Vota y paga los 1.095.139 millones de € que debemos al fascismo mundial, ¡¡¡imbécil!!!



La chusma falangista gobernante hace de la eficiencia económica su bandera. Ellos dicen ser mejor administradores que los demás, claro que según se mire en qué consiste esa efectividad, puede que tengan buena razón para graznar que ellos manejan la caja común de la mejor manera posible. De la mejor manera posible para que sigan acumulando riquezas, y por lo tanto Poder, las mismas familias de siempre, las que ganaron la guerra y asesinaron despiadadamente con el único fin de erradicar para siempre la dignidad y la libertad de todo un pueblo. Son excepcionalmente efectivos a la hora de expropiar las riquezas, los logros sociales, las libertades de un pueblo que tuvo que sudar sangre para poder llegar hasta donde estábamos antes del Cuatrienio Negro de Rajoy. Su gestión económica es impecable desde el punto de vista de quienes mandan sin rostro y manejan los hilos de las marionetas políticas.


España es el país de la OCDE en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre y superando hasta en catorce veces a Grecia, según el informe "Una economía al servicio del 1 %" que ha publicado Oxfam Intermon. La deuda pública en España ha crecido en el primer trimestre de 2016 en 22.956 millones de euros y se sitúa en 1.095.139 millones. Esta cifra supone que la deuda alcanzó el 100,50% del PIB en España, mientras que en el trimestre anterior, cuarto trimestre de 2015, fue del 99,20%.

Si comparamos la deuda en España en el primer trimestre de 2016 con la del mismo trimestre de 2015 vemos que la deuda anual se ha incrementado en 43.330 millones de euros. Los pronósticos del Ejecutivo contemplan que a final de 2016 la deuda equivaldrá al 99,1% del PIB. En 2007, se encontraba por debajo del 40%. En 2007, la factura de los intereses era inferior a los 15.000 millones y al 1,5% del PIB; ahora supera los 30.000 millones y equivale a casi el 3% de la economía.


Y esta factura no ha dejado de crecer durante los últimos años. En 2007, España pagó 14.539 millones de euros en intereses de la deuda pública, según los datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE). En 2015, esa factura alcanzó los 31.750 millones de euros y para 2016 está previsto que aumente hasta los 33.490 millones de euros, según recogen los Presupuestos Generales del Estado (PGE).

O lo que es lo mismo, a cada español le corresponden 721 euros en intereses. Porque se pagan con cargo a los presupuestos y cada euro dedicado a satisfacer los intereses no puede ir a otros servicios públicos. Y no son pocos. Este año, los intereses consumirán 9,5 de cada 100 euros de los gastos consolidados de los PGE. Restringiendo el punto de mira a los gastos no financieros, los intereses se comen 21,3 de cada 100 euros.


¿De dónde proviene esta deuda? ¿Cómo es posible que España, el 13º país más rico del mundo, sea incapaz de producir más de lo que debe? ¿A quienes debemos sumisión durante varias generaciones? ¿Quienes se lucran con la miseria de países enteros? ¿Por qué ninguno de los partidos políticos que se presentan al bis de la rifa electoral dice claramente que la deuda la van a pagar aquellos que se beneficiaron del caos que ha llevado a nuestra tierra a la ruina? ¿Qué hace que la estúpida sociedad española vea lógico hipotecar la vida de sus hijos y nietos a manos de la Empresa Mundial $.A? Estas son las preguntas que importa contestar, la propaganda partidista es la culpable de que seamos un país de míseros morosos que pagan por lo que nunca disfrutaron, cual paga-fantas que nunca se comen una rosca.

El Partido Podrido, por boca de su líder Rajoy, grazna con el pleno convencimiento de que hace lo correcto, que seguirá haciendo lo mismo que hasta ahora, ya ni siquiera se molesta en mentir como en la campaña del 2011. Esta clarividencia demoníaca solamente es propia de aquellos ultracatólicos que se sienten tocados por el Dedo de Dios, de los que creen firmemente que ese Dios no nos creó a todos a su imagen y semejanza, haciendo de cada persona un Dios. Esta chusma ultracatólica, ultramontana, absolutamente deshumanizada, afirma que Dios elige a unos en detrimento de otros. Semejante sabandija inmunda y rastrera como Rajoy, se siente superior al común de los mortales, su misión es asegurarse de que el destino de España, escrito por su Dios y traducido por los obispos, sea cumplido a rajatabla. Le importan un carajo las urnas o cualquier opinión contraria a la suya, como buen Legionario de Cristo. Lo único válido es la voluntad divina expresada confidencialmente al Papa Frita que habita en el nido de cuervos llamado Vaticano, en el cual no existe ni un sólo albino... los matan al nacer.


La ONG Oxfam asegura que la pobreza y la exclusión en España han aumentado "de manera alarmante" en los últimos años, con 13,4 millones de personas en riesgo de exclusión en el año 2014 (el 29,2 % de la población española). Curiosa esta cifra que representa a 1/3 de la población... la misma proporción que obtiene la abstención eleccion tras elección. Los excluidos, ese 30% de la población al margen de la Sociedad del Bienestar de Unos Pocos, al menos muestran la arraigada dignidad libertaria existente en Iberia. ¿Qué pretenden estos mercachifles que venden motos sin carburador? ¿qué encima se les vote? Pero como en todas las democracias, los que mandan en la sombra a través de sus monigotes políticos juegan al divide y vencerás, a fomentar los peores instintos de nuestra naturaleza, a hacer de la frase ¡yo en mi vida he leído un libro! algo digno de orgullo. Esta sociedad que nos enseña desde pequeños a competir entre iguales, a vernos unos a otros como adversarios en lugar de necesarios colaboradores, solamente puede conducir al enfrentamiento, al desprecio por la vida humana. 

España es el segundo país de la Unión Europea en el que más ha crecido la distancia entre rentas altas y bajas, sólo por detrás de Estonia, y entre 2007 y 2014 el salario medio español se desplomó un 22,2 %.Además, según los datos de la OCDE, los hogares más desfavorecidos son los que han sufrido una mayor caída de los ingresos durante la crisis, y el salario de los más ricos es 18 veces superior al del 10 % más pobre.

Por otra parte, el informe denuncia que la reforma fiscal que entró en vigor en España el 1 de enero del año pasado es "una herramienta para garantizar privilegios a unos pocos", lo que ha dado como resultado que España siga teniendo una de las presiones fiscales más bajas de toda Europa. No se ha conseguido remediar que 17 de las 35 empresas del IBEX 35 no pague el impuesto de sociedades en España ni que la inversión hacia la Unión Europea cayera un 15 % en 2015 y la inversión en paraísos fiscales creciera un 2000 %.


De los fascistas de siempre nada bueno podemos esperar, pero; ¿y de esos que se dicen portavoces de la voz popular? Todos estos profesionales políticos de izquierdas son el gancho del timo, los que hacen creer al cándido y crédulo electorado que ellos equilibran la balanza de la justicia social. Pero a la hora de la verdad, cuando tocan poder, no se diferencian casi en nada de los anteriores amos. ¿Por qué ninguno de los partidos que dicen tener la solución para todos nuestros problemas, dice que la deuda española, además de impagable, es una maniobra de la Empresa Mundial $.A. para esclavizar a toda la población mundial? Gane quien gane las elecciones, seguiremos siendo un país rico cuya población ya no puede vivir ni trabajando. Recuerdo lo que me decía mi abuela: "Sí, hijo, ni trabajando tu abuelo y yo, teníamos siquiera para poder comer en condiciones. Tu madre, mi niñita, todo el día acarreando agua de la fuente a la casa de los amos, porque ellos eran los amos de todo, incluso de nuestras vidas; como una vaca, un burro o un perro, eso éramos para los que ganaron la guerra". Así que todo lo avanzado volvemos a recorrerlo en sentido inverso. 


Tenemos la mayor y más variada riqueza ecológica de toda Europa, miles y miles de hectáreas de tierras productivas, millones de brazos fuertes y mentes despiertas. Estamos rodeados de costas, su potencial pesquero y turístico es el mayor de Europa. La variedad de climas hace posible que podamos producir alimentos de toda clase, desde frutas tropicales hasta quesos o jamones curados en el seco aire de la alta montaña, por poner un ejemplo entre miles. Contamos con una tecnología que podría facilitar la vida y librarnos de los trabajos más pesados y desagradables. Las técnicas de agricultura pueden incluso hacer crecer vergeles en medio del desierto. Los avances médicos hacen posible que los españoles vivan hoy más del doble que a principios del S. XX. Sin embargo, todo es mercancía, la vida no parece tener valor alguno cuando se la enfrenta con el interés mercantil. El engaño partidista es el viejo y taimado colaborador de los amos, de los que solamente se dedican a contar su dinero, mientras los políticos se ocupan del lógico descontento, administrando el miedo y la esperanza según convenga a la situación. 

