunque a menudo sea a riesgo de su propio cuerpo. Pero la verdad y la libertad son amantes poco exigentes dado que tienen pocos amantes. Esta actitud del espíritu brevemente definida, es evidente que no podría sostenerse eficazmente sin un mínimo de obstinación. Hay suficientes obstáculos a la libertad de expresión. No son los más severos los que pueden desalentar un espíritu.
 
Las amenazas, las suspensiones, las persecuciones producen generalmente en Francia el efecto contrario a lo que se proponen. Debe convenirse que hay obstáculos desalentadores: la constancia en la tontería, la apatía organizada, la ininteligencia agresiva, y detengámonos aquí. Allí está el gran obstáculo a vencer.
 
La obstinación es una virtud cardinal. Por una paradoja curiosa pero evidente, se pone al servicio de la objetividad y de la tolerancia. Estas son un conjunto de reglas para preservar la libertad hasta el seno de la servidumbre. ¿Y después?, diríamos. ¿Después? No nos apuremos tanto. Si cada francés quisiera mantener en su esfera todo lo que cree verdadero y justo, si quisiera ayudar desde su condición débil a mantener la libertad, resistir el abandono y dar a conocer su voluntad, entonces y sólo entonces esta guerra estará ganada, en el sentido profundo del término.
 
Sí, es frecuentemente a riesgo de su cuerpo que el espíritu libre de este siglo hace sentir su ironía. ¿Qué puede encontrarse de agradable en este mundo incendiado? Pero la virtud del hombre consiste en mantenerse enfrente de lo que lo niega. Nadie quiere recomenzar dentro de veinticinco años la doble experiencia 1914 y 1939. Entonces hay que ensayar un método todo novedoso que es la justicia y la generosidad. Pero éstas sólo se expresan en los corazones libres y en los espíritus todavía clarividentes. Formar estos corazones y estos espíritus, despertarlos antes, es la verdadera tarea a la vez modesta y ambiciosa que le toca al hombre independiente. Hay que hacerlo sin pensar mas allá. La historia tendrá o no en cuenta esos esfuerzos. Pero habrán sido hechos.
 
 
 

