Dios no existe. Christopher Hitchens [epub]



Christopher Hitchens sigue defendiendo la magnificencia de un universo sin Dios con esta antología, la primera en su género de las voces más influyentes de la actualidad y del pasado que han contribuido a su argumentación en el debate sobre Dios. Con Hitchens como guía erudito e ingenioso, recorremos textos fundamentales de la filosofía, la literatura y la investigación científica, de autores tan diversos como Lucrecio, Baruch Spinoza, Charles Darwin, Karl Marx, Emma Goldman, H. P. Lovecraft, Mark Twain, George Eliot, Bertrand Russell, Albert Einstein, Daniel C. Dennett, Richard Dawkins y muchos otros. Y en todos los casos Hitchens, gran comentarista político y literario, explica el contexto y la obra como solo él sabe hacer.

¿Ateo? ¿Creyente? ¿Confuso? No importa cuál sea la postura del lector: Dios no existe es una lectura fascinante para todo el mundo.

Christopher Eric Hitchens (Portsmouth, Reino Unido, 13-4-1949 – Houston, Texas, EE.UU., 15-12-2011) fue un escritor y periodista británico, residente en Estados Unidos.

Se licenció en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía en el Balliol College de Oxford. Tras escribir durante 20 años en el semanario estadounidense The Nation, oponiéndose a las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y Bush padre, así como a la primera guerra del Golfo, se despidió en 2003 por diferencias de opinión con la dirección de la revista.

Con relación a su libro The Trial of Henry Kissinger (Juicio a Kissinger), el diario británico The Guardian escribió: «En su nuevo y explosivo libro, Christopher Hitchens explica por qué el ex secretario de Estado Henry Kissinger —venerado como un jefe de estado, invitado y admirado por los grandes de este mundo— debe ser procesado por crímenes contra la humanidad».

Christopher Hitchens fue militante anti-apartheid, se opuso a la guerra de Vietnam, se mostró contrario al aborto en décadas durante el siglo XX, pero favorable a la píldora anticonceptiva RU 486, aunque en años recientes su postura era favorable al aborto por encontrarlo como un derecho inalienable de los individuos. También apoyaba la legalización de las drogas y la eutanasia. En sus libros y conferencias de los últimos años se centró en la inexistencia de Dios, pero también escribía sobre arte, política y literatura con impecable destreza.

Era hermano de Peter Hitchens, también periodista pero de marcada ideología conservadora, y residió en Washington (EE.UU.) desde 1981, país en donde posteriormente se nacionalizó. Falleció a causa de una neumonía surgida como complicación del cáncer de esófago que en julio de 2010 se supo que padecía.

2 comentarios:

Loam dijo...