Los fascistas vuelven a recurrir al miedo. Ya hemos visto como han achuchado a sus perros acorazados contra estudiantes, ancianos, jóvenes, no tan jóvenes... en pocas palabras, contra todo el que no pertenezca a esa miserable mayoría silenciosa de la que tan orgullosamente nos habla Rajoy. Además de hacer gala de su reacción cavernaria a través del jarabe de palo, también volvemos al llamado "peligro comunista". Todavía no han llegado a decir los obispos que todos estos rojos tienen rabo terminado en punta de flecha, pero todo se andará. Ya véis, los nuevos socialdemócratas y los €urocomunistas de siempre, representan un grave peligro, son el Demonio, rojos como él. Ahora, tras haber firmado los Pactos de la Moncloa, prestarse a participar de un régimen cuyo jefe de todos los ejércitos, el rey, fue elegido digital y testicularmente por el anterior dictador; resulta que los del PCE han contratado a un nigromante para devolverle la vida a la momia de Lenin y traer la revolución a España. El sucio lenguaje que usan, insultando, vejando, intentando descalificar a las personas en lugar de rebatir las ideas, es el idioma del fascismo, de la hipocresía cristiana, de la más carpetovetónica tradición española. Miedo, eso es lo que ofrece el PP, a través de la porra o del odio al diferente. A favor es el nuevo lema electoral del Partido Pecaminoso, dando así a entender que todos los demás son una caterba de indocumentados que están en contra de todo, sobre todo de la España como Dios manda, y claro, eso es intolerable.

Y eso es lo que hay Pedrito...

Pedro Sánchez es lo mejorcito que pueden ofrecer los sociatas. Sí por el cambio dicen ahora en su nuevo eslogan. No se qué querrán cambiar a estas alturas de la película, ya que llevan cambiando las cosas desde el 82 y aquí siempre sigue todo igual. Junto a Castejón se encuentra Gusana Díaz, los estandartes del socialfascismo español, ya véis qué nivel. Dicen que tienen 137 años de historia, una mentira aun más curiosa cuando es perpetrada por Alfonso Guerra, ya que precisamente él fue uno de los fundadores del PSOEZ, nada que ver con el histórico partido fundado por Pablo Iglesias y llamado PSOE. Solamente cuentan en realidad con 40 años de miserable e impostora existencia, mientras los socialistas históricos vivían en el exilio, los socialfascistas de Suresnes disfutaban de una cómoda vida burguesa codeándose con los gerifaltes del régimen franquista. 

Esta gentuza que se hace llamar socialista y obrera ha saqueado Andalucía, la participación de estos delincuentes invalida cualquier posible elección democrática, al igual que el permitir que se presenten los mangantes del PP. El PPSOE es lo que nos ha llevado hasta aquí, pero los nuevos partidos han dejado clara su verdadera vocación, servir de muletas a los de siempre. El pacto Sánchez-Rivera da fe de la verdadera naturaleza del PSOE y de los falangitos. Una de dos, o Pedro Sánchez es imbécil de baba o un malnacido del que cuidarse, no existen más posibilidades. Pactar con los falangitos y pedir a Iglesias su apoyo sin contrapartida alguna es algo que solamente se le puede ocurrir a un descerebrado o a un degenerado sin vergüenza alguna. 

Absolutamente repugnante oigan

Pablemos y garzonianos manejan la otra cara de la misma moneda, su función es la de esperanzar a base de engañar. Frente a la seriedad de buen gestor tecnócrata que pretende aparentar Rajoy, la nueva izquierda muestra rostros jóvenes y lozanos, muy preparados (según ellos mismos), siempre sonrientes, buena prueba de que no conocen ni de lejos la verdadera realidad de los de abajo. Engañan burdamente con esas promesas de un futuro repleto de colorido, donde los milicos, en lugar de bombardear pueblos enteros desde sus aviones, son amos de casa y posan en bonitas y caras cocinas cual modelos de IKEA, el catálogo de ofertas de Pablemos hace honor a su verdadera función de ilusionadores de ilusos. En este esperanzador nuevo mundo, los maderos llevarán porras acolchadas, los jueces serán justos, mirlos blancos en lugar de cuervos; habrá sueldos Nescafé para todos, los ricos pagarán por todo lo que han robado a la sombra de los gobiernos del PPSOE, aunque parece que para estos nuevos reformistas los ricos son aquellos que cobran más de 60. 000 € al año, que para nada son pobres, pero que tampoco nada tienen que ver con quienes son los ricos de verdad, los que nadie conoce. Esperanza es lo que ahora venden... si llegan a gobernar trocarán esa esperanza en resignación, como ya hemos visto en Grecia con Syriza, los hasta ayer hermanos de Pablemos, aunque ahora los nombran menos que a los primos lejanos.


Así que tú mismo, vota y paga la deuda o únete a las filas de los que no queremos más engaños y por eso nunca votamos. La unidad partidista es reducirlo todo a votar a una sola persona, la unión de los pueblos de Iberia contra el centralismo madrileño y la sumisión de éste frente a Bruselas no consiste en votar, en delegar, sino en decidir desde abajo y no acatar lo que nos imponen los de arriba. Vota para que sigamos siendo un país de pordioseros dentro de una tienda repleta de jamones inaccesibles. Votar por miedo o con esperanza, por conservar la putrefacción o por ilusiones infantiles, esa es la inteligente decisión del electorado español.


Fuentes de los datos:

http://www.lavanguardia.com/economia/20160118/301484073871/espana-desigual-ocde.html

http://www.datosmacro.com/deuda/espana

Deuda pública: Su factura, gracias: cada español paga 721 euros al año en intereses de la deuda pública. Noticias de Economía  http://goo.gl/mubyWG

México da una lección de dignidad a todo el planeta

 
 
Arrasa la abstención en Ciudad de México y 12 estados más en las elecciones locales.
 
Los mexicanos han dado una lección de dignidad a todo el planeta, se han negado a secundar a la mafia política que saquea al país, se nutre del narcotráfico y encierra a quienes se atreven a contestarles; seguirán robando, reprimiendo y asesinando, pero no con la complicidad del pueblo.
 
En la Ciudad de México, la abstención ha llegado hasta casi el 72%, mientras que a nivel general, fue de más del 55%. La absoluta mayoría de quienes no quieren que la chusma política dirija sus vidas, es más que evidente. Pero a pesar de ello, las televisiones, radios y periódicos (tanto de México como de España y demás países capitalistas) dan más importancia a como se formarán los distintos ayuntamientos que a la absoluta ilegitimidad que éstos tendrán. Sólo el 7% de la población votó por el partido "ganador" en México D.F.
 
La misma autoridad electoral dijo que el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó en sólo cuatro de los 12 estados donde se llevaron a cabo los comicios, mientras que la segunda fuerza política del país, Partido Acción Nacional (PAN), ganó en siete. El PRI perdió varios de los 12 estados que controló por casi 80 años, aunque en particular en dos de sus bastiones tradicionales, que son Tamaulipas y Veracruz, síntoma del descontento por la situación económica, pero también por la inseguridad y la descarada relación entre el Estado y los narcotraficantes.
 
El partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) — el de Manuel Andrés López Obrador, dos veces candidato presidencial y ex jefe del gobierno del extinto Distrito Federal o Ciudad de México — se ha adjudicado cerca de 630 mil votos, lo cual es más o menos 7% de la gente que vota en la capital mexicana. A pesar de la pírrica victoria, Morena es a partir de hoy la primera fuerza política de la Ciudad de México y contará con unos 21 curules de los 60 que estaban en concurso para la Asamblea Constituyente, la cual estará conformada por 100 legisladores que de aquí al 5 de febrero crearán la nueva constitución que concluirá la conversión de la capital en en el estado número 32 del país. El Partido de la Revolución Democrática, el cual a través de Miguel Ángel Mancera gobierna actualmente a la Ciudad México, fue descendido a segunda fuerza política capitalina con unos 549 mil votos o 6% de la población.
 
 
Así que el MRN (Morena) va a gobernar la 4ª ciudad del mundo más poblada (más de 20 millones de habitantes) sólo con el apoyo del 7% del censo electoral. Esta es la manera en la que la democracia respeta la decisión del pueblo, haciendo los politicuchos de turno sus cuentas, para después pactar entre ellos a espaldas del electorado que masivamente no ha votado, sino que los ha botado. Seguirán gobernando sin legitimidad alguna, pero sintiendo el aliento de los mexicanos en sus nucas y sin poder mirar a los ojos de aquellos a quienes roban la vida. ¡¡¡Viva México cabrones!!!
 

Espartaco. Howard Fast. [Pdf, epub & Película de Stanley Kubrick]



Espartaco, obra emblemática en el género de la novela histórica y cumbre de uno de los intelectuales más prestigiosos de Estados Unidos, constituye un símbolo de la lucha contra la opresión y la injusticia, al tiempo que propone una atinada reflexión sobre las relaciones de poder y la legitimidad de la violencia.

Novela de tesis y de profundo calado ideológico (lo que le valió la censura, tanto en su país como en España), es sin embargo la perfecta reproducción de una época, la maestría en el retrato psicológico y el apasionante discurrir de la acción lo que la convirtió inmediatamente en un extraordinario éxito internacional, que cobró proporciones insólitas cuando se estrenó la película homónima de Stanley Kubrick, con guión de Donald Trumbo y un espectacular reparto (Kirk Douglas, Jean Simmons, Laurence Olivier, Charles Laughton, Peter Ustinov…).