La sombra de Franco en la Transición. Alfredo Grimaldos

FRANQUISMO SIN FRANCO. LA “MODÉLICA” TRANSICIÓN
La Policía, la Guardia Civil y la extrema derecha provocan más de un centenar de muertes, en intervenciones represivas institucionales o en “incontroladas” agresiones de carácter “ultra”, entre 1976 y 1980. Durante todo ese periodo –salvo en la primera mitad de 1976- Adolfo Suárez preside el Gobierno y Rodolfo Martín Villa, el general Antonio Ibáñez Freire y Juan José Rosón, sucesivamente, están al frente del ministerio del Interior. La mayor parte de las víctimas se producen a consecuencia de intervenciones desproporcionadas de las Fuerzas de Orden Público contra pacíficos manifestantes o huelguistas y también como resultado de criminales agresiones y atentados protagonizados por bandas fascistas.
A lo largo de esa etapa, la Policía Armada se reconvierte en Policía Nacional y el gris franquista característico de su siniestro uniforme da paso primero al color marrón y, por fin, al azul. Pero esos cambios formales no implican, paralelamente, una transformación profunda de la filosofía represiva del Cuerpo. Y la Guardia Civil se mantiene aún más intacta: conserva su estructura militar, sus hábitos tradicionales, el mismo uniforme verde y el temible tricornio acharolado del que escribió García Lorca.
Muchos de los muertos y heridos en la calle durante la segunda mitad de los 70 tienen alrededor de 20 años. La violencia estatal, parapolicial y ultraderechista de la Transición se ceba, de modo especial, en los jóvenes que pelean por la ruptura democrática, golpea con saña a quienes intentan provocar un profundo corte histórico con el franquismo. El primer e ineludible paso, en ese camino hacia un cambio político y social auténticos, consiste en alcanzar la amnistía para todos los antifascistas que aún permanecen encarcelados por haberse enfrentado contra la dictadura.
Pero a medida que el proceso de ruptura se va desactivando, como una víctima más de los pactos políticos y el “consenso” entre la oposición y los franquistas que dirigen la operación de lavado de cara del Régimen, los partidos mayoritarios de la izquierda también comienzan a olvidarse de los presos que aún quedan encerrados en las viejas mazmorras de la dictadura. Es el movimiento popular el que sigue reclamando en la calle la amnistía para todos ellos. Y algunos de los que participan en esa lucha pagan con su propia vida la libertad de los últimos reclusos antifranquistas. Como les ocurre a Arturo Ruiz, Mari Luz Nájera, Jesús María Zabala, José Luis Cano...
Ningún policía es condenado por su responsabilidad en estas numerosas muertes. En algunos casos, se crean comisiones de “investigación” controladas por el propio ministerio del Interior, que siempre hacen imposible conocer siquiera los nombres de quienes han efectuado los disparos. Sólo en una ocasión se consigue saber de qué armas reglamentarias han salido las balas asesinas. Son las pertenecientes a los policias nacionales que disparan mortalmente contra los estudiantes José Luis Montañés y Emilio Martínez, el 13 de diciembre de 1979, en Madrid. Esa vez, de modod excepcional, tres funcionarios uniformados son llamados a declarar ante el juez...Y finalmente se desestima su procesamiento.
Por otra parte, los atentados neofranquistas se recrudecen durante estos años. Sólo en 1980 son asesinadas 22 personas en distintas acciones reivindicadas por organizaciones ultraderechistas. En Madrid, Valencia, Valladolid o Sevilla, las organizaciones fascistas pretenden adueñarse de lo que llaman “zonas nacionales” y provocan un enorme derramamiento de sangre. Casi siempre actúan con total impunidad y gozan de la evidente connivencia de las fuerzas de orden público. Algunos de los asesinos ultras tienen, además, estrechas conexiones con los servicios de información, que posibilitan sus fugas fuera de España. Es el caso de Juan Ignacio Fernández Guaza, autor de la muerte de Arturo Ruiz; de Daniel Fernández Landa, el asesino de Arturo Pajuelo, de José Antonio Llobregat, que apuñala mortalmente a Jorge Caballero, o de Íñigo Guinea, acusado de matar a Juan Carlos García durante el asalto al bar San Bao en Madrid.
En otras ocasiones son los propios jueces quienes se encargan de conceder a los ultras permisos penitenciarios para que puedan escapar. Como ocurre con los miembros de Fuerza Nueva Fernando Lerdo de Tejada o Emilio Hellín. Los nombres de Ricardo Varón Cobos, Rafael Gómez Chaparro y otros magistrados franquistas aparecen una y otra vez en estos casos. Siempre protegiendo a
elementos fascistas.
A lo largo del presente apéndice hemos intentado hacer un relato lo más completo posible de un capítulo especialmente trágico y olvidado de la Transición. Es muy probable que, tras la compleja búsqueda de datos hemerográficos y la prolija recogida de testimonios personales llevaba a cabo, se nos haya pasado algún nombre a la hora de elaborar estas líneas. Pero con ellas queremos rendir homenaje a todas las víctimas de la violencia institucional y ultraderechista que se produjeron durante la Transición. Salvo en el caso de unos pocos luchadores, cuyas muertes son recordadas públicamente porque tuvieron singular trascendencia política, como las de los abogados laboralistas de Atocha, muchas de las víctimas sólo perviven en la memoria de sus parientes y amigos.
La monocorde historiografía de la Transición no se ha ocupado de ellas. Pero más de un centenar de familias quedaron destrozadas por las Fuerzas de Orden Público y la extrema derecha durante ese periodo. Y los allegados a los muertos no forman parte de ninguna asociación respaldada por ayudas públicas. La mayor parte de sus seres queridos asesinados no han sido considerados, de forma oficial, víctimas de ningún terrorismo. Y además, en muchos casos, tampoco nadie ha sido condenado por haber acabado con sus vidas. Todos estos antifascistas, cuyas muertes recordamos aquí, son los que dieron todo, durante la Transición, para intentar que el franquismo no se perpetuara en España.

La Sauceda, de la utopía al horror [Documental]


 
Año: 2013
Duración: 58 minutos
Género: Documental
Fecha de estreno: 14 de marzo de 2014
 
Sinopsis: Supervivientes, o hijos y nietos de desaparecidos en La Sauceda  cuentan la historia de este valle de la sierra que se extiende por las provincias de  Cádiz y Málaga, último bastión republicano en la zona cuando las tropas franquistas ya ocupaban todas las comarcas cercanas. El poblado fue bombardeado y destruido para siempre por cuatro columnas del ejército franquista y los supervivientes encerrados en el cortijo del Marrufo, donde cada día eran fusiladas cinco o seis personas.
 
Con los testimonios de más de 30 personas se reconstruye todo lo sucedido en aquellos meses del verano del 36 al invierno del 37, se cuenta cómo fue la posguerra de las familias de los asesinados o represaliados y luego se narra la labor realizada por el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en La Sauceda y el Marrufo para localizar las fosas comunes donde en el verano de 2012 se exhumaron los cadáveres de 28 personas.
 