"Dios tiene que ser real: tanto es así que en las religiones más avanzadas el verbo «existir» se inventó precisamente para eso. Aquí tenemos uno de los casos más ilustres en que, a lo mejor, se cree que se puede emplear este verbo de las Escuelas, más o menos divulgado, tranquilamente. Se puede incluso creer que un ateísmo verdaderamente eficaz puede decir «Dios no existe»: esto es una mentira, porque el verbo «existir» es coestensivo con Dios, se refiere a Él. No se puede decir inocentemente. Esta fórmula está condenada. Esto nunca lo puede decir el pueblo. Lo dicen las personas, porque les han hecho creer que este verbo «existir» es inocente. Cuando el pueblo se levantaba contra Dios, lo único que podía decir eran cosas del tipo de «no hay Dios», «no hay Dios que valga». Eso es popular. Ahí no hay ni una sola palabra que venga de arriba. ¿De qué va a servir que se diga que no existe, si primero se le ha puesto como sujeto de eso, se le ha hecho existente en el mismo momento de decirlo? ¿De qué va a servir que después se añada «no existe», si ya al decir de Dios tal o cual cosa, al hablar de Dios, se le está haciendo real? Porque ésta es la condición de la realidad: real es aquello de lo que se habla. No lo que habla, pues lo que habla, cuando se le deja (el pueblo, el lenguaje, yo cuando no soy nadie, cuando no soy persona), eso no es real. Una cosa es el que habla, que actúa, por tanto, y otra cosa es de lo que se habla. Con eso creo que se comprende bastante bien que la Realidad tiene que ser ideal. Todos los que os enseñan a contraponer «real» con «ideal», «realista» con «idealista» os están engañando. Para que se hable de una cosa, ésta tiene que tener su nombre, tiene que estar hecha de ideas, y por tanto no cabe pensar en ninguna realidad o existencia que no pase por las ideas. Aquel que por afán de realismo adopta las armas del Poder, proyecto, idea de futuro y demás, ése cae bajo el engaño, precisamente porque ha adoptado las ideas, la idealidad, lo que es propio y esencial del Poder. Frente a esas dos cosas, lo real y lo ideal, está aquello que no es de lo que se habla, sino el que habla, del que no se tiene idea: yo, que no es nadie. Pueblo, que no se sabe qué es, que no existe. Ése es el que actúa gracias a no ser real, a no existir, gracias a eso vive y actúa. Contra la realidad y las ideas juntamente está el lenguaje corriente y moliente, no las jergas: la razón común.
Así, Dios, ya en la vieja teología católica, era el ser más real de todos los seres: lo que los teólogos medievales decían ens realissimum. En cierto modo la realidad de las realidades. Ésta es la condición justamente que cumple hoy nuestro Dios: el Dinero tiene esa condición. El Dinero es la realidad de las realidades. Todas las cosas se cambian en Dinero, y una cosa es tanto más real cuanto más se puede cambiar en Dinero, cuanto más Dinero vale. El Dinero es la cosa de las cosas, la cosa a la que todas las cosas se reducen; y cumple su función: para ello es ideal. No hay cosa más ideal que el Dinero. Recuerdo de paso la corriente estupidez de llamar «material» al Dinero, que es la cosa más impalpable, la cosa que está, como Dios, en todas partes y en ninguna, que cumple las condiciones de la idealidad de la manera más perfecta. No se vaya a confundir, sin embargo, esas monedillas que uno tiene en el bolsillo, o lo que tiene en el Banco, con el Dinero: esas cosas son como aquellas imágenes que se podían hacer de Dios: son representaciones, estampitas; pero el Dinero no es eso: es totalmente ideal, y para ser la realidad de las realidades tiene que ser ideal, como cualquiera de los viejos dioses." Agustín García Calvo

https://arrezafe.blogspot.com.es/2016/10/dios-y-el-dinero-agustin-garcia-calvo.html

Salud

Erik Redflame dijo...

El principio de la Religión "algo tiene que haber", es el mismo que el de la sumisión al poder, "alguien tiene que mandar". El dinero o las riquezas siempre fueron el verdadero y tangible Dios, siempre. La religión es un instrumento para la manipulación de masas, el más eficaz, puesto que consigue la sumisión del adepto de manera voluntaria. El dinero,tras ser abolida la esclavitud, fue el gran aliado de los poderosos. Los esclavos eran mucho menos productivos que los asalariados, y además, estos últimos no requerían de guardias que evitaran las fugas. De esta manera, uniendo aquello de "el pan ganarás con el sudor de tu frente" con el pago del trabajo a través de trozos de metal llamados monedas, la anterior esclavitud se transformó en voluntaria servidumbre. Esos trozos de metal eran acuñados precisamente por quienes pagaban el trabajo a los de la gleba. Así pudieron crearse las grandes fortunas que subsisten hasta nuestro días, sobre todo en forma de casas reales. Dios siguió siendo muy importante, de gran utilidad para reyes, señores feudales y obispos, si no trabajabas como Dios manda, arderías en el infierno, eso si no te quemaban antes ellos en vida. En nuestros días, la zanahoria del amo, la esperanza de una vida mejor tras la muerte en un paraíso donde no falta de nada, donde el pan no nace del sudor; ha tornado en ser enterrado en ataúd de oro. Dios sí existe, pero solamente en las mentes enfermas que creen en lo increíble e indemostrable, en ninguna otra parte. Salud.