Como Yo, Claudio o Memorias de Adriano, Espartaco pertenece a ese selecto grupo de novelas que por sí mismas explican un género y son capaces de trascenderlo.

Esta nueva edición incorpora además los dos prólogos que el autor escribió para la más famosa de sus obras

Censurado en Estados Unidos durante la caza de brujas, Fast llegó a estar en prisión por ayudar a los republicanos exiliados de la España franquista. Esta edición se trata de la primera versión íntegra y sin recortes en español de esta novela histórica.

A partir de la rebelión de esclavos encabezada por el gladiador Espartaco en el año 73 a.C., el autor propone una reflexión sobre las relaciones de poder y la legitimidad de la violencia, que tuvieron un especial significado durante el macarthismo y siguen estando de actualidad.

Howard testificando ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses en 1950.

<<Este libro está dedicado a mi hija, Rachel, y a mi hijo, Jonathan. Es una historia sobre hombres y mujeres valientes que vivieron hace mucho tiempo, pero cuyos nombres nunca han sido olvidados. Los héroes de esta historia albergaron el ideal humano de la libertad y la dignidad del hombre y vivieron noble y honradamente

Lo he escrito para, que aquellos que lo lean —mis hijos y los hijos de otros— adquieran gracias a él fortaleza para afrontar nuestro turbulento futuro y puedan luchar contra la opresión y la injusticia, de modo que el sueño de Espartaco llegue a ser posible en nuestro tiempo.

Cuando me senté a iniciar la larga y dura tarea de escribir la primera versión de Espartaco —hace de eso ya cuarenta años— acababa de salir de prisión. Había estado trabajando mentalmente en algunos aspectos de la novela mientras me hallaba en la cárcel, que fue un escenario idóneo para tal labor. Mi delito había sido negarme a entregar al Comité de Actividades Antiamericanas una lista de los miembros de la organización denominada Joint Antifascist Refugee Comittee «Comité de Ayuda a los Refugiados Antifascistas».

Con la victoria de Francisco Franco sobre la República Española legalmente constituida, miles de soldados republicanos, defensores de la República y sus familias habían cruzado los Pirineos para dirigirse a Francia, y buena parte de ellos se habían establecido en Toulouse, muchos de ellos enfermos o heridos. Su situación era desesperada. Un grupo de antifascistas recaudó dinero para comprar un antiguo convento y convertirlo en un hospital, y los cuáqueros aceptaron trabajar en ese hospital si nosotros conseguíamos el dinero para mantenerlo en funcionamiento. En esa época había un impresionante apoyo a la causa de la España republicana entre la gente de buena voluntad, y entre la que se contaban muchos ciudadanos conocidos. Fue la lista de estas personas la que nosotros nos negamos a entregar al Comité, y en consecuencia todos los miembros de nuestro grupo fueron considerados culpables de desacato y enviados a prisión.

Fueron malos tiempos, los peores tiempos que yo y mi querida esposa hemos vivido jamás. Nuestro país se parecía más que nunca en su historia a un estado policial. J. Edgar Hoover, el director del FBI, desempeñó el papel de un mezquino dictador. El miedo a Hoover y su archivo de miles de liberales impregnó el país. Nadie se atrevió a pronunciarse o a levantar su voz contra nuestro encarcelamiento. Como he dicho en alguna ocasión, no era el peor momento para escribir un libro como Espartaco.

Cuando concluí el manuscrito se lo envié a Angus Cameron, por entonces mi editor en Little, Brown and Company. Le entusiasmó la novela y escribió que para él sería un placer y un orgullo editarla, pero J. Edgar Hoover envió una carta a Little, Brown and Company advirtiéndoles de que no deberían publicar el libro, y después de eso el original pasó por las manos de otros siete conocidos editores. Todos ellos se negaron a publicarla. El último de estos siete fue Doubleday, y tras una reunión del comité editorial, George Hecht, jefe de la cadena de librerías de Doubleday, salió de la sala enfadado y disgustado, me llamó por teléfono y me dijo que nunca hasta entonces había asistido a un acto de cobardía tal en Doubleday, y me aseguró que si publicaba el libro por mi cuenta me haría un pedido de seiscientos ejemplares. Yo nunca había publicado una obra por mi cuenta, pero encontré apoyo en los medios liberales y llevé adelante el proyecto con el escaso dinero que nos proporcionaban nuestros empleos regulares; y de algún modo el libro al fin vio la luz.

Para mi sorpresa, se vendieron más de cuarenta mil ejemplares de la obra en tapa dura, y varios millones más unos años más tarde cuando el clima de terror se hubo disipado. Fue traducida a 56 lenguas y, finalmente, diez años después de haber sido escrita, Kirk Douglas convenció a los estudios Universal para que rodara una adaptación cinematográfica. Pasados los años, esa película se ha hecho extraordinariamente famosa, y aún puede verse en el momento en que escribo estas líneas.

Supongo que algo le debo a ese período que pasé entre rejas. La guerra y la prisión son temas difíciles de tratar para un escritor que no ha tenido experiencia directa de ellas.

Yo no sabía latín, así es que adquirir unos buenos conocimientos de esa lengua, que prácticamente ya he olvidado por completo, fue también parte del proceso de escritura. Nunca he renegado de mi pasado, y si mi propia experiencia carcelaria en algo me ayudó a escribir Espartaco, creo que fue lo mejor que obtuve de ella.>>

1996


—¿Y dónde encuentra a tales hombres? —preguntó Craso, intrigado y cautivado por el relato simple y llano de un hombre que conocía su negocio.

—Hay sólo un lugar donde encontrarlos…, esos que yo prefiero. Sólo un lugar: las minas. Tiene que ser en las minas. Deben venir de algún lugar que, comparado con él, la legión es un paraíso; el latifundio es un paraíso, y hasta el patíbulo es una bendita merced. Allí es donde los encuentran mis agentes. Allí es donde encontraron a Espartaco… y era koruu ¿Sabe lo que quiere decir esa palabra?

—Creo que es un término egipcio.

Craso sacudió la cabeza.

—Quiere decir tres generaciones de esclavos —explicó Baciato—. El nieto de un esclavo. En lengua egipcia, también sirve para designar a cierto tipo de abominable animal. Una bestia abyecta. Una bestia intocable entre las bestias, sí, aún para las bestias mismas. Koruu. Podríamos preguntarnos por qué surgió esto de Egipto. Yo se lo diré. Hay cosas peores que ser lanista. Cuando vine a su campamento, su oficial me miró desdeñosamente. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Todos somos carniceros, o no lo somos, acaso?, y nuestro comercio es la carne trinchada. ¿Entonces, por qué?

Estaba ebrio. Sentía pena de sí mismo aquel gordo entrenador de gladiadores que dirigía la escuela de Capua. Le salió el alma; hasta un gordo y sucio cerdo que tiene un ludus, allí donde la arena se convierte en relleno para morcillas tiene un alma.

—¿Y Espartaco era koruu? —inquirió suavemente Craso—. ¿Espartaco vino de Egipto?

Baciato asintió.

—Era tracio, pero vino de Egipto. Los explotadores de minas de oro de Egipto compran en Atenas y cuando pueden, compran koruu, y a los tracios se los aprecia.

—¿Por qué?

—Existe la leyenda de que son buenos bajo tierra.

—Comprendo. ¿Pero por qué dicen que a Espartaco lo compraron en Grecia?

—¿Sé yo acaso por qué se dicen todas las tonterías que se dicen? Pero yo sé dónde fue comprado él, porque yo lo compré. En Tebas. ¿Duda de lo que digo? ¿Soy un mentiroso?... 

Con las cadenas rotas en una mano, la espada en la otra y la mirada fija en un lejano horizonte, esta escultura de Denis Foyatier muestra a Espartaco como encarnación del ideal de libertad. Siglo XIX. Louvre, París.

«Él era uno de esos raros ejemplares humanos tallados de una sola pieza. Lo primero que se veía en Espartaco era su integridad. Era singular. Estaba satisfecho, no de lo que era, sino de lo que significaba como ser humano. Aun en aquella madriguera de hombres terribles, desesperados y condenados, en la escuela del crimen de asesinos condenados, de desertores del ejército, de almas perdidas y de mineros a los que las minas no habían podido destruir, a Espartaco se le quería y se le respetaba.»

«¡Qué desprecio por la vida tienen estos romanos! —pensó Espartaco—. ¡Con qué facilidad matan, y qué enorme placer encuentran en la muerte! Y por qué no —se dijo— cuando todo el proceso de su vivir está cimentado en la sangre y los huesos de los de su propia especie».

«Y ahora soy libre. Nunca hubo un momento de libertad para mi padre o mi abuelo, pero en este momento soy un hombre libre».

«—Las mujeres a un lado —dijo—. No tienen que exponerse. No tienen que combatir.

La furia de las mujeres lo había sorprendido. Era más intensa e iba más allá que la furia de los hombres. Las mujeres querían combatir; con lágrimas en los ojos le pedían que las dejara luchar. Imploraban en procura de los preciosos puñales, y cuando se los negó doblaron sus túnicas y las llenaron con piedras para arrojar.»