Dirección y guión: Juan Miguel León Moriche

Producción: Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en La Sauceda y el Marrufo.

Realización y montaje: Antonio Bermejo Canua
 
P.N. Alcornocales
En este enclave natural, uno de los más bellos existentes en toda Andalucía, ocurrió un auténtico genocidio contra el pueblo desarmado. La Sauceda se encuentra situada en lo que actualmente es el Parque Natural de Los Alcornocales, la mayor masa forestal de alcornoque existente en toda Europa. A pesar de pertenecer su término a Cortés de la Frontera, se encuentra situada más cerca de Alcalá de los Gazules y muy próxima al Puerto de Gáliz, importante nudo de comunicaciones por carretera en aquel entonces.
 
Es fácil imaginar como vivían aquí las gentes del campo; aprovechando lo que la exuberante naturaleza de sus tierras les ofrecía, rodeados de un denso bosque casi primigenio y surcado por multitud de arroyuelos y torrenteras, así como de abundante caza, que hasta entonces sólo servía para divertir a los señoritos escopeteros. Aquí no se pasaba hambre, o al menos no tanto como en otras regiones de Andalucía, incluso muy próximas a la zona, como podría ser Casas Viejas, que se encontraba en medio de un terruño requemado por el inmisericorde sol sureño y que solamente se utilizaba para el ganado de lidia. En lugar de producir comida para el pueblo, las tierras se usaban para el circo de los ricos y para el pueblo ni pan; con monarquía y con república indistintamente.
 
P.N. Alcornocales
 
Nadie mejor que quien vivió los hechos en primera persona, podrá contarnos lo sucedido, sus testimonios son trozos de nuestra Historia y que nunca debemos olvidar, no podemos olvidar lo que se hizo, sería como escupir a nuestra propia dignidad, los fascistas fueron los criminales asesinos y esto debe quedar bien claro, mataron a un pueblo indefenso sólo para asegurar durante al menos 50 años la impunidad de sus crímenes y saqueos, la llamada "Paz de Franco", la paz de todo un país convertido en cementerio. Aquí os dejo algunos testimonios de quienes sufrieron la violencia fascista.
 
Testimonio de P. V., desde Alcalá de Guadaira y sobrino de Diego Valle, de Alcalá de los Gazules y fusilado en Málaga, en 1937 y enterrado en la Fosa Común del Cementerio de San Rafael de la capital malagueña, recordaba algunas imágenes de La Sauceda y de El Marrufo.
 
En esta primera cita se referencia a La Sauceda previa al Bombardeo. Un aspecto destacable es el reparto de carne que organizado por el Comité se producía bajo un gran árbol. El ganado era requisado, robado, requerido por las partidas de republicanos:
 
Río Guadiaro a su paso por Jimena de la Frontera
 
“Yo que tenía siete años, destrozado y bueno, me echaron allí y me quedé dormido. Entonces bajó mi abuelo a la Sauceda a ver el panorama como estaba y al rato subió con dos o tres hombres, que creo que eran socialistas; entonces subieron, vinieron como cinco o seis y a mí me cogieron en borricate como se hacía antiguamente y a La Sauceda. Allí había gente, montones; allí algunos vivían debajo de los pinos, otros debajo de un árbol, otros en una choza. Allí mataban, mandados por un comité, vacas y animales para dar de comer a tantas personas que se reunían allí, pues allí habría miles, no lo sé. Allí estuvimos un cierto tiempo, en vista de que el asunto de la guerra se iba agravando nos fuimos con dirección a Jimena, y la noche la pasamos allí. Al día siguiente salimos, pasamos el río Guadiaro. De eso sí me acuerdo, porque el río Guadiaro llevaba mucha agua porque en aquella época había llovido mucho. Mi abuelo pasaba, cogía una hija y los dos niños y los subía para arriba, pasamos y yo ya no sé si llegamos aquella noche a Cásares o si nos quedamos allí bajo un árbol, yo ya no me acuerdo”.
 
“Resulta que yo cogía tagarninas, que se les echaba a los garbanzos. Por detrás del cortijo de El Marrufo hay una era, donde se (…) las reses. Entonces yo cogía tagarninas allí y un poco más abajo de la era en un arroyo, había una pequeña cascada y había muchas tagarninas. Y entonces cogiendo tagarninas con el carrillo y de repente veo la cara de una persona. Claro yo era un niño. Yo en el año 38, en esa época acababa de cumplir diez años. Salí corriendo para arriba y le digo a mi abuelo: Abuelo, allí hay un hombre enterrado, yo he sacado la cabeza de un hombre. Chiquillo a ver ¿por dónde? y fue mi abuelo conmigo a ver. Allí había que cerrar el pico. En aquella época no se podía hablar ni nada. Y era un hombre.
 