Mucho tiempo después, Espartaco se preguntaba: «¿Quién escribirá de nuestras batallas y de lo que ganamos y de lo que perdimos? ¿Y quién contará la verdad?». La verdad de los esclavos era contraria a la verdad de los tiempos en que vivieron. La verdad era imposible, imposible en todos sus aspectos, no porque no hubiera ocurrido, sino porque lo ocurrido no tenía explicación dentro del contexto de aquellos tiempos. Había más soldados que esclavos y los soldados estaban poderosamente armados; pero los soldados no esperaban que los esclavos lucharan y los esclavos sabían que los soldados iban a luchar. Los esclavos se lanzaron sobre ellos desde las colinas, y los soldados que venían corriendo en orden abierto, que es como corren los hombres después de partir precipitadamente, no pudieron hacer frente a la embestida, tiraron sus lanzas desordenadamente y agachándose trataron de eludir la lluvia de piedras que les arrojaron las mujeres. De modo que la verdad era que los soldados habían sido derrotados por los esclavos y que habían huido de ellos y que a medio camino en su fuga hacia Capua los esclavos los habían alcanzado y dado con ellos por tierra.»

—«Vuelve al Senado», dijo Espartaco, «y entrégales el bastón de marfil. Te hago a ti legado. Vuelve y diles lo que has visto aquí. Diles que ellos enviaron contra nosotros sus cohortes y que nosotros las hemos destruido. Diles que somos esclavos, lo que ellos llaman el instrumentum vocale. La herramienta con voz. Cuéntales lo que nuestras voces dicen. Decimos que el mundo está harto de ellos, harto de vuestro corrompido Senado y de vuestra corrompida Roma. El mundo está harto de la riqueza y el esplendor que vosotros habéis succionado de nuestra carne y de nuestros huesos. El mundo está harto de la canción del látigo. Ésa es la única canción que conocen los romanos. Pero nosotros no queremos oír más esa canción. Al principio, todos los hombres eran iguales y vivían en paz y compartían lo que tenían. Pero ahora hay dos clases de hombres: los amos, los esclavos. Pero hay más de los nuestros que de los vuestros, muchos más. Y somos más fuertes que vosotros, mejores que vosotros. Todo lo que es bueno en el género humano nos pertenece. Cuidamos a nuestras mujeres y ellas permanecen a nuestro lado y nosotros combatimos junto a ellas, pero vosotros convertís en prostitutas a vuestras mujeres, y a las nuestras, en ganado. Nosotros lloramos cuando nos son arrebatados nuestros hijos y los ocultamos entre las ovejas, con el fin de poder tenerlos un poco más con nosotros; pero vosotros criáis a vuestros hijos como si fueran ganado. Vosotros tenéis hijos con nuestras mujeres y los vendéis al mejor postor en el mercado de esclavos. Vosotros convertís a los hombres en perros y los enviáis al circo a que se despedacen para vuestro placer, y vuestras nobles damas romanas presencian cómo se matan entre ellos mientras acarician perros en la falda y los alimentan con deliciosas golosinas. ¡Qué detestable pandilla sois vosotros y qué infecta mugre habéis hecho de la vida! Os habéis burlado de los sueños acariciados por el hombre, del trabajo de la mano del hombre y del sudor de la frente del hombre. Vuestros propios ciudadanos viven ociosos y se pasan los días en el circo y en la arena. Habéis desvirtuado la vida del hombre, despojándola de todo su valor. Vosotros matáis por matar, y vuestra más fina distracción es ver correr sangre. 

Vosotros ponéis a trabajar en las minas a pequeñas criaturas y las hacéis trabajar hasta morir. Y habéis edificado vuestra grandeza robándole al mundo entero. Bueno, eso ha terminado. Dile al Senado que todo eso ha terminado. Ésta es la voz de la herramienta. Dile a tu Senado que envíe sus ejércitos contra nosotros y que los destruiremos como hemos destruido éste, y que nos armaremos con las mismas armas que vosotros enviéis contra nosotros. El mundo entero oirá la voz de la herramienta; y a los esclavos del mundo les gritaremos: ¡levantaos y romped vuestras cadenas! Avanzaremos por Italia y allí donde vayamos los esclavos se nos unirán, y entonces llegará el día en que marcharemos sobre vuestra ciudad eterna. Y entonces ya no será eterna. Dile eso a tu Senado. Diles que se lo haremos saber cuando vayamos. Y entonces derribaremos las murallas de Roma. E iremos al edificio donde se reúne vuestro Senado y los sacaremos de sus altos y poderosos sitiales y los despojaremos de sus ropajes, de manera que queden desnudos y sean juzgados en las mismas condiciones en que siempre se nos juzgó a nosotros. Pero los juzgaremos imparcialmente y les daremos una completa medida de la justicia. Cada crimen que hayan cometido les será incriminado y tendrán que rendir cuenta de todo. Diles eso, de modo que tengan tiempo de prepararse y de examinarse a sí mismos. Se los llamará a prestar declaración y nosotros tenemos recuerdos muy antiguos. Entonces, cuando se haya hecho justicia, construiremos ciudades mejores, limpias, ciudades sin muros, donde la humanidad pueda vivir unida, en paz y felizmente. Ese es todo nuestro mensaje para tu Senado. Transmíteselo. Diles que proviene de un esclavo llamado Espartaco…».






Tu voto te hace cómplice y silente



Un país que debe más de lo que produce está condenado a ser una tierra de esclavos azotados por el látigo de la Empresa Mundial $.A. Ningún futuro más que el pintado de negro es el que nos aguarda mientras seamos deudores en lugar de soberanos. Este desfalco, esta expropiación masiva al pueblo, solamente ha podido llevarse a cabo con la colaboración de las marionetas políticas; por eso ya es hora de defenestrar, de humillar en plaza pública de desterrar a toda la ponzoña que envenena cualquier posibilidad de una sociedad justa y pacífica. Ningún político solucionará los arraigados odios, la perpetua desigualdad instalada en nuestra tierra, ninguno servirá al interés de todos, ninguno.

Producimos para pagar a la Empresa Mundial $.A. El 4º Reich tiene en su Poder a todos los países más ricos del mundo. África y Sudamérica ya fueron saqueadas y colonizadas anteriormente. Por lo que están a las puertas de alcanzar su demoníaco plan de colonización planetaria. 

Debemos más de lo que producimos... y no somos los únicos, ni mucho menos.

Francia debe casi el 97% y la imperialista Gran Bretaña nada menos que el 89%. 

La deuda de Japón alcanza ya la astronómica cifra del 247´8%, y USA rozará el 106% en 2016, cifras nunca vistas desde la II Guerra Mundial.
  
La OTAN asegura la docilidad de los morosos.

En la era de la información, el fanatismo, el analfabetismo voluntario y los viejos fantasmas totalitarios del pasado vuelven como espectros inquietos en sus tumbas. Cuando la cultura está más al alcance de tod@s que en toda la conflictiva Historia humana anterior, la intoxicación friamente calculada y absolutamente consciente de su dañino proceder, regresa para muy probablemente imponerse sin posibilidad de retorno.

Los neonazis, a pesar de todo lo ya conocido acerca del proceder de las alimañas, que dictaron en Alemania, Italia, España, Argentina, Chile, etc... , mantienen intacta la tradición que más degenera a la raza humana, el fanatismo intransigente dispuesto a asesinar con tal de imponer su subjetiva y demente manera de ver la vida. ¿Acaso existe alguna posibilidad de poder hacer razonar a quienes defienden el asesinato masivo de poblaciones enteras? Esta degeneración de la especie humana provoca el odio incluso entre las personas que no quieren más que vivir en paz, sin molestar ni ser molestados. Sabedores de que su condición de animales rabiosos les lleva a disfrutar viendo cráneos abiertos, mientras que sus contrarios nunca encuentran placer en la violencia, intentan de nuevo imponerse por métodos violentamente salvajes. Pero una cosa es no disfrutar viendo sangrar a otra persona y otra muy distinta poner la mejilla, así que el enfrentamiento caínita vuelve a ponerse encima de la mesa como única opción a medio plazo lo queramos o no, teniendo siempre en cuenta que quien golpea primero infringe doble daño.


El lenguaje usado por los fascistas actuales es el mismo usado por los criminales falangistas que tuvieron a todo un pueblo sojuzgado, pisoteado y humillado durante 40 años. LLaman radicales a los burgueses sociatas y bolcheviques a los tímidos reformistas podemitas o a los borbónicos €urocomunistas, firmantes de los Pactos de la Moncloa; ya ven cual fuerte es su tolerancia democrática una vez puesto en evidencia su predominio, en cuanto ven peligrar sus sillones. Denuncian constantemente que son insultados porque la población no demuestra el debido respeto hacia la Iglesia o la bandera española. Avisan insistentemente de la desmembración de España, del peligro independentista, pero nunca muestran argumentos más allá de la imposición por cojones. Reprimen a la población para impedir su más mínima contestación. Alimentan el odio de clases y la polarización de la población, sin pararse a pensar que en caso de enfrentamiento siempre perderemos los de siempre, pero ellos tienen mucho más que perder. No les basta con vivir opulentamente, su inhumanidad cristiana les hace necesitar que esa  superioridad sea constantemente recordada para evitar cualquier tentación de ataque al privilegio, sistema de castas basada en el "Como Dios Manda". 

Parece que los partidistas, incluso a estas alturas de la película aun no se han enterado de que lo importante no es tener la razón, sino que la razón nunca será justa si esta no es consensuada y afecte a todos por igual, cosa inalcanzable mientras que existan unos que dicten y otros que obedezcan ciégamente por la cuenta que les trae. Una sociedad que no respeta a todas y cada una de las individualidades humanas está condenada al fracaso, las mayorías impositivas son la negación de la inteligencia humana formada a lo largo de milenios de evolución, un sinsentido cuando todo este acerbo cultural es supeditado a la opinión de uno o varios "sabios", iluminados que creen haber encontrado la piedra filosofal y dan con ella en la frente a todo aquel que custione su verdad al abrigo de aquellos a los que abrió los ojos.

Por parte de toda esta caterba de dirigentes políticos, "intelectuales" y estrellas del twitter de "izquierdas" que se autodenominan "los mejores y más preparados", dialécticos marxistas diletantes, prepotentes intelectuales sin fundamento que creen que la Historia de la  Humanidad ya tiene marcado su destino, pronosticado por el Papa Marx cual Nostredamus "científico"; tampoco parece haber lugar para el razonamiento sin dogmas. Son como los fanaticos religiosos, los cuales siempre miran para otro lado o llaman intoxicadores a  quienes destapan todos sus engaños, tapándolos a su vez en todo lo posible mientras son perpetrados. ¿Quien puede  fiarse de las buenas intenciones que proclaman aquellos que todavía defienden el criminal régimen bolchevique, la dictadura  hereditaria de Cuba y Corea del Norte o las bondades de un asesino de masas como Mao? ¿Qué espacio dejan para la discusión si todo argumento que esgrimen nunca va más allá de la descalificación sistemática de todo lo que no sea alabar los supuestos logros de aquello en lo que creen con el mismo fanatismo que muestran los religiosos?.

Vamos a sufrir 6 meses de consignas repetidas hasta la saciedad, de estrategias, de ver como se juega con la vida de todos con eslóganes rimbombantes y promesas de un mañana mejor que nunca llega, pero que se mantiene alzado frente a nuestros morros cual zanahoria que hace avanzar al asno a pesar de la carga arrastrada. La esperanza, al igual que la suerte, nunca se encuentra si no se las busca insistentemente; los políticos administran esa falsa esperanza que mantiene el engaño llamado sufragio universal, la suerte también es repartida por ellos, sobre todo entre los que ostentan carnets de este o aquel partido. De esta manera, el negocio está asegurado; entre paniaguados, indigentes mentales e intereses creados, tienen garantizada la suficiente participación como para que el juego continue y la Banca siga ganando. Para los llamados inadaptados, para esos que nunca estarán de acuerdo con ningún sistema que privilegie a unos en detrimento de otros, no existe lugar ni en la democracia sufragista ni en los regímenes totalitaristas fascistas y marxista-leninistas. Y a diferencia de todos estos iluminados por esta u otra doctrina; quienes amamos la libertad por encima de todo, los apartidistas, los antiautoritarios, los antimilitaristas, los humanitarios, nunca creemos estar por encima de nadie, pero tampoco por debajo de la conciencia y el poder de decisión que nos identifica como seres humanos, como personas individuales e irrepetibles. Tu voto mantiene en pie el chiringuito estatal y solamente sirve para que nunca pueda existir un cambio real en nuestra sociedad. Confía en quienes te rodean y nunca te fíes de aquellos que prometen solucionarte la vida desde sus altos cargos, si todos fuésemos iguales ellos dejarían de ser seres elevados, por lo que siempre necesitarán de distintos raseros. Tú eres el mejor preparado para saber lo que más te conviene. Tu voto te hace cómplice y silente. 

Élisée Reclus - El hombre y la Tierra (6 tomos en Pdf)


“ Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una larga obra, La Nouvelle Géographie Universelle, expresaba el deseo de poder estudiar un día al Hombre en la sucesión de las edades, de la misma forma que lo había observado en las distintas regiones del globo, y establecer las conclusiones sociológicas a las que había llegado. Trazaba el plan de un nuevo libro en el que se expondrían las condiciones del terreno, del clima, de todo el ambiente en el que se han producido los acontecimientos de la historia, en el que se mostraría el acuerdo de los Hombres y de la Tierra, en el que se explicarían las actuaciones de los pueblos, de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta. Este libro es el que presento ahora al lector. “ 

Traducción de Anselmo Lorenzo. Revisión de Odón de Buen. Editorial de la Escuela Moderna.


Uno de los problemas más interesantes y más difíciles con que tropezamos a cada instante es el de la buena lectura. El hombre libre y progresivo; el que no quiere seguir inconsciente, rutinariamente impulsos exteriores, originados en otras consciencias e inspirados en móviles y aspiraciones que les son desconocidas; el que quiere obrar por determinaciones que se dirijan directamente a su voluntad aceptando la responsabilidad y mereciendo la gloria de la humanidad hacia la realización de su vida de futuras grandezas que hombre prudente y equilibrado necesita consultores que, a través de la inmensidad de los conocimientos que constituyen la ciencia actual, imposible de abarcar en una sola mentalidad, le orienten, le guíen y le documenten de manera segura y positiva para sostener su criterio y permitir pleno desarrollo a su voluntad.

Para atender a necesidad tan imperiosa, dada la variabilidad inmensa, casi infinita, de los caracteres, de los temperamentos, de las aptitudes, de las aficiones y aun de las vocaciones, apenas se hallaría biblioteca moderna tan grandiosa capaz de satisfacer todas las consultas y mucho menos todas las necesidades especiales de orientación. Ante tal dificultad, si fuera insuperable, surgiría inevitable desconcierto. Para evitarlo los filósofos prerrevolucionarios fundaron la Enciclopedia (el círculo de enseñanza), que, reuniendo en sítesis la suma de los conocimientos de toda la humanidad en aquella época, produjo la Gran Revolución.

Con el vuelo que a partir de aquel movimiento emprendió la mentalidad humana se ha llegado a considerables alturas que, a ser reflejadas en los modernos diccionarios enciclopédicos, pierden vigor y fuerza, dando la triste impresión de letra muerta. Necesitábase un genio sintético, de capacidad tan inmensa que abarcara el saber universal; de honradez tan delicada, que no sometiera la verdad a ningún género de convencionalismo; de toda noble sencillez, que inspirara a todos confianza. Ese hombre sabio, bueno, severo y sencillo fue Eliseo Reclus, el autor de la Geografía Universal, resumen científico que le da derecho al título de maestro de los sabios; el luchador de la Comuna de París y por la emancipación de los trabajadores, noble conducta que le acredita como militante contra las iniquidades del privilegio; el declarado anarquista, título demostrador de que rompió todos los moldes convencionales ante la pureza de las ideas de libertad y de igualdad.

Eliseo Reclus escribió El Hombre y La Tierra, y con ese libro prestó a la humanidad el gran servicio de sintetizar los conocimientos y de resumir la ciencia, sin inclinación sectaria, con la pureza ideal de la verdad, constituyendo con tan admirable libro, no sólo una guía segura de orientación para vuelos futuros del genio, porque en él puede aprenderse lo que se ignora y se da todo el valor debido a lo que se sabe. A partir de la publicación de El Hombre y La Tierra quedó resuelto el problema de la buena lectura, porque ese libro es más que una enciclopedia, es una biblioteca, y si no suscitara pensamientos místicos-fanáticos, diríase que es una Biblia, ese gran libro de la Naturaleza y de la Sabiduría, donde se hallan expuestas las condiciones del suelo, del clima, del ambiente en general en que se han cumplido los acontecimientos de la historia, donde se muestra la concordancia de los hombres y de la Tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos se explican en relación de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta.

A la publicación de este libro en francés, traducido a varios idiomas, y a la edición de su traducción española va unida la memoria de su editor Ferrer, el insigne fundador de la enseñanza racionalista, el mártir de Montjuich, lo que puede considerarse como un nuevo título a la estimación popular, dándole derecho a la primacía en toda biblioteca popular. El Hombre y La Tierra no debe pues, faltar en cada biblioteca sindicalista, política y librepensadora, y los obreros que se interesen vivamente por la emancipación del proletariado y por la consiguiente regeneración de la sociedad hasta lograr que nadie en el mundo quede eximido de su correspondiente participación en el patrimonio universal, pueden sacar de este libro, no sólo las más útiles enseñanzas, sino lo que iguala en utilidad, un criterio seguro para evitar todo género de desviaciones burguesas.

Anselmo Lorenzo
















Prisiones: El crimen social y su fracaso. Emma Goldman (1911)



En 1849 Feodor Dostoyevsky escribió en la pared de su celda la siguiente historia, El Sacerdote y el Diablo:

“¡Hola, obeso padre!”, le dijo el diablo al sacerdote. “¿Qué mentiras le contaste a esas pobres y engañadas personas? ¿Qué torturas del infierno le describiste? ¿No sabes que ya están sufriendo las torturas infernales en sus vidas terrenales? ¿No sabes que tú y las autoridades estatales son mis representantes en la Tierra? Eres tú quien los hace sufrir las torturas infernales con que los amenaza. ¿No lo sabía? ¡Bien, ven entonces conmigo!”.