Allí en el Marrufo había un depósito de carbón. Allí cargaban los camiones para Jerez, el Puerto. Entonces un hombre de los que había allí va y me dice: mira, Pedro allí en la arena no vayas a coger tagarninas ni más para abajo; tampoco cojas por esta carretera de aquí enfrente. Era un hombre mayor y conocía aquello. Pero a mí me picaba la curiosidad y me iba a la era y en el centro de la era había como una fosa grande, de grandes dimensiones, que aquello se había hundido y se había hecho un charco y yo no sabía nada porque de los que mataron o no mataron yo no sabía nada. Pero ¿Qué ocurre aquí ahora? Quetoda la gente que cogieron los falangistas en la Sauceda, pues allí mataron a chicos, a grandes y medianos, a todos, lo que se llama un exterminio, ¿eh? Y los mataron allí en el Marrufo, hicieron una fosa grandísima, que yo no me acuerdo, yo era un niño, no me acuerdo las dimensiones que tenía, y, pero vi que era muy grande. Sí los que cogieron en La Sauceda. Yo ya no fui a coger tagarninas allí más nunca”
 
Alcalá de Los Gazules, una blanca joya encuadrada en el verde esmeralda del alcornocal
 
Rafael S. M. Testigo directo nos relata sus recuerdos y vivencias de esta manera:
 
“Me coge la guardia civil en la dehesa de Multifaltillo, término de Jerez. Recuerdo que llegaron unos hombres con armas. Mi madre despidió a mi padre que se iba. Esos hombres llegaron allí después de irse mi padre a la zona roja. Vagamente recuerdo que esos hombres se llevaron los animales que eran de mi padre y nos hacen regresar a Alcalá de los Gazules. Que por cierto estuvimos dos o tres noches durmiendo en Alcalá”.
 
“En el 39 nos vamos otra vez a Montefaltillo y ya estuvimos allí meses, ya estaba el campo de concentración en el puerto de Gáliz”.
 
“del 40 al 41 se hicieron suelos en el Marrufo, que se iba a descorchar. Estuvo el descansado de mi padre y un hermano mío que ya le habían dado de baja en el ejército. Fue en invierno. Fue cuando yo tuve referencia de las fosas comunes. Salíamos a trabajar. El administrador tenía unos hijos. Nos dio el trabajo cerca de su casa a sus hijos y a mí. Sus hijos no se querían acercar allí porque decían que de noche se veían luces. Yo recuerdo como un arco y dice que había entre 200 ó 250 enterrados”.
 
Iglesia de La Sauceda
“Y en La Sauceda, detrás de la iglesia hay un trozo, que dicen que hay de 70 a 80 fusilados. Dicen que Queipo de Llano dijo que del dos al tres por ciento de la población había que fusilar. No me explico cómo la prensa no saca a relucirlo. Donde está la Virgen de la Macarena, que yo voy con mi mujer, donde está el pedestal está enterrado Queipo de Llano y su Señora. Esto tiene cojones. Se me ponen los pelos de punta”.
 
“Yo me iba con mi tía a dos kilómetros y un día fui a coger frutas y nos encontramos al lado de la iglesia de la Sauceda a un cadáver del que ya se habían comido algo los buitres o cochinos”.
 
“el jefe que había allí, Robles se llamaba. Este todo el que llegaba allí a liquidarlo. Algunos que estaban en la puerta le decía que había dos detenidos y el tío le decía que lo fusilaran. Esto lo escuché, que lo habían comentado los mismos falangistas”.
 
Puerto de Gáliz
“En la iglesia del Marrufo estuvieron encerrados hombres y mujeres. Dicen que hasta abusaban de ellas. Ahí había uno de El Bosque que luego vendía helados por las calles y piruletas. Cuando se estableció la democracia, llega un día uno que se bajó del tren y vio al heladero y empezó a insultarle, llamándole cabrón, hijo de puta, pero estás aquí todavía, bastardo, quítate de aquí. Dice que el heladero duró tres o cuatro días. Las barbaridades que habían hecho. Creo que había matado a muchos en El Bosque”.
 
“Yo era un niño. Iba de la mano de mi madre. Íbamos por la carretera desde la Sauceda hacia el Puerto de Galiz. Nos encontramos con un grupo de hombres armados y con gorras coloradas, serían requetés. Estaban al lado de la carretera alrededor de dos cadáveres, con una fosa abierta. Al ver los cadáveres, me acerqué con fuerzas a mi madre, agarrándome al jato de la burra. Uno de ellos, al darse cuenta del miedo que tenía, le hizo señales a uno de sus compañeros, riéndose de mí. Tenía un cigarro en la boca. Nunca podré olvidar aquella cara ni aquellos dos cadáveres. Probablamente aún estén allí enterrados. Escuché después que eran los hermanos Pichorto”.
 
La Fosa del Marrufo
 
Fosa del Marrufo
Hasta ahora había sido un rumor macabro. La gente de los pueblos cercanos (Cortes de la Frontera, en Málaga, y Jimena de la Frontera y Ubrique, en Cádiz) hablaba de que en el cortijo de El Marrufo (Jerez de la Frontera) había enterrados cientos de fusilados del franquismo. Las catas que arqueólogos del foro por la memoria realizaron este verano sobre unas cinco hectáreas de este paraje, el equivalente a 10 campos de fútbol, han probado que tenían razón. El detector de metales se volvió loco. Había tantas balas y casquillos que parecía que alguien las había arrojado como si fueran semillas. Recogieron hasta 70 en dos prospecciones, con fecha y firma: Pirotécnica sevillana, 1936. Junto a los
proyectiles, relató el arqueólogo Jesús Román, también encontraron cráneos agujereados por tiros de gracia.
 
Cementerio reconstruido de La Sauceda. En él descansan los restos de algunos de los cientos de inocentes asesinados por los criminales falangistas en toda la zona, para recordarnos a todos lo que pasó en realidad, para que seamos conscientes de hasta donde son capaces de llegar los amos con tal de defender sus bastardos privilegios.
 
“Creemos que aquí puede estar una de las mayores fosas comunes de España en campo abierto, fuera de un cementerio: entre 300 y 600 personas”, afirma Andrés Rebolledo, presidente del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y nieto y sobrino de dos fusilados en la zona. El cortijo de El Marrufo fue, entre noviembre de 1936 y marzo de 1937, “un centro de detención, tortura y ejecución equivalente a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Argentina”, asegura José María Pedreño, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria. “Durante esos meses fueron detenidas una media de entre ocho y diez personas al día”, corrobora Fernando Sigler, coordinador de la investigación. “En todo el valle de La Sauceda vivían por aquel entonces unas 2.000 personas”. Los asesinos, según les han contado testigos y descendientes de las víctimas durante el último año, mataron a hombres y también a mujeres y niños, a los que retenían en la ermita del cortijo.
 
Además de los testimonios recogidos entre la gente mayor de los pueblos próximos, Sigler consultó archivos municipales, provinciales y nacionales, para documentar los consejos de guerra celebrados en la zona y el número de viudas y huérfanos de entonces. La documentación oficial de la época reconoce “una limpieza” de 50 muertos en los primeros días de noviembre en el Valle de la Sauceda y de otros 20 en el cortijo del El Marrufo.
 
“Mi abuelo, Andrés Barrero, era arriero. Tenía un burro y unas pocas cabras. Cuando le mataron tenía 36 años y cuatro hijos: la pequeña, mi madre, de año y medio, y el mayor, de siete. También fueron a por mi tío abuelo. Mi abuela huyó al monte con los niños y los sublevados la detuvieron durante cuatro días”, relata Andrés Rebolledo. “Por eso estoy en esta lucha. No vamos a parar hasta que en este lugar se haga una exhumación. Es una responsabilidad del Gobierno, sea cual sea, llevarla a cabo”.
 
Estos asesinos nunca rindieron cuentas por sus crímenes, ni siquiera pidieron perdón a las cientos de miles de personas que dejaron huérfanas o viudas. En nuestros días se sienten orgullosos de su pasado, buena prueba de ello es lo que le hicieron a la placa que indica la situación del Cortijo del Marrufo. Siguen siendo igual de criminales que antaño, igual de faltos de humanidad, igualmente prestos a defender sus privilegios al precio que sea. Nunca debemos olvidar que seguimos teniendo al enemigo en casa y que llegado el caso actuarían con la misma saña y desprecio por la vida como hicieron entonces. La policía, el ejército y el rey están con ellos, los enemigos del pueblo mantienen prietas las filas.
 
Fuentes:
 
de-la-dictadura/
 
Sauceda-de-la-utop%C3%ADa-al-horror.pdf
 
content/uploads/2012/07/ELMARRUFODossier.pdf