El diablo tomó al sacerdote por el cuello, lo alzó en el aire y lo llevó a una factoría, a una fundición. Vio a los trabajadores corriendo y apresurados de aquí para allá, moviéndose penosamente bajo el calor abrasador. Muy pronto, el aire espeso, pesado y el calor fue demasiado para el sacerdote. Con lágrimas en sus ojos, suplicó al diablo: 

“¡Déjame ir! ¡Déjame abandonar este infierno!”.

“Oh, mi querido amigo, debo mostrarte muchos otros lugares”. El diablo lo tomó de nuevo y lo arrastró hacia una granja. Allí pudo ver a los jornaleros trillando el grano. El polvo y el calor eran insoportables. El capataz llevaba un látigo y cruelmente golpeaba a cualquiera que se cayera al suelo a consecuencia del duro trabajo o por el hambre. Posteriormente, lleva al sacerdote hasta unas chozas donde estos mismos jornaleros viven con sus familias, sucios agujeros, fríos, llenos de humo, insalubres. El diablo sonríe a carcajada. Indica la pobreza y las penalidades que campean en este lugar. “¿Bien, no es suficiente?”, preguntó. Y parecía que incluso él, el diablo, sentía pena por estas personas. El pío servidor de Dios apenas podía sobrellevarlo. Alzando sus manos, rogó:

“¡Sácame de aquí! ¡Sí, sí, éste es el infierno en la Tierra!”. “Bien, entonces ya ves. Y todavía les prometes otro infierno. ¡Los atormentas, los torturas mentalmente con la muerte cuando ellos sólo están vivos físicamente! ¡Vamos! Te mostraré otro infierno, uno más, el peor.”

Lo llevó a una prisión y le mostró un calabozo, con su aire viciado y sus muchas siluetas humanas, carentes de vitalidad y energía, arrojadas en el suelo, cubiertas de bichos que devoraban sus pobres, desnudos y enflaquecidos cuerpos. “¡Quítate tus vestidos de seda!”, le dijo el diablo al sacerdote. “¡Ponte en tus tobillos las pesadas cadenas como las que llevan estos desafortunados; échate en el frío y sucio suelo; y háblales sobre el infierno que todavía les aguarda!”.

“¡No, no!”, respondió el sacerdote. “¡No puedo imaginar algo más terrible que esto! ¡Te lo suplico, déjame marchar!”

“Sí, éste es el infierno. No podrás encontrar otro infierno peor que éste. ¿No lo conocías? ¿No sabías de estos hombres y mujeres a quienes asustabas con la imagen del infierno? ¿No sabías que estaban en el verdadero infierno aquí, antes de que murieran?”

Esto fue escrito hace cincuenta años en la triste Rusia, en la pared de una de las más horribles prisiones. ¿Aún hay quien puede negar que lo mismo se aplica, con igual fuerza, a los tiempos presentes, incluso en las prisiones norteamericanas? Con todas nuestras alardeadas reformas, nuestros grandes cambios sociales y nuestros descubrimientos trascendentales, los seres humanos continúan siendo enviados a unos lugares peores que el infierno, en donde son ultrajados, degradados y torturados, ya que la sociedad debe ser “protegida” de los fantasmas que ella misma ha creado. La prisión, ¿una protección social?, ¿Qué mente monstruosa concibió tal idea? Es como decir que la salud se promueve mediante una epidemia.

Después de ocho meses en una prisión británica, Oscar Wilde dio al mundo su obra maestra, "The Ballad of Reading Goal"]*: Los hechos más viles, como las venenosas malas hierbas, bien florecen en el aire de la prisión; es lo único bueno en el hombre que se consume y marchita allí. La pálida Angustia vigila la pesada puerta, y el Carcelero es la Desesperación. La sociedad continúa perpetuando ese aire ponzoñoso, no percatándose que de ahí sólo saldrá más veneno.

Actualmente, gastamos $3.500.000 por día, $1.000.095.000 al año, para mantener las instituciones penitenciarias, y esto en un país democrático; una suma que es tan grande como los ingresos combinados del trigo, evaluado en $750.000.000 y del carbón, estimado en $350.000.000. El profesor Bushnell, de Washington D.C., ha estimado que el coste de las prisiones supera anualmente los $6.000.000.000 y el doctor G. Frank Lydston, un eminente escritor norteamericano sobre delincuencia, ha dado unos $5.000.000.000 anualmente como una cantidad razonable. ¡Tales desembolsos inauditos con el objetivo de mantener un vasto ejército de seres humanos enjaulados como bestias salvajes! Aun así, el delito está creciendo. Sabemos que en Norteamérica hay cuatro veces y medio más crímenes por cada millón de personas en la actualidad que hace veinte años.

El más horrible aspecto es que nuestro delito nacional es el asesinato, no el robo, la malversación o la violación, como en el Sur. Londres es cinco veces más grande que Chicago, aunque hay ciento ochenta muertos anualmente en esta última ciudad, mientras sólo veinte en Londres. Aunque Chicago no es la primera ciudad en cuanto a los delitos, sólo es la séptima, encabezada por las cuatro ciudades del sur, junto a San Francisco y Los Ángeles. A la vista de tales terribles datos, parece ridículo hablar que la protección de la sociedad deriva de sus prisiones. La mente media es lenta en aceptar una verdad, pero cuando la más minuciosa y centralizada institución, mantenida mediante un excesivo gasto nacional, ha demostrado su completo fracaso social, incluso los más torpes deben comenzar a cuestionarse su derecho a existir. Perdemos el tiempo cuando nos contentamos con nuestra estructura social sólo porque lo “manda el derecho divino” o por la majestad de la ley. La mayoría de las investigaciones sobre las prisiones, las perturbaciones y la educación en los últimos años han demostrado de manera clara que los hombres han aprendido a buscar en lo más profundo de la sociedad, sacando a la luz las causas de la terrible discrepancia entre la vida social y la individual.

¿Por qué, entonces, son las prisiones un crimen social y un fracaso? Para responder a esta cuestión de vital importancia debemos revisar la naturaleza y causa del delito, los métodos empleados para hacerles frente, y los efectos que estos métodos producen al liberar a la sociedad del azote y horror de los crímenes. Primero, sobre la naturaleza del delito. Havelock Ellis clasifica a los delincuentes en cuatro categorías: el político, el pasional, el demente y el ocasional. Sostiene que el delincuente político es la víctima de un intento de un gobierno más o menos despótico que busca preservar su propio estatus. No es necesariamente culpable de un delito antisocial; simplemente trata de volcar cierto orden político que en sí mismo puede ser antisocial. Esta verdad es aceptada en todo el mundo, salvo en Norteamérica, donde todavía prevalece la estúpida noción de que en una democracia no existe lugar para un delincuente político. Sin embargo, John Brown fue un criminal político; lo mismo que los anarquistas de Chicago o cada huelguista. En consecuencia, según Havelock Ellis, el delincuente político de nuestro tiempo o terruño puede ser un héroe, un mártir, un santo de otra época. Lombroso denominaba a los delincuentes políticos como los verdaderos precursores del movimiento progresista de la humanidad:

“El criminal por pasión generalmente es un hombre bien nacido y una vida honesta, quien bajo la presión de un gran e inmerecido mal, se toma la justicia por sí mismo.”

El señor Hugh C. Weir, en The Menace of the Police, cita el caso de Jim Flaherty, como un criminal pasional, quien, en vez de ser salvado por la sociedad, es transformado en un borracho y en un delincuente reincidente, con la ruina y la pobreza golpeando a su familia como resultado. Un tipo más patético es Archie, la víctima en la novela de Brand Whitlock, The Turn of de Balance; el gran escritor expone cómo se hace un criminal. Archie, más que Flaherty, fue conducido hacia el crimen y la muerte por la cruel inhumanidad de su entorno, y por la escasamente escrupulosa maquinaria legal. Archie y Flaherty son sólo dos ejemplos entre miles, demostrando que los aspectos legales del crimen y los métodos para atajarlo ayudan a crear la enfermedad que está socavando completamente nuestra vida social.

“El demente criminal en verdad no puede ser considerado más criminal que un niño, en tanto su mentalidad es similar a la de un infante o un animal.”

La ley actualmente lo reconoce, pero sólo en raros casos de una flagrante naturaleza, o cuando la riqueza del culpable le permite el lujo de la locura criminal. Se ha puesto de moda ser una víctima de la paranoia. Pero de manera general, la “soberanía de la justicia” todavía continúa castigando al demente criminal con toda la severidad de su poder. Así, el señor Ellis cita las estadísticas del doctor Ricter que demuestran que, en Alemania, ciento seis locos de ciento cuarenta y cuatro dementes criminales fueron condenados a severos castigos. 

El delincuente ocasional “representa con diferencia el grupo más amplio de la población de nuestras prisiones, en tanto es la mayor amenaza al bienestar social”. ¿Cuál es la causa que empuja a un vasto ejército de la familia humana a cometer un crimen, que prefiere la horrorosa vida tras las paredes de la prisión a la vida en el exterior? Ciertamente, la causa debe ser de fuerza mayor, que conduce a sus víctimas a un callejón sin salida, ya que hasta el más depravado ser humano ama la libertad. Esta terrorífica fuerza está condicionada en nuestro cruel ordenamiento social y económico. Esto no significa que niegue los factores biológicos, fisiológicos o psicológicos en la realización de un crimen; pero casi no existen criminólogos competentes que no acepten que las influencias sociales y económicas son las más relevantes, los gérmenes venenosos del crimen.

Aceptando incluso que existen tendencias criminales innatas, no es menos cierto que estas tendencias se ven enriquecidas por nuestro medio social. Existe una profunda relación, mantiene Havelock Ellis, entre los crímenes entre las personas y el precio del alcohol, entre los crímenes contra la propiedad y el precio del trigo. Cita a Quetelet y Lacassagne; el primero considera a la sociedad como planificadora del crimen, y a los criminales como instrumentos que lo llevan a cabo; el último ha encontrado que “el medio social es el medio de cultivo de la criminalidad; que el criminal es un microbio, un elemento que sólo es importante cuando encuentra el medio que provoca su fermentación; cada sociedad tiene los delincuentes que se merece”. En un período industrial muy “próspero” es imposible que el trabajador gane lo suficiente como para mantener su salud y su vigor. Y como la propiedad es, en el mejor de los casos, una condición imaginaria, miles de personas son constantemente enviadas al paro. Desde el Este al Oeste, desde el Sur al Norte, este vasto ejército de vagabundos anda en busca de trabajo o comida, y todo lo que encuentran son las casas de acogida o los barrios bajos. Aquellos quienes conservan una chispa de amor propio prefieren el desafío directo, prefieren el crimen a la demacrada y degradada situación de la pobreza.

Edgard Carpenter estima que las cinco sextas partes de los crímenes procesables consisten en alguna violación del derecho de propiedad; aunque ése es un porcentaje muy bajo. Una investigación completa demostraría que nueve de cada diez crímenes podrían vincularse, directa o indirectamente, con nuestras injusticias económicas y sociales, por nuestro implacable sistema de explotación y robo. No hay ningún criminal tan estúpido como para no reconocer este terrible hecho, aunque no lo pueda explicar.

Una colección de filosofía criminalista, la cual ha sido recopilada por Havelock Ellis, Lombroso y otros eminentes hombres, demuestra que el sentir del criminal es tan profundo que sólo es la sociedad quien lo conduce hacia el crimen. Un ladrón milanés le comentó a Lombroso: “Yo no robo, sólo tomo del rico lo superfluo; además, ¿no roban los abogados y los mercaderes?”. Un asesino escribió: 

“Sabiendo que las tres cuartas partes de las virtudes sociales son vicios cobardes, pensé que un asalto directo a un hombre rico tendría que ser menos innoble que la cauta combinación de fraudes”. 

Otro escribió: 

“Estoy prisionero por robar media docena de huevos. Los ministros, que roban millones, son honrados. ¡Pobre Italia!”. 

Un convicto educado, comentó al señor Davitt: 

“Las leyes de la sociedad están estructuradas con el objetivo de asegurar la riqueza del mundo para el poder y la especulación, privando a la porción mayor de la humanidad de sus derechos y oportunidades. ¿Por qué ellos pueden castigarme por tomar, por medios similares a los de aquellos que han tomado más de lo que les correspondía?”.

El mismo hombre añadió: 

“La religión roba el alma de su independencia; el patriotismo es un estúpido culto del mundo en donde el bienestar y la paz de sus habitantes son sacrificados por aquellos que se benefician de él, mientras las leyes de la tierra, refrenando los naturales deseos, mantienen una guerra contra el espíritu manifiesto de la ley de nuestros seres. Comparado con esto”, concluye, “robar es una actividad honorable”.

Ciertamente, hay más verdad en este planteamiento filosófico que en todos los libros de leyes y de moralidad de la sociedad. Si los factores económicos, políticos, morales y físicos son los microbios del crimen, ¿qué hace la sociedad para enfrentarse a la situación? Los métodos para enfrentarse al crimen, sin duda, han sufrido diversos cambios, aunque fundamentalmente, en un sentido teórico. En la práctica, la sociedad sigue teniendo el primitivo motivo para hacer frente al ofensor, esto es, la venganza. También ha adoptado la perspectiva teológica, es decir, el castigo; en cambio, los métodos legales y “civilizados” se basan en la disuasión o el terror y la reforma. En la actualidad podemos apreciar cómo los cuatro modos han fracasado completamente, y que no nos encontramos más cerca de la solución hoy que en las épocas más oscuras.

El impulso natural del hombre primitivo de devolver el golpe, de vengarse del mal, está fuera de lugar. En cambio, el hombre civilizado, despojado de todo valor y atrevimiento, ha delegado a una maquinaria organizada el deber de reprimir los errores, en la estúpida creencia de que el Estado está justificado para hacer lo que él ya no tiene ni la madurez ni la coherencia para llevar a cabo. El “imperio de la ley” es un producto del raciocinio; no se queda en los instintos primitivos. Su misión es de una naturaleza “superior”. En verdad, sigue los pasos de la confusa teología, la cual proclama el castigo como un medio de purificación, o la expiación indirecta del pecado. No obstante, legal y socialmente, los códigos judiciales emplean el castigo, no sólo como una aplicación de dolor frente al ofensor, sino igualmente por sus terroríficos efectos sobre los demás. Sin embargo, ¿cuál es la verdadera base de castigo? La noción de la libre decisión, la idea de que el hombre es en todo momento un agente libre para el bien y el mal; si elige esto último, se le debe hacer pagar su precio. Aunque esta teoría desde hace mucho tiempo ha sido desacreditada y arrojada a la basura, continúa siendo aplicada diariamente por toda la maquinaria gubernamental, convirtiéndolo en el más cruel y brutal atormentador de la vida humana. La única razón para su continuidad es la aún más cruel noción de que cuanto mayor sea el terror generado por el castigo, mayor es su efecto preventivo.

La sociedad emplea los métodos más drásticos al hacer frente a los infractores sociales. ¿Por qué no los disuaden? Aunque en Norteamérica, un hombre se supone que es inocente hasta que no se demuestra su culpabilidad, los instrumentos legales, la policía, mantienen un reino del terror, llevando a cabo arrestos indiscriminados, golpeando, apaleando e intimidando a las personas, empleando los métodos bárbaros del “tercer grado”, manteniendo a sus desafortunadas víctimas en el sucio aire de las comisarías y el aún más sucio lenguaje de sus guardianes. Aun así, los crímenes se multiplican rápidamente y la sociedad está pagando sus costes. Por otro lado, es un secreto a voces que, cuando el desafortunado ciudadano recibe la plena “clemencia” de la ley, y que por motivos de seguridad es recluido en el peor de los infiernos, su verdadero calvario comienza. Se le usurpan sus derechos como ser humano, degradado a un mero autómata sin decisión o sentimiento, dependiendo completamente de la misericordia de sus brutales guardianes, diariamente sufriendo un proceso de deshumanización, lo cual, comparado con la salvaje venganza, parecería un juego de niños.

No existe ni una sola institución penal o reformatorio en los Estados Unidos en donde los hombres no sean torturados “para hacerlos mejores”, mediante los puños americanos, las porras, las camisas de fuerza, las curas de agua, el “pájaro zumbador” (un artilugio eléctrico que se pasa por todo el cuerpo), el aislamiento, el aislamiento y una dieta de inanición. En estas instituciones se rompe su voluntad, su alma es degradada y su espíritu dominado por la letal monotonía y la rutina de la vida del preso. En Ohio, Illinois, Pennsylvania, Missouri y en el Sur, estos horrores han sido tan flagrantes que han llegado al mundo exterior, aunque en la mayoría de las otras prisiones los mismos métodos cristianos se mantienen. Rara vez, los muros de la prisión permiten que los alaridos de las agonizantes víctimas puedan escaparse; las paredes de la prisión son gruesas y apagan los sonidos. La sociedad podría abolir todas las prisiones a la vez, con la mayor inmunidad, en vez de esperar que la protejan estas cámaras de los horrores del siglo xx.

Año tras año, las puertas de las infernales prisiones devuelven al mundo unos seres demacrados, deformados, sin voluntad, los náufragos de la humanidad, con la marca de Caín en sus frentes, sus esperanzas masacradas, todas sus inclinaciones naturales frustradas. Recibiendo sólo el hambre y la crueldad, estas víctimas rápidamente recaen en el crimen como única posibilidad de existencia. No suele ser una cosa inusual encontrarse con hombres y mujeres quienes han pasado la mitad de sus vidas –incluso casi toda su existencia– en la prisión. Conozco una mujer en Blackwell’s Island, quien había entrado y salido treinta y ocho veces; y a través de un amigo tuve conocimiento de un chico joven de diecisiete años, que había sido criado y cuidado en la penitenciaría de Pittsburg; nunca había conocido lo que significaba la libertad. Desde el reformatorio a la penitenciaría había sido el devenir de la vida del chico, hasta que, roto su cuerpo, murió víctima de la venganza social. Estas experiencias personales están apoyadas por los datos generalizados que demuestran de manera aplastante la profunda inutilidad de las prisiones como medios de disuasión o reforma.

Las personas bienintencionadas están trabajando en la actualidad en una nueva salida para la cuestión presidiaria, recuperándolo, volviendo a dar la posibilidad al prisionero para que se convierta en un ser humano. Aunque sea encomiable, me temo que es imposible esperar buenos resultados de echar buen vino en una botella mohosa. Nada más que una completa reconstrucción de la sociedad liberará a la humanidad del cáncer del crimen. Aun si el romo filo de nuestra conciencia social estuviera afilado, la institución penal podría recibir una nueva capa de barniz. Pero el primer paso que hay que dar es la renovación de la conciencia social, la cual se halla en unas condiciones muy ruinosas. Es lamentable que sea necesario que se tenga que reiterar el hecho de que el crimen es una cuestión de grados, que todos tenemos el germen del crimen en nosotros, más o menos, conforme a nuestros pensamientos, a nuestro medio físico y social; y que el individuo criminal sólo es un reflejo de las tendencias de conjunto. Con el despertar de la conciencia social, el individuo medio aprendería a rechazar el “honor” de ser el sabueso de la ley. Podría dejar de perseguir, despreciar y desconfiar del delincuente social, dándole una oportunidad para vivir y respirar entre sus compañeros. Las instituciones, por supuesto, son más difíciles de cambiar. Son frías, impenetrables y crueles; aun así, con la conciencia social motivada, podría ser posible liberar a las víctimas de la prisión de la brutalidad de los funcionarios penitenciarios, guardias y carceleros. La opinión pública es un arma poderosa; los carceleros de las víctimas humanas, incluso, le tienen miedo. Se les puede enseñar un poco de humanidad, sobre todo si se dan cuenta que sus trabajos dependen de ello.

Pero el más importante paso es exigir para los prisioneros el derecho a trabajar mientras están en la prisión, con una recompensa monetaria que los capacite para ahorrar un poco para el día en que sea liberados, para comenzar una nueva vida. Es muy ridículo esperar mucho de la presente sociedad cuando consideramos que los trabajadores, los propios esclavos salariales, deben ser convictos laborales. No entraré a tratar la crueldad de esta objeción, aunque meramente trataremos de su impracticabilidad. Para empezar, la oposición mantenida por las organizaciones obreras ha sido dirigida contra molinos de vientos. Los prisioneros siempre serán trabajadores; sólo el Estado ha sido su explotador, así como el patrón individual ha sido el ladrón del trabajo organizado. Los Estados, o han puesto a los convictos a trabajar para el gobierno, o han cedido el trabajo del convicto a individuos privados. Veintinueve Estados siguen este último modelo. El gobierno federal y diecisiete Estados lo han descartado, como las principales naciones europeas, en tanto sobreexplotan terriblemente y abusan de los prisioneros, y por generar un interminable soborno.

“Rhode Island, el Estado controlado por Aldrich, ofrece quizás el peor ejemplo. Bajo un contrato de cinco años, firmado el 7 de julio de 1906, y con la opción el contratista privado de renovarlo por otros cinco años más, el trabajo de los presos de la Rhode Island Penitentiary y de la Providence County Jail es vendido a la Reliance-Sterling Mfg. C. a razón de la nimiedad de 25 centavos al día por cada hombre. Esta compañía, en verdad, es un gigantesco Trust del Trabajo Convicto, ya que igualmente arrienda el trabajo de los convictos de las penitenciarías de Connecticut, Michigan, Indiana, Nebraska y Dakota del Sur, y de los reformatorios de New Jersey, Indiana, Illinois y Wisconsin, once establecimientos en total. La enormidad de los sobornos en los contratos de Rhode Island puede estimarse a partir del hecho de que esta misma compañía paga 62 ½ centavos al día en Nebraska por la labor de los convictos, y que Tennessee, por ejemplo, obtiene $1,10 al día por el trabajo de un convicto en la Gray-Dudley Hardware C.; Missouri obtiene 70 centavos por día de la Star Overall Mfg. Co.; West Virginia, 65 centavos al día de la Krft Mfg. Co., y Maryland 55 centavos al día de la Oppenheim, Oberndorf & Co., fabricantes de camisetas. Esta amplia diferencia en los precios señala los enormes sobornos. Por ejemplo, la Reliance-Sterling Mfg. Co. fabrica camisetas, el costos del trabajo libre no es menos de $1,20 por una docena, mientras paga en Rhode Island 30 centavos la docena. Además, el Estado no impone ninguna tributación a este Trust por la utilización de sus grandes factorías, ni por la energía, la calefacción, la luz o incluso los desagües; exactamente, ningún impuesto. ¡Qué sobornos!”

Se estima en más de doce millones de dólares el valor de las camisetas de obreros y pantalones producidos anualmente en este país por el trabajo de los presidiarios. Es una industria de mujeres, y la primera reflexión que nos supone es que una inmensa cantidad de trabajo femenino libre es desplazado. 

La segunda consideración es que los hombres convictos, quienes deberían aprender oficios que le den una oportunidad de ser económicamente independientes tras su liberación, son mantenidos en estos trabajos en los cuales no tendrán ninguna posibilidad de conseguir ni un solo dólar. Esto es aún más serio cuando tenemos en cuenta que mucho de este trabajo se realiza en reformatorios, los mismos que, tan cacareadamente se sostiene, forman a sus internos para que se conviertan en ciudadanos de provecho. La tercera, y más importante consideración, es que los enormes beneficios así extraídos del trabajo de los convictos es un constante incentivo para los contratistas para exigir de sus infelices víctimas labores más allá de sus fuerzas, y para castigarlos cruelmente cuando su trabajo no satisfacen las excesivas exigencias.

Existen otros datos sobre la condenación de los convictos a labores con las cuales no podrán esperar ganarse la vida tras su liberación. Por ejemplo, Indiana es un Estado que ha hecho grandes alardes sobre su situación pionera en las modernas mejoras penales. Así, de acuerdo con el informe redactado en 1808, por las escuelas de capacitación de sus “reformatorios”, 135 estaban vinculados con la manufactura de cadenas, 207 en camisas y 255 en fundiciones; un total de 597 en tres ocupaciones. Aunque en estos denominados reformatorios, existían 59 oficios entre los internados, 39 de los cuales estaban vinculados con las actividades agrarias. Indiana, como otros Estados, manifiesta que está formando a los internados en sus reformatorios en oficios con los cuales podrán ser capaces de ganarse la vida cuando sean liberados. En realidad, los ponen a trabajar haciendo cadenas, camisas y escobas, esto último para beneficio de la Louisville Nancy Grocery Co. La fabricación de escobas es un negocio completamente monopolizado por los ciegos, la realización de camisas por las mujeres, y sólo hay una fábrica de cadenas en el Estado, y en ésta, un convicto liberado no puede esperar conseguir trabajo.

Toda la cuestión es una cruel farsa.

Por tanto, si los Estados pueden ser instrumentalizados para robar a sus desvalidas víctimas con tales tremendos beneficios, ¿no va siendo hora de que las organizaciones obreras detengan sus infundados alaridos e insistan en una decente remuneración para el convicto, como las organizaciones obreras exigen para ellas mismas? Por esta vía, los trabajadores pueden acabar con el germen que hace a los prisioneros unos enemigos de los intereses del trabajo. He afirmado anteriormente que miles de convictos incompetentes y sin formación, sin medios de subsistencia, son devueltos a la sociedad anualmente. Estos hombres y mujeres deben subsistir, ya que incluso un ex convicto tiene necesidades. La vida en la prisión los ha hecho, por tanto, seres antisociales, las intransigentes puertas cerradas que se encontrarán cuando sean liberados no parece que disminuyan sus resentimientos. El inevitable resultado es que formarán un núcleo favorable de donde obtener esquiroles, rompehuelgas, detectives y policías, predispuestos a llevar a cabo las órdenes de sus amos. De esta manera, las organizaciones obreras, por su estúpida oposición al trabajo en las prisiones, traiciona sus propios fines. Están ayudando a crear los humos venenosos que ahogan cada intento de mejora económica. Si los trabajadores quisieran evitar estos efectos, deberían insistir en el derecho del convicto a trabajar, considerándolo como un hermano, incorporándolo a sus organizaciones y con su ayuda encaminarlo contra el sistema que a ambos aplasta.

Por último, pero no menos importante, está la comprensión de la barbaridad y de la inadecuación de la cadena perpetua. Aquellos que creen en el cambio, y seriamente tienen ese propósito, están llegando rápidamente a la conclusión de que el hombre debe tener la oportunidad para enmendarse. ¿Y cómo lo va a hacer con diez, quince o veinte años de encarcelamiento frente a él? La esperanza de la libertad y de una oportunidad es el único incentivo para vivir, especialmente en la vida de los presos. La sociedad, que ha pecado tanto contra él, ha de dejarle eso por lo menos. No soy tan optimista para creer que esto ocurra, o que algún cambio real en esa dirección tenga lugar, mientras las condiciones que engendran tanto al prisionero como al carcelero no sean abolidas para siempre.

¡Fuera de su boca una roja, una rosa roja!

¡Fuera de su corazón una blanca!

¡Para quien pueda decirme mediante que extraño camino Cristo trae su voluntad a la luz, en tanto el árido bastón que porta el peregrino florece a la vista del gran Papa!

Anarchism and other essays, Mother Earth. Publishing Association, 1911